C148-SI DECIDES DESOBEDECERME.Apenas cruzaron la puerta, Eros no le dio a Lucy la oportunidad de retroceder. La acorraló contra la pared con una fuerza controlada y, antes de que pudiera exhalar siquiera una palabra, su boca tomó la de ella en un beso dominante. No había ternura, solo hambre, un recordatorio claro de quién tenía el control. Y cuando se apartó, su mirada se clavó en la de ella: oscura, intensa.—¿Crees que puedes jugar conmigo? —murmuró, con una media sonrisa que no hacía más que aumentar la tensión entre ellos—. Sabes que siempre gano.El corazón de Lucy latía con fuerza, pero no por miedo. La forma en que Eros la miraba, la manera en que su aliento rozaba su piel, la atrapaba sin remedio. Sintió cómo su mano descendía lentamente, con una paciencia tortuosa, hasta que sus nudillos rozaron uno de sus pezones endurecidos por la excitación. Fue un contacto sutil, pero suficiente para que Lucy contuviera el aliento.—¿Estás nerviosa? —preguntó Eros con voz provocadora—.
C149- LADOS OPUESTOS.A la mañana siguiente, la habitación aún olía a la noche anterior. Cassio estaba acostado de lado, observando a Luna con una sonrisa satisfecha. Su mano se deslizó lentamente por la curva de su espalda desnuda, sintiéndola, asegurándose de que era real. —No puedo controlarte, Luna —murmuró con voz ronca, con esa mezcla de frustración y adoración que solo ella le provocaba—. Pero tampoco quiero perderte. Luna se giró hacia él, sus ojos brillaban con ternura y picardía. —No necesito que me controles, Cassio —susurró, deslizando un dedo por su mandíbula—. Solo que me ames. Ambos rieron, una risa baja, íntima. Cassio aprovechó para atraparla bajo su peso y empezar a dejarle besos por todo el rostro, provocando que ella se retorciera de risa entre sus brazos. —Cassio, basta —dijo entre risas, empujándolo sin mucha fuerza. —Nunca —murmuró él contra su cuello, deleitándose en el sonido de su risa. De repente, Luna dejó de reír y lo miró con un brillo curioso en l
C150- NO QUIERO HIJOS.―¡¿Se quiere divorciar?! ―preguntó un Cassio atónito. Eros dejó la taza de café sobre la mesa con un leve golpeteo. Su mandíbula se tensó antes de soltar una mueca irónica. —Eso fue lo que dijo esta mañana —murmuró—. Y cuando regresé... ni siquiera me dirigió la palabra. Cassio alzó una ceja, ladeando la cabeza con interés. —Bueno, pero ¿qué hiciste? Pensé que ustedes... Eros dejó salir el aire con lentitud, se recostó en la silla y pasó una mano por su nuca. No respondió de inmediato, como si buscara las palabras adecuadas. Finalmente, se inclinó un poco hacia adelante. —Sí, tuvimos sexo, pero... —dijo con una incomodidad evidente. Carraspeó y miró a un punto indeterminado en la mesa—. Al último momento, ella dijo que dejó de tomar los anticonceptivos. Cassio frunció el ceño. —Espera... ¿me estás diciendo que se van a divorciar porque... ella quiere tener hijos y tú no? Eros no respondió enseguida, pero luego asintió, con expresión sombría. —No quiero
C151- CUESTIÓN DE TIEMPO.—¿Y qué es lo que tienes que hablar con mi mujer? ¿Qué haces en mi casa, irlandés? El aire pareció espesarse al instante. Jared sintió el estremecimiento en el ambiente antes de ver a su padre. Cassio estaba en la entrada, su mirada fija en Kieran, la tensión marcándole la mandíbula. Luna tragó saliva y se movió con nerviosismo, sintiéndose atrapada entre ambos. —¡Papá! —exclamó Jared, corriendo hacia él y abrazándolo fuerte. Luego alzó la mirada, su voz cargada de inocente anhelo—. El abuelo no vino con Kieran. ¿Podemos ir a verlo? Lo extraño. Cassio tensó la expresión. Y el nombre de Emiliano cayó como un peso en el aire. —Cassio... —Luna se acercó con cautela, su voz tratando de ser una cuerda que uniera las piezas antes de que todo se rompiera—. Kieran está aquí porque quiere hablar con nosotros. Cassio miró al irlandés, alzando una ceja con frialdad. —Interesante. ¿Cómo nos encontraste? Kieran soltó una risa burlesca. —Como le dije a mo chuisle (m
C152-UN LUGAR ESPECIAL.El parque estaba lleno de risas infantiles y el suave murmullo de las conversaciones de los padres y niñeras que vigilaban a los pequeños. Jared corría de un lado a otro, mientras Ana, la niñera, lo seguía con la mirada, siempre alerta.Cassio, había sido claro: "No lo pierdas de vista ni un segundo."Entre los árboles, una figura observaba. Emiliano, vestía un traje impecable y sus ojos no se apartaban del niño, su nieto. Había esperado semanas para este momento, estudiando cada movimiento, cada rutina, cada detalle.Hoy era el día.Jared, al girar hacia el columpio, lo vio. Su carita se iluminó de inmediato, y con una sonrisa amplia, gritó: —¡Abuelo!Ana se tensó al escuchar al niño. Sus ojos lo buscaron rápidamente y lo vio correr.Emiliano se acercó y lo recibió con los brazos abiertos, Ana, sin embargo, no perdió tiempo fue tras él.—¿Quién es usted? —preguntó, con tono cortante, interponiéndose entre Emiliano y el niño.—Soy su abuelo ¿No te lo ha dicho J
C153- TODO MENOS ESO.El auto siguió avanzando, solo el ronroneo del motor y la respiración tranquila de Jared rompían el silencio. Jared dormía profundamente, con restos de helado de chocolate aún en la comisura de los labios.Emiliano giró el rostro hacia él.—Puede que ahora no lo entiendas —susurró, casi para sí mismo—. Pero algún día lo harás. Algún día me agradecerás por haberte salvado de ellos.Pero entonces, la imagen de Luna irrumpió en su mente como un golpe seco. Su mirada, su voz, y algo dentro de él se retorció, pero lo apartó con frialdad.—No, esto no es crueldad —se dijo—. Esto es lo correcto.Luna había elegido a ese infeliz antes que a él. Su padre. Lo había traicionado, lo había dejado atrás. Y peor aún, había condenado a Jared a una vida de debilidad.—No fuiste leal, Estrellita —pensó con amargura—. Y no tienes lo necesario para criarlo. Lo estás condenando a ser débil… a ser como él. Y el mundo no perdona a los débiles.Con esa idea afianzando su determinación,
C154- CARRERA CONTRA EL TIEMPO.El auto avanzaba por la carretera. El motor zumbaba de fondo, pero no lo suficiente para silenciar los latidos acelerados de Jared, quien se removió inquieto en su asiento, mirando a su abuelo con el ceño fruncido. Algo no estaba bien.—¿A dónde vamos? —preguntó.Emiliano, con las manos firmes en el volante, no apartó la vista del camino.—A un lugar bonito —respondió, con un tono neutro, casi demasiado casual.Jared sintió un escalofrío. No le gustaba la respuesta. No le gustaba nada de esto.—Abuelo… ya no quiero ir a ningún lado. Quiero regresar a casa.El agarre de Emiliano en el volante se tensó, tanto que sus nudillos palidecieron.—Jared, escúchame —dijo, intentando sonar paciente—. Esto es por tu bien, pequeño. Guarda silencio y espera a que lleguemos.Pero Jared negó con la cabeza con vehemencia.—No. Quiero a mi mamá y a mi papá. Quiero ir a casa.En un instante, las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos. La angustia le apretaba el pecho. Algo
C155- ADIÓS, ESTRELLITA.—¡Papá!El niño intentó correr hacia Cassio, sus piernas moviéndose con torpeza por la desesperación. Pero la mano de Emiliano lo atrapó de un brazo, deteniéndolo en seco. Jared forcejeó, y pataleó con fuerza.—¡Déjame! ¡Déjame, quiero ir con papá!Cassio dio un paso al frente, pero entonces lo vio.El cambio en Emiliano fue brutal. Sus facciones se endurecieron, su mirada se volvió impenetrable, helada. Por primera vez, no había rastros del hombre que había sido padre de Luna. Solo quedaba un hombre de la mafia. Con la misma frialdad con la que ordenaba una ejecución, sujetó a Jared contra su cuerpo y le apuntó a la cabeza con un arma.—Aléjense —su voz fue un cuchillo lento deslizándose en la garganta de todos—. Tú y tus hombres. O será él quien pague las consecuencias.Cassio se paralizó.Su rostro, siempre impenetrable, se quebró en un pánico que apenas lograba contener. Su pecho subía y bajaba con rapidez. Pero fue Luna quien rompió la contención.Había a