C25- CUANDO LAS GANAS LLEGAN.La oficina, un espacio normalmente reservado para asuntos serios y negociaciones oscuras, se había transformado en un escenario de pasión desenfrenada. Cassio, el temido mafioso de Palermo había sucumbido a sus deseos más primitivos en presencia de Luna, una mujer que encendía su fuego interior como ninguna otra. La lujuria se apoderó de ellos en ese instante, y ahora, en medio de papeles y documentos, el deseo se desataba sin control.Ella con su cabello revuelto y su ropa desaliñada, estaba sobre el escritorio exponiendo su cuerpo a su mirada voraz. Sus piernas estaban abiertas, recibiéndolo, mientras sus pechos turgentes se movían al ritmo de los embestidas de Cassio.―No me importa si estamos en mi oficina o en medio del infierno, Mariposa. Cuando te quiero, te tengo. Y ahora mismo, te quiero completamente.Luna gimió de placer. La sensación de ser llenada por Cassio era indescriptible, arqueó su espalda, ofreciéndose aún más a su amante.Con cada em
C26- ELLA NO TIENE PORQUE SABERLO.En la oficina del club, Leonardo, sentado cómodamente en un sillón de cuero, jugueteaba con un vaso de whisky en la mano. Su sonrisa burlona seguía en sus labios, mientras sus ojos se clavaban en Cassio, quien permanecía de pie, con los hombros tensos y las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta.—¿Y bien? ¿Qué es eso tan importante?Leonardo suspiró teatralmente y le dio un sorbo a su whisky antes de dejar el vaso sobre la mesa.—¿Sigues enojado? Te juro que no te vi nada… Bueno, al menos no lo suficiente como para traumatizarme.Cassio rodó los ojos y apretó las manos, claramente incómodo.—¿Quieres ir al grano? No estoy para juegos —gruñó.Leonardo levantó las manos en un gesto de rendición, pero su sonrisa burlona no desapareció.—¿Por qué tanta prisa? ¿Es porque la linda chica te dejó solo? —preguntó con un tono divertido—. Se veía molesta, y no es para menos. El escritorio es incómodo, pudiste, no sé… irte a una de las habitaciones del c
C27- TRATO LIMPIO.El club estaba inusualmente tranquilo esa noche. Luna estaba detrás del mostrador, como Cassio lo había decidido, asegurándose de que estuviera a salvo, pero también visible. Desde ahí podía observar todo lo que pasaba sin estar demasiado expuesta. Mientras llenaba un vaso de cerveza, una voz familiar la detuvo en seco. Su cuerpo se tensó de inmediato, y el vaso en su mano tembló un poco.—¿Me sirves una cerveza, por favor? —dijo un hombre con tono casual.Luna giró lentamente. Su corazón dio un vuelco al reconocerlo. Esteban estaba frente a ella. Su cabello era más corto, su rostro más maduro, pero sus ojos seguían siendo los mismos: cálidos y llenos de curiosidad. Al verla, Esteban abrió los ojos con incredulidad, como si no pudiera creerlo.—¿Luna? ¿De verdad eres tú? —preguntó, sorprendido.Ella trató de sonreír, pero apenas logró curvar los labios. Sus ojos delataban nerviosismo y algo más que no podía esconder.—Hola… —respondió en un susurro.Esteban la observ
C28- UN RAPIDITO.Luna sintió un escalofrío recorrerle la espalda en el momento en que vio a Cassio detrás de Esteban. Su rostro era frío y su presencia tenía una intensidad que llenaba el aire. Ella tragó saliva, nerviosa, y casi de inmediato intentó explicarse.—Cassio, no es lo que parece, él solo…Pero él la ignoró por completo.Sus ojos, oscuros y gélidos, estaban fijos en Esteban mientras se plantaba frente a él. Luna sintió cómo su corazón latía con fuerza, y más cuando Esteban, lejos de intimidarse, se puso de pie para encararlo.La tensión entre ambos era palpable.―¿Quién eres y por qué carajos voy a perder mi mano?Cassio entrecerró los ojos y dio otro paso.―Tocabas algo que es mío y… soy muy receloso con lo que lleva mi marca. No me gusta compartir.Esteban apretó el ceño y miró a Luna.―¿Es tu jefe? —preguntó y volvió su mirada a Cassio—. Porque si así es como te preocupas por tus empleados… Tal vez deberías aprender a controlarte antes de venir a intimidar a alguien. Lu
C29- NOCHE DE TORMENTA.Había pasado tiempo desde que Luna comenzó a adaptarse al ambiente del club. Su vida había tomado un ritmo extraño pero constante. Ayudaba en la barra de vez en cuando, pero la mayor parte de su tiempo lo pasaba en la oficina con Cassio, organizando libros contables y revisando facturas.Aunque su tarea principal era encontrar a su padre, las noticias seguían sin llegar, y cada día sus esperanzas se marchitaban un poco más. Pero se repetía que no podía rendirse.No todavía.Cassio, en cambio, parecía disfrutar de esa convivencia forzada. Las risas compartidas, los besos robados, las cenas improvisadas; la relación entre ambos parecía adquirir una falsa apariencia de normalidad. Sin embargo, Luna sabía que nada de eso era real. Todo tenía un límite. Un contrato invisible que ambos habían firmado desde el principio. Ella entendía las reglas. Pero cada vez que él la miraba, cada vez que sonreía como si todo en el mundo fuera sencillo, su corazón traicionaba su lóg
C30- LO QUE TÚ NUNCA SERÁS.El dolor que esas palabras le causaron se reflejó en el rostro de Luna. Su pecho se apretó y sus labios temblaron, pero entonces sus ojos se posaron nuevamente en la fotografía. Y una sensación de rabia comenzó a crecer dentro de ella, y antes de que pudiera detenerse, las palabras salieron de su boca. —¿Quién es ella? —preguntó—. ¿Por qué te pone así? Es obvio que estás así por su causa.Cassio levantó la mirada, y sus ojos oscuros estaban lejos de ser cálidos. Sus sienes latían, y su mandíbula estaba más tensa que nunca. Cuando habló, su voz era baja, pero cargada de peligro. —Ella no es nadie que te interese, Luna. Y te convendría recordar tu lugar en mi vida. Solo eres una amante.Luna se congeló allí mismo, su pecho se oprimió como si una mano de hierro lo estrujara. —Cassio… ¿Por… por qué me dices eso? —preguntó con voz temblorosa. —Porque parece que lo olvidaste. —Los ojos de Cassio eran duros como el acero—. No eres mi novia, ni mi amiga, Luna. E
C31-LUNAAAA.La oficina del club estaba en completo silencio, salvo por el sonido de los bolígrafos deslizándose sobre el papel y el ocasional crujir de una silla. Luna revisaba unos archivos con total concentración, o al menos eso aparentaba. En realidad, su corazón seguía doliendo por las palabras de Cassio dos noches atrás, pero había decidido mantener su orgullo intacto. Si él había dejado claro que solo era su amante, entonces ella actuaría acorde a ese rol, aunque por dentro sintiera que se rompía en pedazos.Cassio, por otro lado, apenas podía concentrarse.Trabajaba por minutos y luego levantaba la mirada hacia Luna. Ella estaba allí, tan cerca, pero al mismo tiempo parecía a kilómetros de distancia. Ya no reía, no hacía bromas, no había coqueteo y, mucho menos, sexo. No es que él no pudiera exigir su derecho debido al contrato, pero la verdad era que deseaba desesperadamente recuperar lo que habían tenido, aunque fuera por un breve instante.Se arrepentía profundamente de sus
C32- ¿ALGÚN PROBLEMA?Luna estaba sentada frente a Esteban, pero su mente estaba lejos, atrapada en un torbellino de pensamientos sobre Cassio. A pesar de que trataba de enfocarse en la conversación, las palabras de él de hace dos noches seguían dándole vueltas en la cabeza. Le dolían, claro que sí, pero su orgullo siempre había sido más fuerte que cualquier otra cosa, y no estaba dispuesta a ceder. Necesitaba trazar una línea, una definitiva, aunque esa línea fuese más para ella misma que para él. Había aceptado salir con Esteban esa noche no porque quisiera, sino porque lo necesitaba tranquilo. Desde la discusión que Cassio y él habían tenido, Esteban no había parado de bombardearla con mensajes llenos de preocupación. Lo último que quería era que se inmiscuyera en los negocios de Cassio, porque sabía lo peligroso que podía ser eso.—¿Luna? ¿Me estás escuchando? —preguntó Esteban, con el ceño fruncido.—¿Qué? Oh… lo siento, estaba distraída —respondió ella, sacudiendo la cabeza como