C81- CASSIO JR.Luna sintió cómo su corazón se derretía ante la fuerza de sus palabras, ante la pasión que Cassio ponía en cada sílaba. Pero esa emoción, ese calor que comenzaba a llenar su pecho, se empañó rápidamente con la realidad que no podía ignorar. Sara seguía en esa casa, y su presencia era un recordatorio constante de todo lo que los separaba.—Entonces, si es así... —dijo, su voz ahora teñida de una tristeza que no podía ocultar—. ¿Por qué ella sigue aquí? ¿Por qué?Cassio soltó su rostro y dio un paso atrás, pasando una mano por su cabello con frustración. Su expresión reflejaba la lucha interna que lo consumía.—Nena, ya te lo dije. Solo quiero ayudarla. La culpa...—¡No es tu m*****a culpa! —gritó Luna, incapaz de contenerse más—. ¡No es tu culpa, Cassio! ¿Cuándo vas a entenderlo?Él apretó las manos en puños, con el pecho subiendo y bajando por las respiraciones profundas mientras intentaba mantener el control. Finalmente, asintió, pero su mirada estaba oscurecida por s
C82- ERES UNA CELOSA, ¿SABÍAS?El silencio que siguió fue ensordecedor. Luna apretó los ojos con fuerza, intentando contener las lágrimas, pero una solitaria rodó por su mejilla. Sin embargo, un pensamiento irrumpió en su mente como un relámpago: Sara estaba en casa. Esa mujer aprovecharía cualquier oportunidad para acercarse a Cassio. Su llanto cesó de inmediato, se giró bruscamente en la cama y una avalancha de imágenes de la peliteñida tratando de ponerle las manos encima a su marido la atormentaron. —¡Maldit@ sea! —murmuró mientras se levantaba con prisa. Buscó su bata, se la puso casi a tientas y salió de la habitación.En el pasillo, la escena que encontró hizo que su sangre hirviera. Sara estaba allí, inclinada hacia Cassio con una sonrisa que Luna conocía demasiado bien. En realidad, ella había salido de su habitación para espiar, y todo parecía ir maravillosamente bien para ella… hasta que Luna apareció. Sara, al verla, maldijo en silencio, pero mantuvo su fachada de inocen
C83 - SECRETOS Y DECISIONES.Desde el incidente en la habitación, Luna había impuesto la ley del hielo. Cassio intentó acercarse un par de veces, pero su esposa reaccionaba como un puercoespín, erizando sus púas al menor intento de diálogo. Finalmente, llamó a Svetlana y soportó un sermón de casi una hora. Cuando ella por fin se tomó un respiro, soltó un seco: "Dale espacio", y colgó. Eso fue lo que hizo desde entonces.Suspiró, dejó la pluma sobre el escritorio y miró la fecha en el calendario. Los estudios debían llegar pronto. Su corazón latió con fuerza. Se removió en la silla, ansioso. En cuanto tuviera el resultado en sus manos, lo leería de inmediato. Si confirmaban lo que él deseaba, si de verdad podía hacer bebés, iría corriendo a contárselo a Luna. Besaría sus pies, se arrastraría si era necesario, pero haría todo para recuperarla.Ahora que lo pensaba con la cabeza más fría, reconocía lo estúpido que había sido. Se había dejado llevar por los celos y su propio dolor, y hab
C84-INSINUACIONES QUE HIEREN.Luna terminaba de acomodar las flores en el jarrón con precisión meticulosa cuando los pasos resonaron en el piso de mármol. No tuvo que girarse para saber quién era.—Vaya, qué dedicación. ¿Siempre te esfuerzas tanto en complacer a los demás? —la voz de Sara goteaba miel envenenada.Luna sintió el golpe, pero su expresión no varió. Sus manos siguieron trabajando entre los lirios y las rosas, ignorándola por completo. Sujetó un tallo con más fuerza de la necesaria, y la espina se clavó en su carne. La sangre manchó sus dedos, pero no mostró ni un atisbo de dolor.Sara, al notar la tensión, sonrió para sí misma.Disfrutaba molestándola, porque sabía que aunque Luna se mostrara fría y desinteresada, por dentro ardía. Era como dicen: el agua tanto cae sobre la roca que al final la rompe. Y ella era muy, muy persistente.Dio un paso más, tomó una rosa y cortó el tallo antes de dejarla en el jarrón.—Sabes, Cassio... él valora mucho los detalles —su tono era c
C85-PERDÓNAME, HIJO.—¿Crees que no me importas? —la voz de Cassio bajó, rota y vulnerable—. ¿Crees que no te amo? Dios mío, Luna, te estás alejando. Cada día te siento más lejos. Y lo único que quiero es... volver a ser lo que éramos. Recuperarte.Mientras, detrás de la puerta, Sara escuchaba, sus manos apretadas en puños. Lo que escuchaba no era lo que esperaba, sus ojos se entrecerraron.«Así que estas enamorado de ella. Perfecto. He sido demasiado paciente. Es hora de que tome medidas más directas»Con eso en mente se fue.Dentro de la habitación, Cassio avanzó hacia Luna con cautela. Y su voz tembló cuando volvió a hablar.—Mariposa, por favor, escúchame. Te amo. Te amo más que a nada en este mundo. Y sí, tengo miedo. Tengo miedo de perderte, de no ser suficiente, de no ser el padre que... que nuestro hijo necesita.Luna se quedó inmóvil y su expresión era de absoluta perplejidad.—¿Q-que... qué dices? —tartamudeó Luna, incapaz de comprender.Él tragó con dificultad, sus ojos ard
C86- AHORA MISMO SE MUDA.La luz matinal se filtraba entre las cortinas, bañando el estudio en un resplandor dorado. Cassio se mantenía de pie, rígido, con los brazos cruzados sobre el pecho. Su mirada helada perforaba a Sara, quien permanecía de pie, sin inmutarse.—Quiero que me lo expliques —exigió—. ¿Por qué le dijiste a Luna que yo te pedí que te quedaras?Sara no parpadeó. Su expresión era seria, casi despectiva.—¿Eso te dijo?—Sí, y le creo. Sé que Luna nunca me mentiría —Cassio avanzó un paso, su postura dominando la habitación—. Ahora quiero que me digas qué pretendes y que luego te vayas de mi casa.Un destello de rabia brilló en los ojos de Sara, pero su rostro se mantuvo inalterable. Sin embargo, su pecho subía y bajaba con un ritmo acelerado, y cuando habló, su voz se quebró con una mezcla de impotencia y dolor.—¡Eso no es cierto! Luna está mintiendo porque me odia… me odia porque me parezco a Sabrina. ¡Lo hace desde que llegué! —tragó y adoptó una expresión afligida—.
C87- EMBARAZARTE SIEMPRE.La habitación era pequeña, con paredes pálidas y un mobiliario modesto. Nada comparado con el lujo al que Sara estaba acostumbrada.Era una burla.Su cuerpo temblaba de rabia mientras recorría el espacio con la mirada. Compartir casa con los empleados…¿Cassio en serio la había degradado de esta manera?De un manotazo, tiró la lámpara de la mesita de noche. El estruendo retumbó en la habitación mientras la cerámica se hacía pedazos contra el suelo.—¡Maldita seas, Luna! —escupió, con el pecho agitándose de furia.Sus uñas se clavaron en sus palmas, la piel ardiendo con la rabia contenida.—No lo permitiré… Lo que siempre ha sido mío, seguirá siendo mío.Su respiración se tornó más pausada, controlada, pero el fuego en su mirada ardía con más intensidad que nunca.No importaba cuánto tuviera que esperar.No importaba cuánto tuviera que hacer.Luna iba a pagar.Se aseguraría de ello.[*]Ese mismo día, Cassio no había querido ocultarle la verdad a Luna. Opto por
C88-NÁUSEAS MATUTINAS. La tenue luz de la mañana se filtraba por las ventanas de la cocina, iluminando los muebles de madera pulida y los utensilios perfectamente alineados. Sara, apareció somnolienta y maldiciendo al colchón donde dormía, no era nada a lo que estuviera acostumbrada. Se acerco a donde dos empleadas de la mansión charlaban mientras desayunaban.—Ustedes —dijo Sara, interrumpiendo su conversación—. Prepárenme el desayuno. Algo saludable. No quiero cualquier cosa, quiero un soufflé de espárragos con una guarnición de frutas frescas.Las empleadas intercambiaron miradas rápidas, y luego, como si una chispa hubiera encendido su humor, estallaron en carcajadas.Sara frunció el ceño, su semblante se endureció aún más mientras las observaba con desdén.—¿Qué es tan gracioso, par de inútiles?Una de las mujeres, avanzó hacia ella con una sonrisa burlona pintada en los labios.—¿Quién te crees que eres para darnos órdenes? —dijo, cruzándose de brazos y mirándola de arriba a ab