ALMA REBELDE (S.O.S)
ALMA REBELDE (S.O.S)
Por: Jhoi Páez
Capítulo 01

¿Donde está mi familia?

            El reloj alarma suena como de costumbre, en aquella habitación de rosa pálido y posters de bandas.

Helen, la chica de cabellos castaño que mueve entre sus sabanas, y se queja por el brillo del sol pegando en sus ojos, se levanta desganada y mirando a su alrededor.

— ¿Cómo he llegado a casa tan pronto? —Preguntó.

Bajó de su cama soltando un bufido y caminó directo al baño para hacer su rutina, la cual consiste en: lavar su cuerpo, mirarse unos segundos al espejo descifrando que hacer con su cabello, cepillar los dientes mientras parece un zombi y por último sus necesidades 1 y 2.

Sale en busca de algo cómodo para ponerse, abre su armario y suelta un grito a los cuatro vientos.

— ¡Roberth! —se escucha por toda la casa, como es de costumbre cuando está enojada con su hermano mayor.

Su armario se encontraba completamente vacío, ni una prenda que vestir.

¿Ahora cómo le haría para llegar al colegio?

—Voy a matarlo, odio sus estúpidas bromas.

Camina por toda la casa, dando cuenta que no hay nadie en esta. Quizás sus padres nuevamente se han ido de viaje sin avisar, para luego traerle un regalo de disculpa; su hermano en la universidad, que estudia de 7am a 12m, siempre toma un receso de almuerzo junto a su novia Claudia, luego van al gimnasio para llegar a casa a media noche y hacerle bromas pesadas a su hermana.

Bufa al no encontrar nada en la lacena de comer, entra al pasillo de lavado para buscar ropa tendida, se entusiasma al encontrar dos camisas de su hermano las cuales son sus favoritas al igual que un pantalón deportivo y unos jeans desgastados.

Se los coloca sin quejas, sabe que su hermano al verla morirá de la rabia y eso hace que ella coloque una enorme sonrisa.

Sale como de costumbre con su morral en brazos. Entrecierra sus ojos por el resplandor del sol, observa su alrededor y ve un perfecto día soleado.

Todo parece ir bien mientras baja la colina donde se encuentra su casa, pero nota aquel silencio extraño. Por lo general, su vecina Susan está gritando a sus hijos que hagan silencio, a su vecino Dylan quien sale a caminar y a la fiel señora Carmen sentada en la silla del porche, que por cierto es la única que ve y saluda desde el otro lado de la acera.

La mujer la observa desde que entra a su campo visual hasta que sale de él, sin mover ni un músculo solo su cabeza y una mirada que le causa terror.

Es normal ver a la señora Carmen sola, siempre lo está, por culpa de los chismes que se corrieron en la comunidad los cuales decían que ella podía ver espíritus y maldecir a la gente.

Helen hecho una fuerte carcajada al viento por pensar en tal tontería. En los años que conocía a la señora Carmen sabía que esa mujer era un amor, todo lo contrario a lo que los chismes decían.

Llego al colegio, ETRZ Basic. Aquel al que ha asistido desde su primer día de secundaria.

Le extraño no oír nada, lo de costumbre era escuchar mucho ruido por parte de todos, los deportistas jugando en plena calle transitada, los de grupo emo a un lado del instituto burlando a los skate y sus caídas, las adictas a las selfies tomarse fotos en la entrada. Pero hoy no era un día común, ninguno de los mencionados antes se encontraban a la vista.

— ¿Dónde están todos? , ¿Hoy no habrá clases?

Pensó para sí misma y se adentró en aquellas instalaciones que conocía muy bien. Todo el aire retenido hace un momento por miedo a no saber que esperar, salió de golpe al ver a su amiga Kattia como de costumbre pelear con Hanna en los casilleros.

— Esto ya no es raro en un ustedes.

Kattia la miro por el rabillo del ojo al comprobar de quien se trataba y una enorme sonrisa se posó en su rostro y salto sobre su mejor amiga de infancia.

—Helen, ya era hora... Hace tanto que te estamos esperando.

Su cabello rubio estaba libre, se notaba al ver eso rizos bailar al compás del viento, sus ojos cafés y sus labios de tono rojo coqueto la hacían lucir menor de edad, aún más de lo que ya era.

—Ay sí, todos ignoren a Hanna.

Miraron a la castaña quien hacia un puchero que la hacía ver muy chistosa, algo que ella notó y al ver a sus amigas reír como locas las acompaño.

—No te ignoramos Han, y Kat solo no me has visto desde... —Enumera con los dedos— hace 24 horas que llegue de la fiesta de mi tío Arnold. Hanna y Kattia se miraron entre sí, como toda amiga de vida cuando se cuentan cosas solo con verse.

—Helen ¿qué hiciste ayer?

La rubia no paraba de mirarla con ansiedad, pero para Helen era algo normal, siempre que quería saber un buen chisme se colocaba impaciente la chica.

—Pues, creo que beber hasta perder el conocimiento y llegar a casa de madrugada.

Se echó a reír esperando la misma acción de sus amigas, algo que no llego.

— ¿Qué sucede? ¿Acaso hay algún chisme de mí corriendo por allí? ¿Otra vez Val invento algo?

Valeria (Val) la chica que odiaba a Helen por una única razón, Elliot el chico que cautivo sin saber a la pelirroja, y termino enamorado de la castaña hasta volverse su novio oficial

—No, mira Helen tú, nosotros...

Las palabras quedaron al viento, ya el castaño ojos verdes tenia apresado los labios de la chica y su cuerpo tan unido al de él.

—Elliot ¡no hagas eso! —comenta Helen entre risas, que si nos ve el director otra vez nos suspende.

Él ríe y la mira, al encontrar cierto brillo de sinceridad en su novia se queda serio y con el ceño fruncido.

Kattia ve con un extraño gesto al chico, este asiente aun con el ceño fruncido. De momento su expresión cambia a una más alegre.

—Ya veo, ¿cómo te fue en la fiesta amor? —Su novio había vuelto a ser tan tierno y animado como ha sido desde el primer día.

—Pues la verdad no lo recuerdo, pero lo bueno es que no he amanecido con resaca, mareos, o nauseas.

Hace un gesto que hace reír a sus amigos y al notar que el tiempo se le ha ido de las manos, se extraña.

— ¿Por qué no habrá sonado la campana?

Siempre, cada día a quince para las ocho el molesto ¡Ring! ¡Ring! Que le hacía correr a clases antes de llevarse un buen sermón.

—Porque ya ha sonado, —contesta algo nerviosa la castaña de nombre Hanna.

—Mm, que raro no lo escuche. ¿Entonces por qué no vamos a clases?

Esta vez fue el novio, quien con un beso seguido de sonrisa la tomo de la mano.

—Es cierto, vamos a clases o tus buenas calificaciones decaerán.

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