Elliot estaba a punto de pelearse con el mismo demonio. Aquella llamada de Lilian le había encendido la sangre, en primer lugar porque era la mujer más chismosa de la tierra, ni siquiera sabía por qué era amiga de Emma, y en segundo lugar porque estaba seguro de que no tardaría en irle a Emma con el cuento de que una mujer había respondido al teléfono de su casa.
Lilian le había hecho toda clase de preguntas estúpidas que él se había sacado de encima mintiendo, pero no le había dicho ni una sola palabra sobre el paradero de Emma. ¿Dónde rayos se había metido? ¿De verdad las cosas habían terminado así entre los dos? ¿Ya no quedaba nada?
Cada vez que pensaba en Emma, lo único que le venía a la cabeza era esa cifra. Cinco años. Cinco años juntos. ¿Eso no importaba? Él y Emma tenían una relaci&
Él parecía una estatua. Allí, en la oscuridad del salón, casi a las tres de la madrugada, a Kali le pareció que era una estatua muy bonita.Elliot cerró la puerta con un gesto de desconcierto. Abrió la mano, y de uno de sus dedos quedó colgando el pequeño triángulo de encaje negro.—¿Kali…? —su voz vibraba profundamente, como si tuviera una cueva en la garganta—. Kali ¿qué diablos es esto…? —preguntó sin poder creerlo.—¡Ups! —se rio ella dando pequeños pasitos hacia atrás, pero por más que intentaba pensar, parecía que no podía hilvanar una respuesta completa.—¡¿Te acostaste con el sacafotos?! —rugió Elliot sin poder contenerse.—Emmm… ¿no?¿¡Chispitas!? ¿¡Chispit
Elliot sabía muy bien quién era.Érika Andersson, sueca, una pelirroja natural, voluptuosa y llena de pecas. Era una belleza exótica, pero era una que definitivamente no encajaba con el tema de aquel desfile como para permitirle ser la modelo principal. No era una cuestión de nepotismo, sino de simple coherencia entre la modelo principal y la temática de las colecciones.La chica escuchó los gritos de Matthew y se encaminó a ocupar el lugar que le estaba destinado entre las modelos que saldrían a la pasarela, mientras Elliot se movía hacia el lugar que ella había abandonado hacía un momento.Se agachó y levantó un pequeño broche de tejido y pedrería. El tejido tenía hilos sueltos, y se estaba deshaciendo, soltando poco a poco las piezas de pedrería, sin embargo las puntas no estaban deshilachadas, sino lisas, así que era evidente q
Elliot se aguantó las ganas de darle una mala contesta, después de todo, él mismo se la había puesto en bandeja de plata, ¿no? Le había dicho que le prestara atención si le interesaba, y por lo visto el interés de Matthew Casey por Kali estaba fuera de discusión.Lo vio sostenerle la ropa y darle la vuelta para llevarla a uno de los vestidores, y apretó los dientes porque no había nada que hacer. ¡Además! ¡A él no le importaba! ¡Para nada!Cinco minutos después los cuchicheos tras bambalinas cesaron, y el escuadrón de modelos aleccionadas siguió con el ensayo en un discreto silencio, porque al parecer ya los dueños estaban demasiado alterados como para seguir echándole leña al fuego, y un despido ese día era más que suficiente.Elliot no se quedó al resto de los ensayos. No tenia
CAPÍTULO 26.—¿Kali? ¿Te lastimaste? —preguntó Elliot inclinándose sobre ella.—No… Me retuerzo porque estoy ensayando el baile del gusano. ¡¿Tú qué crees?! —respondió ella haciendo un esfuerzo por levantarse y Elliot la ayudó.—¿Lo siento? —dijo él y Kali se apoyó en la pared y lo miró a los ojos en la semipenumbra.—¿Lo estás preguntando? —Se sorprendió—. Elliot ¿estás borracho?—¡Claro que no! ¡Solo estoy chispitas! —gruñó él y se cruzó de brazos, enfurruñado como un niño, pero si algo era capaz de identificar perfectamente ella, era cuando Elliot se pasaba de tragos—. ¿Dónde te pegaste?Kali levantó una ceja y negó con un suspiro
La carcajada de Nick resonó en toda la habitación, y Valeria se atrevía a decir que en toda la casa. Había entrado a decirle a su esposa que Andrew se ocuparía de cuidar a las gemelas esa noche para que ellos pudieran descansar, y se había encontrado a Kali bebiendo una copa de vino con Valeria… sin nada que le cubriera la cara.La había mirado por tres segundos antes de romper a reír como un poseso. A Nick se le salían las lágrimas, y se doblaba sobre sí mismo intentando parar, pero no lo conseguía.—Te juro que jamás he provocado esa reacción en nadie —dijo Kali y Valeria levantó una ceja divertida.—No te preocupes. Sé exactamente lo que está pensando y de quién se está riendo —aseguró y le dieron tiempo a Nick para que pudiera calmarse un poco.—Bueno… solo
—Sabes que tenemos una familia altamente disfuncional ¿verdad? —Se rio Lydia en el oído de Andrew, viendo cómo Nick se desternillaba de la risa grabando la expresión de Elliot.—Dice la que organizó las apuestas. —La azuzó Andrew.—Igual voy a ganar, aposté por quince minutos en shock y hace trece que no se mueve —replicó Lydia y lo escuchó suspirar, porque era cierto.Elliot no se había movido ni un milímetro, apenas pestañeaba… ¿estaba respirando siquiera?Miraba a Kali como si fuera un fantasma, o una alucinación. No podía creer que fuera de verdad. Se había cansado de llamarla «la fea», a veces por seguir los rumores sobre ella, y otras veces solo por herirla. De repente todos los recuerdos de esa noche que habían pasado juntos en su habitación de hotel le llegaron de golpe
Era un comportamiento irracional, troglodita, posesivo, y completamente incoherente para una persona que siempre estaba molesto por su presencia. Elliot sabía todo eso, pero aún así no podía evitar comportarse de esa forma.Pero de lo que sí no tenía ni la más mínima idea era de las palabras que iban a salir de la boca de Kali en ese momento.—¡Me quiero divorciar! —exclamó tratando de salir del rincón en que la había apresado, pero Elliot le sostuvo las don manos para que no lo lastimara.—¡Si, bueno, yo también… pero esto es lo que hay…!—¡No, no es lo que hay! ¡Me quiero divorciar! —jadeó Kali con desesperación—. ¡Me quiero divorciar mañana mismo! ¡…Ya!Elliot retrocedió dos pasos y la soltó de repente, viendo cómo las l&aac
Kali no estaba nerviosa, pero definitivamente tendría que acostumbrarse a muchas cosas a partir de ese momento. Al abrir el vestidor, su primer instinto había dirigido su mano hacia un abrigo ligero de cuello de tortuga; le tomó un minuto darse cuenta de que ya no tenía que usar eso, así que optó por una blusa ancha bajo un blazer blanco que le llegaba hasta las rodillas, un jean oscuro y botas de aguja.Se dejó el cabello suelto y se maquilló muy poco, a excepción de los labios. Jamás había tenido oportunidad de lucirlos, así que miró al juego de labiales que le había regalado Valeria. La ropa que llevaba puesta era solo en tonos negros o blancos, así que un labial rojo rosewood parecía perfecto para hacer contraste.Tomó uno de sus bolsos preferidos en forma de morral y se fue a la cocina por un café.—¿Lista