C27- TRATO LIMPIO.El club estaba inusualmente tranquilo esa noche. Luna estaba detrás del mostrador, como Cassio lo había decidido, asegurándose de que estuviera a salvo, pero también visible. Desde ahí podía observar todo lo que pasaba sin estar demasiado expuesta. Mientras llenaba un vaso de cerveza, una voz familiar la detuvo en seco. Su cuerpo se tensó de inmediato, y el vaso en su mano tembló un poco.—¿Me sirves una cerveza, por favor? —dijo un hombre con tono casual.Luna giró lentamente. Su corazón dio un vuelco al reconocerlo. Esteban estaba frente a ella. Su cabello era más corto, su rostro más maduro, pero sus ojos seguían siendo los mismos: cálidos y llenos de curiosidad. Al verla, Esteban abrió los ojos con incredulidad, como si no pudiera creerlo.—¿Luna? ¿De verdad eres tú? —preguntó, sorprendido.Ella trató de sonreír, pero apenas logró curvar los labios. Sus ojos delataban nerviosismo y algo más que no podía esconder.—Hola… —respondió en un susurro.Esteban la observ
C28- UN RAPIDITO.Luna sintió un escalofrío recorrerle la espalda en el momento en que vio a Cassio detrás de Esteban. Su rostro era frío y su presencia tenía una intensidad que llenaba el aire. Ella tragó saliva, nerviosa, y casi de inmediato intentó explicarse.—Cassio, no es lo que parece, él solo…Pero él la ignoró por completo.Sus ojos, oscuros y gélidos, estaban fijos en Esteban mientras se plantaba frente a él. Luna sintió cómo su corazón latía con fuerza, y más cuando Esteban, lejos de intimidarse, se puso de pie para encararlo.La tensión entre ambos era palpable.―¿Quién eres y por qué carajos voy a perder mi mano?Cassio entrecerró los ojos y dio otro paso.―Tocabas algo que es mío y… soy muy receloso con lo que lleva mi marca. No me gusta compartir.Esteban apretó el ceño y miró a Luna.―¿Es tu jefe? —preguntó y volvió su mirada a Cassio—. Porque si así es como te preocupas por tus empleados… Tal vez deberías aprender a controlarte antes de venir a intimidar a alguien. Lu
C29- NOCHE DE TORMENTA.Había pasado tiempo desde que Luna comenzó a adaptarse al ambiente del club. Su vida había tomado un ritmo extraño pero constante. Ayudaba en la barra de vez en cuando, pero la mayor parte de su tiempo lo pasaba en la oficina con Cassio, organizando libros contables y revisando facturas.Aunque su tarea principal era encontrar a su padre, las noticias seguían sin llegar, y cada día sus esperanzas se marchitaban un poco más. Pero se repetía que no podía rendirse.No todavía.Cassio, en cambio, parecía disfrutar de esa convivencia forzada. Las risas compartidas, los besos robados, las cenas improvisadas; la relación entre ambos parecía adquirir una falsa apariencia de normalidad. Sin embargo, Luna sabía que nada de eso era real. Todo tenía un límite. Un contrato invisible que ambos habían firmado desde el principio. Ella entendía las reglas. Pero cada vez que él la miraba, cada vez que sonreía como si todo en el mundo fuera sencillo, su corazón traicionaba su lóg
C30- LO QUE TÚ NUNCA SERÁS.El dolor que esas palabras le causaron se reflejó en el rostro de Luna. Su pecho se apretó y sus labios temblaron, pero entonces sus ojos se posaron nuevamente en la fotografía. Y una sensación de rabia comenzó a crecer dentro de ella, y antes de que pudiera detenerse, las palabras salieron de su boca. —¿Quién es ella? —preguntó—. ¿Por qué te pone así? Es obvio que estás así por su causa.Cassio levantó la mirada, y sus ojos oscuros estaban lejos de ser cálidos. Sus sienes latían, y su mandíbula estaba más tensa que nunca. Cuando habló, su voz era baja, pero cargada de peligro. —Ella no es nadie que te interese, Luna. Y te convendría recordar tu lugar en mi vida. Solo eres una amante.Luna se congeló allí mismo, su pecho se oprimió como si una mano de hierro lo estrujara. —Cassio… ¿Por… por qué me dices eso? —preguntó con voz temblorosa. —Porque parece que lo olvidaste. —Los ojos de Cassio eran duros como el acero—. No eres mi novia, ni mi amiga, Luna. E
C31-LUNAAAA.La oficina del club estaba en completo silencio, salvo por el sonido de los bolígrafos deslizándose sobre el papel y el ocasional crujir de una silla. Luna revisaba unos archivos con total concentración, o al menos eso aparentaba. En realidad, su corazón seguía doliendo por las palabras de Cassio dos noches atrás, pero había decidido mantener su orgullo intacto. Si él había dejado claro que solo era su amante, entonces ella actuaría acorde a ese rol, aunque por dentro sintiera que se rompía en pedazos.Cassio, por otro lado, apenas podía concentrarse.Trabajaba por minutos y luego levantaba la mirada hacia Luna. Ella estaba allí, tan cerca, pero al mismo tiempo parecía a kilómetros de distancia. Ya no reía, no hacía bromas, no había coqueteo y, mucho menos, sexo. No es que él no pudiera exigir su derecho debido al contrato, pero la verdad era que deseaba desesperadamente recuperar lo que habían tenido, aunque fuera por un breve instante.Se arrepentía profundamente de sus
C32- ¿ALGÚN PROBLEMA?Luna estaba sentada frente a Esteban, pero su mente estaba lejos, atrapada en un torbellino de pensamientos sobre Cassio. A pesar de que trataba de enfocarse en la conversación, las palabras de él de hace dos noches seguían dándole vueltas en la cabeza. Le dolían, claro que sí, pero su orgullo siempre había sido más fuerte que cualquier otra cosa, y no estaba dispuesta a ceder. Necesitaba trazar una línea, una definitiva, aunque esa línea fuese más para ella misma que para él. Había aceptado salir con Esteban esa noche no porque quisiera, sino porque lo necesitaba tranquilo. Desde la discusión que Cassio y él habían tenido, Esteban no había parado de bombardearla con mensajes llenos de preocupación. Lo último que quería era que se inmiscuyera en los negocios de Cassio, porque sabía lo peligroso que podía ser eso.—¿Luna? ¿Me estás escuchando? —preguntó Esteban, con el ceño fruncido.—¿Qué? Oh… lo siento, estaba distraída —respondió ella, sacudiendo la cabeza como
C33- LE PEDÍ QUE TE ABANDONARA.Cassio frunció el ceño, ignorando completamente a Esteban, que lo observaba con una mezcla de curiosidad y desprecio. —Luna, deja de jugar. Sabes que esto es ridículo. Ella inclinó la cabeza, como si estuviera considerando sus palabras, y luego sonrió con una frialdad que helaba el aire. —¿Ridículo? Ridículo es que vengas hasta aquí a armar una escena, Cassio. ¿No tienes algo mejor que hacer? Cassio apretó los dientes, claramente molesto por su actitud tranquila. —No puedes estar aquí con él. —¿Y por qué no? —replicó Luna, cruzando los brazos—. No lo olvides, Cassio, nadie se mete en la vida del otro.Esteban, al escuchar esto, frunció aún más el ceño. Algo en sus palabras confirmaba sus sospechas: la relación entre Luna y Cassio iba mucho más allá de la de jefe y empleada. Los murmullos comenzaron a extenderse entre los clientes cercanos, pero Luna no parecía afectada. Cassio, en cambio, empezaba a sentir el peso de las miradas. —Luna, sabes que
C34- ¿QUIERES QUEDARTE CON ÉL?Cassio había mantenido la misma actitud fría hacia Luna desde aquella noche, como si nada le afectara, pero en realidad, sus palabras seguían clavadas en su mente. Se preguntaba, una y otra vez, por qué algo que le dijo una mujer que, según él, iba a desechar tarde o temprano, podía lastimarlo tanto. Le resultaba insoportable admitir que, de algún modo, ella tenía un poder sobre él que nunca le había concedido a nadie más. Esa noche, después de una reunión tediosa, se levantó de su asiento y fue directo por un whisky. El licor quemó al bajar por su garganta, pero no lo suficiente como para calmar el nudo en su pecho. Como cada noche, miró a través del cristal hacia el área del bar. Ahí estaba Luna, trabajando detrás de la barra, moviéndose con una elegancia que parecía desafiar las reglas del lugar. Y a pesar de que Cassio había dado órdenes explícitas de que nadie la molestara, siempre había uno o dos idiotas que, después de unas copas de más, intentab