C96- ESTE TAMBIÉN ES TU MUNDO.Luna sintió que el aire le faltaba. Su mente retrocedió a las noches en vela, a las lágrimas derramadas, a las preguntas sin respuesta. A la imagen de su padre desaparecido, secuestrado, muerto. Y ahora, allí estaba, de pie, sonriendo como si nada hubiera pasado. Como si no hubiera dejado un vacío en su vida que jamás pudo llenar.—No... no puede ser —murmuró, retrocediendo un paso. Su voz temblaba, pero no de alegría. No todavía. —Estás muerto. Te busqué por meses. Te busqué y no te encontré. ¿Dónde estabas? ¿Por qué... por qué estás aquí?La última vez que habló con Cassio sobre su padre, le pidió que dejara de buscarlo. Le dijo que era hora de soltar esa esperanza, que con el tiempo, aceptó que probablemente su padre ya no estaba, que había desaparecido para siempre.Esto le dolió mucho y dejó un vacío en su corazón.Pero todo cambió con la llegada del bebé. Su vida volvió a llenarse de color y alegría. Su hijo se convirtió en lo más importante para e
C97-VOLVER CON ÉL.Luna seguía sin entender nada. Las palabras de Emiliano resonaban en su cabeza, pero no lograba darles sentido. Y, de pronto, una sensación de ira la invadió, quemándole el pecho.Se sintió traicionada, acorralada, y explotó.—¿Con qué derecho me señalas? —gritó, sus ojos llenos de lágrimas y rabia—. ¿Con qué derecho? ¡Mírate! Me engañaste, me mentiste por años... ¡y ahora me estás señalando porque estoy con el hombre que amo!Emiliano parpadeó, sorprendido, como si no hubiera esperado esa reacción.—¿Qué coño dices?Pero Luna no se detuvo. Levantó la mirada, desafiante, dispuesta a defender su amor por Cassio.—Sí, lo escuchaste bien. Amo a Cassio. Y además... —hizo una pausa, levantando la mano para mostrarle el anillo en su dedo—. Estoy casada con él.Emiliano bajó la mirada al anillo, y su expresión cambió al instante. Sus manos se apretaron en puños, y un siseo escapó de entre sus dientes.—Hijo de puta... —murmuró con furia—. Se atrevió a llegar tan lejos.—No
C98- ¿NO QUIERES SABER?Cassio gruñó con rabia contenida mientras revisaba los documentos que el investigador privado le había enviado por correo.―Hija de puta... ―murmuró, apretando los papeles con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos.Esta vez no iba a dejarlo pasar. Sabrina tenía que enfrentarse a la verdad, y él iba a ser quien la obligara.Fue a su habitación y pateó la puerta con fuerza, haciéndola abrirse de golpe. Sabrina, que estaba de espaldas, se giró sobresaltada, dejando caer el vaso de agua que tenía en la mano.—¡Cass! ¿Qué... qué haces? —balbuceó, con los ojos abiertos como platos.—Eres una maldita serpiente. Una perra intrigante. ¿Creíste que no lo descubriría? ¿Que no me daría cuenta de quién eres en realidad? —espetó, avanzando hacia ella con una mirada oscura y peligrosa.Sabrina retrocedió un paso, temblando.—No sé de qué estás hablando, yo...Cassio no la dejó terminar, porque le lanzó los archivos a la cara. Los papeles volaron y cayeron al suelo
C99-¿QUIÉN RECIBIÓ EL DISPARO?Queria terminar con ella allí mismo, pero también tenía una necesidad desesperada de entender. Sabrina lo había manipulado tantas veces que ya no sabía qué era verdad y qué era mentira. Con un gruñido frustrado, bajó el arma de nuevo y la pateó a un lado, lejos del alcance de ambos. —Bien. Habla. Sabrina miró el arma en el suelo y luego a Cassio, evaluando cada movimiento, calculando cada segundo. Su sonrisa era tan tranquila como cruel. —Bueno, la verdad es que... siempre pudiste tener hijos —soltó, como si no fuera gran cosa—. Pero pagué para que el médico dijera lo contrario. La verdad, me gustaba estar contigo, Cass. Pero ese afán tuyo de ser padres, de tener niños corriendo por la casa... —chasqueó la lengua y negó con la cabeza—. No es lo mío.Cassio sintió un golpe en el pecho. Su mente se llenó de recuerdos: las visitas al médico, las noches en las que se culpaba a sí mismo por no poder darle un hijo, el dolor que había cargado durante años.
C100-DESTRUIR LAZOS.Por un segundo, el silencio reinó. Ambos quedaron inmóviles.Entonces, Sabrina retrocedió un paso, tambaleándose. Y un calor húmedo comenzó a extenderse por su abdomen. Bajó la mirada y vio la sangre brotar, manchando su ropa. El dolor llegó como una ola, intenso y abrasador.—Tenía que protegerlo, señor —dijo uno de los guardaespaldas de Cassio, en la puerta y aún sosteniendo el arma que había disparado.Su voz era fría, sin rastro de arrepentimiento.Cassio lo miró por un momento, luego volvió su atención a Sabrina, quien cayó de rodillas al suelo. La sangre comenzó a brotar de su boca mientras intentaba respirar.—Te lo dije, Sabrina —dijo Cassio, acercándose lentamente, su voz tan calmada que resultaba escalofriante—. Que esto solo podía terminar de una manera.Ella lo miró con odio puro.—Eres un maldito monstruo, Cassio —escupió—. Luna... Luna nunca te va a amar. Prefiere estar perdida que contigo.Las palabras lo desgarraron por dentro, pero Cassio no mostr
C101- NO ME BUSQUES.Cassio estaba inclinado sobre los mapas, sus dedos trazaban rutas con precisión, pero su mente estaba lejos. Cada marca en el papel era un intento desesperado de acercarse a Luna, de hallarla antes de que fuera demasiado tarde. De repente, su teléfono vibró en el borde de la mesa. Al alargar la mano y ver el número desconocido en la pantalla, su ceño se frunció. Dudó un segundo, pero algo dentro de él lo empujó a contestar.—¿Bueno? —dijo con voz grave, casi mecánica.El silencio que siguió fue denso, como un manto que lo envolvía. Cassio entrecerró los ojos, su respiración se volvió más lenta. Había algo en ese silencio, algo que le heló la sangre pero que al mismo tiempo le dio esperanza. Entonces, lo sintió. No sabía cómo, pero lo supo.—¿Mariposa...? —Su voz era apenas un susurro, tembloroso, cargado de una mezcla de miedo y anhelo—. ¿Mariposa, eres tú?El sonido de un sollozo contenido atravesó la línea. Y Cassio cerró los ojos con fuerza, su pecho se contraj
C102- A SU IMAGEN Y SEMEJANZA. No obstante, debajo de toda esa desesperación, algo comenzó a arder. Una chispa de determinación. —Te voy a encontrar, mariposa… —murmuró, entre el dolor y la esperanza—. Y te voy a demostrar que no todo fue una mentira. En ese momento, Enzo entró al despacho. Acababa de regresar de Chicago, había querido llegar antes, pero tuvo días de tensiones con los socios por la amenaza de los albaneses. Al cruzar la puerta y ver a Cassio, supo que la situación se había complicado. —¿Qué demonios pasó aquí? —preguntó, dejando su abrigo sobre una silla y acercándose. Cassio levantó la mirada, sus ojos estaban llenos de algo que Enzo no veía a menudo: vulnerabilidad. —Luna lo sabe todo —murmuró—. Ella... ella no quiere que la busque. Dice que quiere... —la voz de Cassio se quebró, y por un momento pareció que no podía continuar—. Que quiere abandonarme. Enzo parpadeó, sorprendido, pero al final suspiró, comprendiendo las consecuencias. No quería sonar cruel,
C103- LLEVA MUERTO OCHO AÑOS.8 AÑOS DESPUÉS…El salón brillaba con un lujo opulento. Los candelabros de cristal colgaban del techo como joyas suspendidas, y las paredes estaban adornadas con cuadros de artistas renombrados. Luna estaba de pie junto a una mesa de mármol negro, con un vestido rojo que resaltaba su figura madura y su porte imponente.A sus 28 años, ya no era la joven ingenua de antes. Había aprendido a moverse en las sombras, fría y calculadora, con una visión del mundo moldeada por las manipulaciones de su padre. Sobre la mesa, revisaba unos documentos que claramente no eran legales, mientras uno de los guardaespaldas permanecía cerca, escuchando en silencio, como una sombra más del lugar.La puerta doble del salón se abrió, y Emiliano entró acompañado de sus propios guardaespaldas. Su cabello gris estaba perfectamente peinado, y su presencia llenaba el espacio con un aire de autoridad que nadie osaba desafiar. Al verla, una sonrisa se dibujó en su rostro.—Estrellita…