C151- CUESTIÓN DE TIEMPO.—¿Y qué es lo que tienes que hablar con mi mujer? ¿Qué haces en mi casa, irlandés? El aire pareció espesarse al instante. Jared sintió el estremecimiento en el ambiente antes de ver a su padre. Cassio estaba en la entrada, su mirada fija en Kieran, la tensión marcándole la mandíbula. Luna tragó saliva y se movió con nerviosismo, sintiéndose atrapada entre ambos. —¡Papá! —exclamó Jared, corriendo hacia él y abrazándolo fuerte. Luego alzó la mirada, su voz cargada de inocente anhelo—. El abuelo no vino con Kieran. ¿Podemos ir a verlo? Lo extraño. Cassio tensó la expresión. Y el nombre de Emiliano cayó como un peso en el aire. —Cassio... —Luna se acercó con cautela, su voz tratando de ser una cuerda que uniera las piezas antes de que todo se rompiera—. Kieran está aquí porque quiere hablar con nosotros. Cassio miró al irlandés, alzando una ceja con frialdad. —Interesante. ¿Cómo nos encontraste? Kieran soltó una risa burlesca. —Como le dije a mo chuisle (m
C152-UN LUGAR ESPECIAL.El parque estaba lleno de risas infantiles y el suave murmullo de las conversaciones de los padres y niñeras que vigilaban a los pequeños. Jared corría de un lado a otro, mientras Ana, la niñera, lo seguía con la mirada, siempre alerta.Cassio, había sido claro: "No lo pierdas de vista ni un segundo."Entre los árboles, una figura observaba. Emiliano, vestía un traje impecable y sus ojos no se apartaban del niño, su nieto. Había esperado semanas para este momento, estudiando cada movimiento, cada rutina, cada detalle.Hoy era el día.Jared, al girar hacia el columpio, lo vio. Su carita se iluminó de inmediato, y con una sonrisa amplia, gritó: —¡Abuelo!Ana se tensó al escuchar al niño. Sus ojos lo buscaron rápidamente y lo vio correr.Emiliano se acercó y lo recibió con los brazos abiertos, Ana, sin embargo, no perdió tiempo fue tras él.—¿Quién es usted? —preguntó, con tono cortante, interponiéndose entre Emiliano y el niño.—Soy su abuelo ¿No te lo ha dicho J
C153- TODO MENOS ESO.El auto siguió avanzando, solo el ronroneo del motor y la respiración tranquila de Jared rompían el silencio. Jared dormía profundamente, con restos de helado de chocolate aún en la comisura de los labios.Emiliano giró el rostro hacia él.—Puede que ahora no lo entiendas —susurró, casi para sí mismo—. Pero algún día lo harás. Algún día me agradecerás por haberte salvado de ellos.Pero entonces, la imagen de Luna irrumpió en su mente como un golpe seco. Su mirada, su voz, y algo dentro de él se retorció, pero lo apartó con frialdad.—No, esto no es crueldad —se dijo—. Esto es lo correcto.Luna había elegido a ese infeliz antes que a él. Su padre. Lo había traicionado, lo había dejado atrás. Y peor aún, había condenado a Jared a una vida de debilidad.—No fuiste leal, Estrellita —pensó con amargura—. Y no tienes lo necesario para criarlo. Lo estás condenando a ser débil… a ser como él. Y el mundo no perdona a los débiles.Con esa idea afianzando su determinación,
C154- CARRERA CONTRA EL TIEMPO.El auto avanzaba por la carretera. El motor zumbaba de fondo, pero no lo suficiente para silenciar los latidos acelerados de Jared, quien se removió inquieto en su asiento, mirando a su abuelo con el ceño fruncido. Algo no estaba bien.—¿A dónde vamos? —preguntó.Emiliano, con las manos firmes en el volante, no apartó la vista del camino.—A un lugar bonito —respondió, con un tono neutro, casi demasiado casual.Jared sintió un escalofrío. No le gustaba la respuesta. No le gustaba nada de esto.—Abuelo… ya no quiero ir a ningún lado. Quiero regresar a casa.El agarre de Emiliano en el volante se tensó, tanto que sus nudillos palidecieron.—Jared, escúchame —dijo, intentando sonar paciente—. Esto es por tu bien, pequeño. Guarda silencio y espera a que lleguemos.Pero Jared negó con la cabeza con vehemencia.—No. Quiero a mi mamá y a mi papá. Quiero ir a casa.En un instante, las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos. La angustia le apretaba el pecho. Algo
C155- ADIÓS, ESTRELLITA.—¡Papá!El niño intentó correr hacia Cassio, sus piernas moviéndose con torpeza por la desesperación. Pero la mano de Emiliano lo atrapó de un brazo, deteniéndolo en seco. Jared forcejeó, y pataleó con fuerza.—¡Déjame! ¡Déjame, quiero ir con papá!Cassio dio un paso al frente, pero entonces lo vio.El cambio en Emiliano fue brutal. Sus facciones se endurecieron, su mirada se volvió impenetrable, helada. Por primera vez, no había rastros del hombre que había sido padre de Luna. Solo quedaba un hombre de la mafia. Con la misma frialdad con la que ordenaba una ejecución, sujetó a Jared contra su cuerpo y le apuntó a la cabeza con un arma.—Aléjense —su voz fue un cuchillo lento deslizándose en la garganta de todos—. Tú y tus hombres. O será él quien pague las consecuencias.Cassio se paralizó.Su rostro, siempre impenetrable, se quebró en un pánico que apenas lograba contener. Su pecho subía y bajaba con rapidez. Pero fue Luna quien rompió la contención.Había a
C156-LE HARÍA PAGAR.Lucy estaba sentada en la orilla de su cama, con la mirada perdida en la pared. La habitación estaba en penumbras, apenas iluminada por la lámpara de su mesita de noche. En su mano temblorosa, sostenía la tarjeta de una clínica de fertilidad en Boston.Su corazón latía con fuerza, porque por primera vez en su vida estaba siendo egoísta.Siempre había puesto a los demás primero, siempre había esperado que Eros cambiara, que llegara el momento de convertirse en padres.Pero él no quería hijos. Nunca los había querido.Y aunque lo amaba, lo amaba con locura, con cada parte de su ser, sabía que nunca le daría lo que más anhelaba. Se había convencido de que podía vivir con eso, hasta que un día dejó de creerlo. Y ahora, por primera vez, tomaba una decisión solo por ella.Iba a tener un bebé, con o sin él.El sonido del teléfono la sacó de su ensimismamiento. Frunció el ceño al ver el número. Era uno de los hombres de Eros. Algo en su pecho se tensó mientras deslizaba e
C156- NO TARDES.El aire fue roto solo por los sollozos de Luna y el llanto ahogado de Jared, que se aferraba a su madre como si el mundo entero pudiera desmoronarse en cualquier momento. Cassio permanecía de pie, inmóvil, su mirada fija en el agua oscura donde Emiliano había desaparecido. Su rostro, siempre tan controlado, ahora mostraba una mezcla de alivio y dolor, como si una parte de él hubiera querido que todo terminara de otra manera.Jared se aferró al cuello de su madre y luego alzó la cabeza, su carita empapada en lágrimas.—El abuelo era malo, malo... —dijo, con el ceño fruncido y el labio temblando—. Nos hacía daño, mamá.Luna sintió cómo se le rompía el corazón. Abrazó con fuerza a su hijo, cubriéndolo de besos en el cabello.—Ya no te hará más daño, mi amor —le prometió con la voz quebrada—. Nunca más.Cassio soltó el aire que había estado conteniendo y se acercó, sin decir nada más, la levantó con suavidad y la besó lentamente, con una ternura que contrastaba con el cao
C157: DEBISTE MATARME.Eros no pudo contenerse. Su puño se estrelló contra la cara del guardaespaldas, enviándolo al suelo de un solo golpe. —Eres un maldito inútil —escupió con frialdad, mirándolo con desprecio—. Te dejé a cargo de su seguridad y la dejaste ir. ¿Así de fácil? El hombre escupió sangre y alzó la mirada, aturdido. —Lo siento, señor —balbuceó—. Pero ella estaba decidida a irse. No sé qué le dijeron, pero... Pierre está cubierto de sangre. La mandíbula de Eros se tensó hasta el punto de doler. Su mirada se oscureció mientras giraba hacia otro de sus hombres. —¿Localizaron a Pierre? El subordinado tragó en seco antes de dar un paso adelante, nervioso. —Sí, señor... Está en Rue des Friches. Tiene un disparo en la frente. —Maldito... —murmuró Eros, sabiendo que Ezra no dejaría pistas.Cassio, de pie a su lado, se acercó un poco más. —Tiene que haber una manera de dar con Ezra —dijo; su tono era grave—. Ese cabrón está desequilibrado. Lucy a su lado corre peligro. Er