—¡Dónde está? ¿¡Dónde está!? ¡Demonios! —Kali se llevó las manos a la frente, intentando controlar las lágrimas que se le acumulaban en los ojos.
De repente sentía que no era capaz de respirar. ¿Dónde estaba esa carta? ¡Sin ella no podía presentarse para la inscripción!
Giró el bolso sobre la cama, sacudiéndolo con fuerza y dejando caer todo sobre ella. Rebuscó una, dos, diez veces en cada bolsillo, dentro de su pequeña cartera de maquillaje, en cada carpeta de documentos que llevaba. Le dio vueltas a la pequeña impresora de su habitación, incluso miró debajo de la cama o en las gavetas por si la hubiera guardado sin darse cuenta.
Dios sabía que en los últimos días andaba sin cabeza, pero de ahí a perder una cosa tan importante para ella…
Tenía que habérsele caído en otro lado. Salió al salón y encendió la luz. Ya pasaban de las once de la noche y Elliot se había ido a dormir, pero a Kali no le importó hacer ruido moviend
Decir que estaba cayendo un diluvio posiblemente había sido minimizar el hecho. La lluvia era tan fuerte que Elliot iba a cuarenta kilómetros por hora, inclinado hacia adelante en un intento inconsciente por ver mejor mientras los limpiaparabrisas se movían furiosamente sobre el cristal. Un trayecto que antes le habría llevado solo treinta minutos, tuvo que hacerlo en casi una hora y media, y era ya de madrugada cuando entró por la puerta del edificio ante la mirada sorprendida del equipo de seguridad.—¿¡Señor Davies!? ¿Está todo bien, señor? —Se acercó uno de los guardias, que ya llevaba años en aquel puesto y conocía muy bien a Elliot.—Sí, Milton, todo está bien —respondió Elliot alargando la mano y estrechándosela—. Solo olvidé algo importante en el estudio y lo necesito para mañana m
CAPÍTULO 17.Kali sintió el corazón subirle a la garganta y sus manos perder toda la fuerza en un solo segundo. Pasó un brazo detrás del cuello de Elliot mientras le daba palmadas en la cara que pronto dejaron de ser suaves.—¡Elliot! Respóndeme… —le gritó desesperada—. ¡Elliot! Por favor, abre los ojos… ¡Elliot!Pero él no dio ni la menor señal de reaccionar. Kali puso su cabeza sobre el suelo con toda la delicadeza que los nervios le permitían, y apoyó un oído sobre su pecho. Su corazón bombeaba, pero no parecía que estuviera respirando bien.Corrió hacia su bolso y alcanzó su teléfono con dedos temblorosos, marcando el único número que sabía que le respondería al instante.—Hola, linda —dijo Valeria con descuido al otro lado,
CAPÍTULO 18.Elliot dejó de respirar cuando la vio abrir aquellos ojos que parecían plata derretida y sintió el aliento de Kali alcanzar su dedo.—¿Qué crees que estás haciendo, Elliot? —preguntó ella con acento controlado y el retiró el dedo como si estuviera frente a un perro de presa.—¿Suicidándome? —respondió él.Bueno, al menos le había visto un pedacito de la mejilla derecha. Algo era algo.—Ya me parecía —siseó Kali y se incorporó lentamente, sin dejar de mirarlo a los ojos mientras se ajustaba el cuello del abrigo—. ¿Te sientes mejor?Elliot suspiró, intentando ser consciente de su estado y asintió.—Me duelen hasta las malas intenciones. ¿En qué hospital estamos?—En el Lakeshore Med —respondi&
Sabía perfectamente la reacción que iba a producir en ella: pupilas dilatadas, gesto tenso, y ese rubor que le encendía la parte superior de las mejillas.—¿¡Es una put@ broma, Elliot!? —gruñó ella con los ojos echando chispas, pero él solo le sonrió, juntando las cejas con expresión inocente.—Tú dijiste que estabas dispuesta a ayudarme, después de todo… esto me pasó por salir de noche, en medio de una tormenta, para que tú puedas ir a tu adorada universidad.Kali abrió los ojos como si le hubieran echado un balde de agua fría.—¡Qué bajo eres, Davies! —siseó—. ¿Crees que necesito que me lo recuerdes? Ya sé que estoy en deuda contigo, pero decirlo así es denigrante hasta para un bicho rastrero como tú…Elliot se dio cuenta de qu
CAPÍTULO 20. Aquella pregunta la tomó por sorpresa. Tenía ganas de preguntarle si había estado husmeando en su conversación, pero la mención de los libros pus sus pensamientos en un nivel completamente diferente. —¿Entonces…? ¿Necesitas libros de Derecho? —insistió Elliot y por toda repuesta Kali levantó una hoja de papel con la lista de los libros que le habían pedido en la facultad. —Sip. Tengo que comprar libros de varias asignaturas… —dijo sin comprender a dónde quería llegar. Elliot asintió mientras se metía las manos en los bolsillos y le hizo un gesto con la cabeza. —Sígueme —la invitó con suavidad y Kali achicó los ojos, porque Elliot o quería algo, o ya le estaba dando un derrame cerebral o algo, pero tanta amabilidad no era normal. Sin embargo se levantó y lo siguió hasta la puerta de una habitación que no conocía. Para ser honesta Kali no se había molestado en explorar el departamento, porque no se sentía cómo
CAPÍTULO 21.—¿Disculpa? ¿Quieres repetir eso? —siseó Elliot y Kali vio su rostro pasar por todos los colores del arcoíris.—¿Quieres que te mienta? —sonrió Kali desafiante—. ¿Quieres que te suba el ego diciéndote que fue maravilloso, fantástico, inolvidable? ¿Quieres que te diga que fue el mejor sexo de mi vida?—Tampoco es que tuvieras con quien comparar ¿no? —gruñó él en respuesta y Kali movió un índice afirmativo frente a su nariz.—Exactamente eso es lo que estoy tratando de cambiar —aseguró dándose la vuelta para marcharse a su habitación, mientras Elliot siseaba por lo bajo:—¡Maldita mujer, te odio!Sin embargo Kali le había dado su respuesta. Había dicho «Estoy tratando de cambiar eso», y si
Elliot estaba a punto de pelearse con el mismo demonio. Aquella llamada de Lilian le había encendido la sangre, en primer lugar porque era la mujer más chismosa de la tierra, ni siquiera sabía por qué era amiga de Emma, y en segundo lugar porque estaba seguro de que no tardaría en irle a Emma con el cuento de que una mujer había respondido al teléfono de su casa.Lilian le había hecho toda clase de preguntas estúpidas que él se había sacado de encima mintiendo, pero no le había dicho ni una sola palabra sobre el paradero de Emma. ¿Dónde rayos se había metido? ¿De verdad las cosas habían terminado así entre los dos? ¿Ya no quedaba nada?Cada vez que pensaba en Emma, lo único que le venía a la cabeza era esa cifra. Cinco años. Cinco años juntos. ¿Eso no importaba? Él y Emma tenían una relaci&
Él parecía una estatua. Allí, en la oscuridad del salón, casi a las tres de la madrugada, a Kali le pareció que era una estatua muy bonita.Elliot cerró la puerta con un gesto de desconcierto. Abrió la mano, y de uno de sus dedos quedó colgando el pequeño triángulo de encaje negro.—¿Kali…? —su voz vibraba profundamente, como si tuviera una cueva en la garganta—. Kali ¿qué diablos es esto…? —preguntó sin poder creerlo.—¡Ups! —se rio ella dando pequeños pasitos hacia atrás, pero por más que intentaba pensar, parecía que no podía hilvanar una respuesta completa.—¡¿Te acostaste con el sacafotos?! —rugió Elliot sin poder contenerse.—Emmm… ¿no?¿¡Chispitas!? ¿¡Chispit