Diego la observó marcharse a través de las rendijas de la choza, apretó los puños con fuerza, no esperaba que ella rechazara la oferta. Pensó estúpidamente que estaría feliz de dejar los campos y de ocupar su lugar como esposa, era lo más lógico de pensar, sin embargo, ella parecía empeñada en demostrar lo equivocado que estaba. Ella lo confundía totalmente y ya no sabía qué pensar.
—¿Qué es lo que pretendes Grecia? ¿Es esta una nueva manera de venderte? ¿Quieres volverme loco? —se preguntó con los dientes apretados, giró sobre sus talones y salió de la choza antes que los recuerdos de la noche anterior se colaran a su mente, no podía ir por ahí con una carpa de circo en los pantalones cuando tenía la intención de vigilarla.
Y eso fue exactamente lo que hizo, en la distancia la vigil&o
—¡Eso es mentira! ¡Eres tú quien se ha acercado a mí para conseguir favores que de ninguna manera te daré! —gritó Martín con ojos furiosos. Él no era un hombre que aceptara perder fácilmente.—¿De verdad? —preguntó Grecia con burla. —¿Por eso estás en la puerta de mi casa totalmente alcoholizado? Si yo tuviese algún interés en ti lo más lógico sería que te buscara y no al revés. Compórtate como un verdadero hombre y asume tu culpa.Diego observó a Grecia y a Martín y estaba más que claro quién era la persona con dobles intenciones en el lugar.—Entonces… ¿No le dirá el señor cuál es el precio por mis servicios? —le retó Grecia a Diego, era más que evidente que su acoso de los últimos días hab&iac
Diego se movió completamente dolorido. Se había quedado dormido sobre su escritorio y su cuerpo protestó ante la incomodidad de toda una noche.Sé pasó la mano sobre el rostro tratando de despejar sus pensamientos, mientras su vista caía nuevamente sobre la carpeta que contenía la vida de Grecia durante los últimos dos años. La noche anterior había sido un cobarde y se había negado a abrirla, pero hoy a la luz del día no podía continuar renuente, él había decidido investigarla y lo mínimo que podía hacer ahora era leer el informe y arrepentirse si tenía que hacerlo o arremeter contra ella si debía hacerlo.Pero sus buenos deseos fueron interrumpidos por Robledo quien entró abruptamente a la oficina.—Lamento interrumpirlo señor, pero necesitamos viajar a la ciudad, Rodrigo Falcón ha convocado una rueda de
Grecia se sentía terriblemente incómoda. Algo dentro de su corazón se oprimía y no sabía exactamente cuál era el motivo; era una ansiedad que estaba robándole el aliento. Caminó desde las barrancas hasta la casa grande.No tenía idea de porque estaba caminando hacia ese lugar, o quizás sí; de repente sintió la necesidad de saber cómo estaba Camila y el bebé. Hacía varias semanas que no sabía de ellos, y eso le causaba ansiedad, aunque se había prometido comprarse un móvil el próximo fin de semana. Los dos días que faltaban para el domingo se le hacía terriblemente eterno.—¿Qué haces merodeando la casa grande? —escuchó la voz de la cocinera a su espalda.—Estoy buscando al señor, necesito pedirle un favor —dijo con sinceridad.—El señor se ha marc
Diego se sirvió un whisky doble, sacar a Rodrigo del negocio no había sido difícil y sabía que debía estar preparado para sus represalias. Se lamentaba profundamente no tener las pruebas que necesitaba para hundir en prisión. Debía ser paciente tarde o temprano vería su venganza consumada.La carpeta con la información de Grecia volvió a saludar y esta vez no dudó. Tomó un trago y se dispuso a descubrir lo que allí se escondía.Diego bebió el resto de su copa de un solo trago. Mientras el fuego del licor quemaba su garganta aquel informe quemaba su corazón y destrozaba lo que quedaba de su alma.Grecia había sido ingresada de emergencia al hospital días después de su supuesta muerte. La prensa hablaba de un intento de suicidio, pero el informe médico que el investigador había encontrado hablaba de un aborto. Grecia ha
El corazón de Guillermo se encogía de dolor a cada segundo que transcurría y él no tenía noticias de Grecia. Sus heridas y todo el dolor sufrido hasta hoy en día eran nada comparado a lo que vendría ahora. ¿Con qué cara vería a Grecia? la había culpado de orquestar su muerte, la persiguió, humilló y despreció porque la creyó culpable, jamás en su vida pensó estar equivocado, nunca sopesó la posibilidad de que podía ser inocente, la juzgó y condenó siendo ella también una víctima. Porque ya no le quedaba duda de que Rodrigo era el responsable de todo lo que había sufrido. El hombre que orquestó y tejió la telaraña para atraparlos en sus redes y estúpidamente había caído redondito y lo peor de todo es que había arrastrado a Grecia con él y al bebé que no lle
Grecia llamó a una de las enfermeras aprovechando que estaba sola y sin Diego a su alrededor, aunque sabía de sobra que no entraría hasta el cambio de turno. Según le había comentado una de las enfermeras él tenía un poder grande convencimiento y no difícilmente se había separado de ella.Diego llevaba en la sala de espera desde que ella había sido ingresada y que se colaba a la unidad para verla dormir así no pudiera hablar con ella; Grecia por supuesto no comprendía ese cambio tan abrupto en él, pero no podía negar que le gustaba tener su atención y la manera que Diego la había mirado cuando abrió los ojos fue un bálsamo a su herido y sufrido corazón.—¿Puedo ayudarle? —preguntó la enfermera acercándose a ella.Grecia lo había pensado muy bien antes de hablar con la chica, sin embargo, ahor
Guillermo volvió al hospital horas más tarde no habría querido demorar tanto, pero tuvo que dejar en claro las cosas en los Cascabeles y también ordenó al investigador que había contratado buscar el año perdido de Grecia, algo le decía que ahí se escondía una gran verdad y que él necesitaba saber para continuar viviendo.—Entonces… ¿Serás Diego de ahora en adelante? —preguntó Silvia antes de que él la dejara en la puerta del hospital.—Sí, voy a seguir tu consejo y voy a conquistar el amor de Grecia como Diego Mendoza, solo espero que jamás ella descubra la verdad que se esconde tras este rostro marcado. Tengo que compensarla por todo lo que le he hecho —dijo con vergüenza.—No lo sabías Diego, no puedes culparte. Fuiste engañado, no tenías manera de saber que…—D
Grecia observó la finca en la distancia, tenía que caminar hasta allí y luego… ¿Qué se suponía que le diría a Diego? Jamás había traído a nadie a Los Limonares y hoy no lo había dudado al pedirle aquel enorme favor. —¿Grecia? —preguntó Guillermo al verla detenerse. —Hay algo que debes saber antes de llegar a esa casa —susurró. —Te escucharé, solo si tú estás preparada para decírmelo —dijo con suavidad, temía que lo que estaba por saber fuera demasiado para él. Grecia sonrió ligeramente, pero sin que la felicidad llegara a sus ojos. Respiró profundo y se giró para verlo a los ojos, era posible que después de esto él la odiara más o quizás fuera capaz de comprenderla, pero no podía seguir ocultando aquella verdad por más tiempo, ella necesitaba liberarse de tanto dolor. —Guillermo no murió en un accidente como se le hizo creer a los medios de comunicación —respiró, pero las lágrimas ya inundaban sus ojos. —Guillermo murió por mi culpa —dijo haci