Meryem se encontraba en mi casa, últimamente me visitaba mucho, contándome las últimas novedades entre Paul y ella.
Al parecer la nueva salida de compañeros había sido todo un éxito.
Me contó que se habían pasado la noche hablando, que tenían muchas cosas en común, y que luego continuaron hablando fuera pues había demasiado ruido dentro, y terminaron en un puesto de perritos calientes a las siete de la mañana.
No parecía haber pasado nada sexual entre ellos, pero parecía que se gustaban de una forma mucho más espiritual.
Volví a entrar y caminé hacia el baño, con el propósito de arreglarme un poco aquel desastre que las lágrimas y la lluvia habían causado.Me miré al espejo, y me limpié la cara y los borrones de maquillaje con un clínex y luego saqué de mi bolso un poco de maquillaje para ponerlo sobre mi rostro. Me escurrí el cabello un poco y me arreglé un poco el vestido.Estaba despampanante con aquel vestido negro que remarcaba muy bien mi pecho, me acomodé un poco el pecho y sonreí con chulería hacia el espejo.Cuando salí, con una enorme sonrisa en mis labios, aunque me estuviese muriendo por dentro, jamás lo mostraría, caminé hacia la barra donde Meryem y Paul me miraban con atención.Ponme una copa – le dije con un tono sensual al camarero, provocando que este me mirase con atención – si
Estábamos en su casa, al parecer su hermano y su madre ya no estaban allí, me obligó a subir y no me soltó de la mano hasta que hubimos llegado a su habitación.Quítate la ropa – me ordenó, mientras yo le miraba estupefacta, pues no esperaba que dijese algo como aquello – estás mojada – explicó, dejándome claro que no era por algo sexual, aunque en aquel momento, lo parecía, por el doble significado de aquellas palabras.No puedes hacerte una idea de cuánto – susurré, sin apenas darme cuenta de lo que había dicho, provocando que él sonriese divertido de escucharme decir algo como aquello.Caminó hacia mí y se posicionó justo detrás de mí, para luego agarrar la cremallera de mi vestido y comenzar a bajarla despacio, al mismo tiempo que yo me moría de pl
Me preparaba para ir a trabajar, aunque aún era demasiado temprano, pero estaba en casa de Kevin, pues después de la maravillosa noche que habíamos pasado juntos, de que se hubiese sincerado y de que hubiésemos vuelto, quería pasar todo el tiempo que pudiese junto a él.Ana – comenzó él, agarrando mi rostro entre sus manos, mientras yo sonreía hacia él, pues pensaba que tan sólo quería retenerme a su lado un poco más – no quiero que vuelvas a pensar en que te engañaría con otra.Lo siento – me disculpé, sin saber exactamente qué decir.Porque tú eres la única con la que quiero estar, y sé que no habrá ninguna otra después de ti. – aclaró, para luego besarme dulcemente en los labios, dejándome con algunas dudas, pues no comprendía
Cuando desperté, a la mañana siguiente, todo parecía un mal sueño, una horrible pesadilla la cual no podía ser verdad.Tenía que ir a trabajar, así que no tenía demasiado tiempo para pensar en lo que pasaría entre nosotros, en dónde habría ido, en cuánto tardaría en volver.Bajé a la calle con un vestido blanco, mi cabello recogido en una alta cola y mis gafas de sol. Mientras Meryem me pitaba para que supiese que estaba allí.Me monté en el coche y mi compañera aceleró para seguir su camino.¿viste el mensaje que te mandé anoche? – Me preguntó cuándo casi habíamos llegado a la agencia – tenemos reunión con el jefe, se pospone el trabajo hasta nuevo aviso.Sí, lo leíEs raro ¿no te parece? Él n
Me encontraba en una cafetería del centro: llevaba un vestido blanco con encajes con un pronunciado escote y mis famosas gafas de sol, mi cabello al viento. Pensaba en la conversación que había tenido con Carla aquella misma mañana, en la que me había asegurado que Kevin solía frecuentar aquella cafetería a diario, así que allí estaba, como una idiota, a sabiendas de que no debía volver a verle, no después de todo lo que había sucedido el día anterior. Pero no quería pensar en ello, tan sólo quería…Levanté la vista, admirando como un hombre bien vestido con traje y corbata, con el cabello engominado peinado hacia abajo se sentaba no muy lejos de mí.Me levanté de la mesa y me senté en la silla frente a él, haciendo que este levantase la vista, para indicarle a quien
Abrí los ojos al sentir sus labios sobre mi mejilla y miré hacia él, el cual miraba hacia mí embobado.Estábamos desnudos, acostados el uno junto al otro en la cama, en aquella habitación de hotel donde se hospedaba.“No me había dado cuenta de lo increíblemente guapa que estás cuando duermes” – aseguraba con su raro acento en español. Le miré divertida mientras soltaba una carcajada, su acento era realmente mono. - Deja de reírte – me espetó mientras yo seguía riéndome – me agarró un pezón y volvió a suplicarme – deja de reírte – pero me hacía demasiada gracia su acento, no podía evitarlo - ¿no vas a dejar de hacerlo?Miré hacia él en el mismo instante en el que sentí sus dedos sobre
Todo se había ido al cuerno, en el trabajo no lograban encontrar nada para detener a Ivanov, y este no paraba de llamarme para cerrar nuestro acuerdo, tenía que acostarme con él y además tenía que abandonar a Kevin, y sabía que eso me destrozaría del todo. No había forma alguna en la que aquello pudiese salir bien, si no cumplía mi parte del trato, Ivanov mataría al hombre al que amaba, y si lo hacía me perdería a mí misma, lo sabía perfectamente.Aquel era el día, no podía dejar que me temblase el pulso, debía hacerlo, debía cumplir mi parte del trato, aunque eso me destrozase.Caminé a paso ligero hacia la entrada del hotel en el que había quedado con aquel tipo para acostarme con él, en tan sólo unos pocos minutos me convertiría en una cualquiera, en una mu
Habían pasado tres días desde que Kevin se había marchado a Boston.Le extrañaba cada día, y ya no tenía miedo, pues sabía que a pesar de todo él me quería.Caminé hacia la cabina de teléfono de la calle principal con nerviosismo, recordando la conversación que había tenido con Ivanov la noche en la que Kevin se marchó:Me encontraba en la puerta del hotel, mientras Ivanov me cortaba el paso, para que no pudiese marcharme.¿crees que podrás salvar su vida de otra manera? – Preguntó molesto, mientras yo tragaba saliva nerviosa – lo mataré a él con mis propias manos y luego iré a por ti – proseguía, mientras me agarraba la barbilla con su mano derecha y me atraía hacia él con fuerza – y te haré