Los golpes en la puerta no me permiten mantener más tiempo los ojos cerrados, los abro y se llena de lágrimas por el esfuerzo que hago de abrirlos, froto mis manos y salgo de las cobijas que me cubren, llego a la puerta y me encuentro con mi hermana, está de pie, lleva su pijama, camina de un lado a otro hasta que hablo y ella respinga en donde se encuentra, me empuja y entra a mi dormitorio, veo el reloj que indica que son las tres de la madrugada.

-Por todos los dioses del olimpo – maldigo, me cubro con las cobijas recostándome en mi almohada - ¿Qué rayos haces a esta hora en mi dormitorio? ¿Por qué me despiertas? ¿Por qué tocas mi puerta y más importante aún porque no solo enteraste? – bostezo y me cubro la boca con la mano por lo que mi cerebro logra reaccionar - ¿paso algo? ¿papá está bien?

-no te preocupes – dice y se sienta a mi lado