Decir qué era lo que estaba haciendo Jake Lierberman a aquella hora de la mañana, en la privacidad de su oficina y con una mujer arrodillada frente a él, sería altamente inapropiado. Baste decir que intentaba sacarse de la cabeza la traición de cierta chica que le había roto el corazón, ese que aseguraba no tener. Sin embargo, en el mismo segundo en que recibió aquella llamada del detective Norton, absolutamente todo lo demás dejó de existir. Durante los últimos seis años Norton había sido un aliado estratégico, un perspicaz aprendiz de Connor y el mejor activo que tenían dentro de la policía; así que obviamente Jake lo había alertado sobre los problemas que temía con respecto a la situación de Kali. Recibir una llamada de su parte en ese momento, era como una confirmación de que algo malo había pasado. —¡Norton! —dijo Jake respondiendo al teléfono mientras se cerraba rápidamente el pantalón—. ¿Qué está pasando? —El 911 recibió una llamada hace diez minutos ¬—se escuchó la voz al
Kali sintió que toda la sangre le subía a la cara en el mismo momento en que vio a Emma sonreírle. —¡Tú…! ¡Maldita infeliz! ¡Te di el beneficio de la duda por cinco segundos! —rugió acercándose a ella, pero Sohan se metió en medio para que no pudiera alcanzarla. —Pues evidentemente, fueron los cinco segundos equivocados —respondió Emma con tanta tranquilidad que a Kali le dieron ganas de sacarle los ojos. —¿¡Dónde está mi hija!? —En ese punto lo único que la tranquilizaba era que no la veía en sus brazos. —¿Y yo como para qué la iba a querer? —Emma se encogió de hombros—. La niña está donde debe estar, que es no molestándome. —¿A quién se la diste? ¿Qué hiciste con ella? —Se asustó Kali, porque estaba segura de que no se la había entregado a Elliot, y en aquel preciso momento la creía capaz de absolutamente todo, incluso de dársela a cualquier desconocido. —¡Ay, ya! ¡Cálmate! ¡Tampoco es que la hubiera dejado en una alcantarilla! —protestó Emma haciendo un gesto de indiferencia—
Era pequeñita, suave, y cada vez que bostezaba a Elliot se le derretían hasta el alma. Le dio un beso en la cabecita y le hizo un mimo antes de devolverla a su cunita. —Pórtate bien, princesa, papi va a traerte a tu mami lo más pronto posible —le aseguró acariciándole uno de los cachetes con la yema del dedo. Tomó la maleta de mano que había dejado en la puerta y le dio un abrazo a su hermana. —Te encargo a Asha —le dijo—. Cuida a mi nena. —Como si fuera mía —murmuró Valeria dándole un beso de despedida. Seis horas horas. Era lo que había tomado que prepararan el jet y solicitaran los permisos para un viaje tan largo. Era el tiempo que Sohan les llevaba de ventaja. —¿Listo? —preguntó Richard cuando lo vio bajar la escalera. Él también tenía lista su maleta y Elliot ni siquiera se molestó en preguntarle si lo acompañaría. Era su hermano, iría con él hasta el fin del mundo. A quien definitivamente no esperaban encontrar en el hangar fue a Jacob Lieberman, pero al parecer se toma
Kali no podía decir que había sido un shock saber que Lilian la había vendido para conseguir un trato, después de todo sabía que era una arpía y no dudaba que fuera capaz de hacerlo solo por la satisfacción de verla sufrir. Tampoco le causaba ninguna sorpresa que su padre la intercambiara por un negocio, ese era el día a día de cualquier mujer en la familia Dhawan, no era nada nuevo para ella. Había crecido en una zona de guerra emocional, su padre siempre había sido su primer enemigo. Lo había vencido una vez, y sabía que lo haría de nuevo, pero al menos había esperado verse camino a Vrindavan sola con él. En cambio, Sohan parecía querer darle un escarmiento que sirviera para el resto de las mujeres de la familia, las que había y las por llegar. Había hecho reunirse a toda la familia, así que su castigo iba a ser prácticamente público. El camino desde Agra hasta Vrindavan duraba poco más de una hora, y la caravana de siete camionetas avanzó a toda velocidad. Los Dhawan habían here
Elliot habría podido imaginar a mucha gente detrás de los mensajes que llegaban a su teléfono, pero definitivamente el periodista no era uno de ellos. —¡¿Jackson?! —El mismo que viste y calza —dijo Jackson soltándolo y dándole la mano. —¿Y tú qué diablos haces aquí? —lo increpo Elliot sin entender nada. —La historia es un poco larga de contar, pero es mejor si te cuento adentro —respondió el periodista. —Es mejor todavía si me lo cuentas después. ¡Ahora voy a buscar a mi mujer! —gruñó Elliot pero Jackson lo rodeo, poniéndose entre él y el camino de aquella puerta. —Lo siento, pero no puedo dejarte hacer eso —le dijo y Elliot estuvo a punto de atraparlo por las solapas. —¿Disculpa? —Vamos arriba. Dame tres minutos para mostrarte algo y luego haces lo que quieras… —le pidió el periodista—. Tres minutos. Richard llegó junto a su hermano y trató de calmarlo, finalmente Elliot accedió y Jackson los guio a una habitación que tenía en aquel hotel, justo frente a la villa de la famil
Elliot caminaba dentro de aquella habitación como si fuera una fiera en una jaula demasiado pequeña, a punto de rugirle a los barrotes o en su caso, a las ventanas y a las puertas. Se sentía mezquino, pequeño y estúpido, porque nunca había entendido el grado de sufrimiento al que Kali pretendía escapar cuando se había metido en su cama hacía casi un año. Pero todo aquello estaba a punto de verlo en vivo y en directo, magnificado por la cámara del periodista, que llegó justo a tiempo para alcanzar a Kali siendo echada de la casa de su familia. Jackson había sido corresponsal de guerra, estaba acostumbrado a ver horrores, pero al menos en una zona de guerra el cerebro podía justificarlos. La vio apretar los labios y apoyarse en el muro exterior de la casa para sostenerse en pie. Tenía el agotamiento reflejado en el rostro, pero cuando subió la mirada y lo vio a él con aquella cámara al hombro, toda la fuerza pareció regresar a ella. Enfrentar las calles de Vrindavan descalza, con ham
El camino hacia el aeropuerto de Agra se le hizo eterno a Elliot, a pesar de que Jacob conducía como si estuviera en una maldit@ pista de rally. Había dejado a Sohan Dhawan con la cara ensangrentada, pero sabía que no estaba tan mal como para no cumplir la promesa que le había hecho. Y en cuanto llegaron al aeropuerto, la excesiva revisión de parte de las autoridades fue prueba de eso. Era obvio que en tan poco tiempo no podía proceder una denuncia de ningún tipo, no podían retenerlo en el país, pero era evidente que Sohan había movido sus hilos para hacerle la vida difícil. —El vuelo es privado, los permisos están listos —siseó Elliot a aquel oficial de aduana—. ¿Cuánto tiempo más piensa mirar la foto de mi pasaporte antes de que esta le hable? El oficial gruñó con impaciencia, porque al parecer le habían dado una orden que no podía cumplir. Retener un vuelo privado sin una orden oficial de parte de la policía era imposible. Elliot estaba a punto de impacientarse cuando tras el
Tenían mil y una preguntas, Elliot lo sabía, pero también sabía que Kali estaba en otro mundo, completamente abstraída con la bebé. Llegaron a la mansión Davies en las camionetas de la familia y Jackson dejó copias de todas las grabaciones a recaudo de Andrew, en la caja fuerte de su despacho. Ya tenía experiencia en cuanto a perder material importante sobre algunas de sus investigaciones. Valeria se llevó a Emma a un rincón y le estuvo gritando sin parar hasta que la abrazó con un suspiro de alivio. Lydia y Layla acapararon a Richard para asaltarlo a preguntas, así que Elliot lo vio sentarse con toda calma en el sofá de la terraza y empezar a contarles. Jake y Elijah se habían quedado en Nueva York, porque ambos tenían asuntos personales de los que ocuparse, pero Jake había encargado a Connor todo lo que se necesitaba para ayudar a Elliot. —¿Podemos irnos a casa ya? —preguntó Kali con un suspiro cansado, porque tenía ganas de echarse a dormir para toda la eternidad. —Ustedes va