El líder de los mercenarios contratado por Alfa se adentró en el enorme cuarto, sus pasos resonando con un eco siniestro en las paredes de concreto. El lugar, oscuro y opresivo, parecía un búnker abandonado, lo que lo hacía aún más inquietante. Las luces parpadeantes apenas iluminaban las caras tensas de Martínez y sus hombres, quienes se mantenían en silencio, sabiendo que algo terrible estaba a punto de suceder.El líder de los mercenarios, un hombre alto y musculoso con una cicatriz que cruzaba su rostro, se detuvo en el centro de la sala y miró una a una las caras de los hombres de Martínez. Su expresión era fría y calculadora, una máscara de indiferencia que ocultaba sus verdaderas intenciones. Martínez intentó mantenerse firme, pero podía sentir el miedo recorriendo su columna vertebral.—Escuchen bien. —Dijo el líder, su voz resonando en el búnker con una autoridad incuestionable. —Alfa ha tomado una decisión. Y hoy, aquí y ahora, esa decisión se llevará a cabo.Con una señal d
El líder de los mercenarios contratado por Alfa se adentró en el enorme cuarto, sus pasos resonando con un eco siniestro en las paredes de concreto. El lugar, oscuro y opresivo, parecía un búnker abandonado, lo que lo hacía aún más inquietante. Las luces parpadeantes apenas iluminaban las caras tensas de Martínez y sus hombres, quienes se mantenían en silencio, sabiendo que algo terrible estaba a punto de suceder. El líder de los mercenarios, un hombre alto y musculoso con una cicatriz que cruzaba su rostro, se detuvo en el centro de la sala y miró una a una las caras de los hombres de Martínez. Su expresión era fría y calculadora, una máscara de indiferencia que ocultaba sus verdaderas intenciones. Martínez intentó mantenerse firme, pero podía sentir el miedo recorriendo su columna vertebral. —Escuchen bien. —Dijo el líder, su voz resonando en el búnker con una autoridad incuestionable. —Alfa ha tomado una decisión. Y hoy, aquí y ahora, esa decisión se llevará a cabo. Con una s
El líder de los mercenarios contratado por Alfa se adentró en el enorme cuarto, sus pasos resonando con un eco siniestro en las paredes de concreto. El lugar, oscuro y opresivo, parecía un búnker abandonado, lo que lo hacía aún más inquietante. Las luces parpadeantes apenas iluminaban las caras tensas de Martínez y sus hombres, quienes se mantenían en silencio, sabiendo que algo terrible estaba a punto de suceder. El líder de los mercenarios, un hombre alto y musculoso con una cicatriz que cruzaba su rostro, se detuvo en el centro de la sala y miró una a una las caras de los hombres de Martínez. Su expresión era fría y calculadora, una máscara de indiferencia que ocultaba sus verdaderas intenciones. Martínez intentó mantenerse firme, pero podía sentir el miedo recorriendo su columna vertebral. —Escuchen bien. —Dijo el líder, su voz resonando en el búnker con una autoridad incuestionable. —Alfa ha tomado una decisión. Y hoy, aquí y ahora, esa decisión se llevará a cabo. Con un
Samuel y Tomás se alejaban a toda velocidad del departamento, pero la motocicleta parecía no ser lo suficientemente rápida para escapar del peso que cargaban en sus corazones. Al llegar a una intersección, vieron un coche negro acelerando hacia ellos. El impacto fue inevitable, y el choque los arrojó al suelo. Aturdidos, intentaron ponerse de pie, pero un grupo de hombres vestidos de negro se abalanzó sobre ellos. Samuel trató de luchar, pero un golpe en la cabeza lo dejó inconsciente. Cuando despertó, se encontró en una celda fría y oscura, con las manos atadas detrás de su espalda. Su cuerpo dolía por el impacto y los golpes, pero la preocupación por su familia lo mantenía alerta. A través de las rejas, podía ver a varios guardias patrullando, sus rostros eran impenetrables. La puerta de la celda se abrió y Alfa entró, su presencia llenando el espacio con una energía siniestra. Su sonrisa era cruel mientras miraba a Samuel. —Bienvenido, Samuel. Espero que el viaje no haya sido d
Alice se encontraba parada en la larga fila para su entrevista de trabajo, totalmente nerviosa y ansiosa, tanto que de vez en cuando se mordía las uñas sin darse cuenta. Con la mirada fija en la chica que tenía enfrente, la detalló minuciosamente y notó que esta iba muy arreglada y maquillada, se dio la vuelta y descubrió que la chica que se encontraba detrás de ella, también estaba exageradamente elegante y arreglada, luego se inclinó hacia adelante e inspeccionó a las demás chicas que hacían fila, algunas incluso parecían modelos de pasarela europea, con sus piernas largas, vestidos costosos y bolsos de marca.La joven no pudo evitar pensar en que quizá había ido al sitio equivocado para buscar empleo, claramente ella no le llegaba ni a los talones a ese montón de mujeres perfectas y estiradas. Abrumada por sus inseguridades, dirigió la vista hacia abajo y observó fijamente su pulsera de la suerte, esa que le había regalado su madre. Al principio se sintió un poco aliviada porque s
8:20 AM.Alice llegó corriendo a la compañía Monroe, estaba demasiado nerviosa y preocupada, puesto que iba un poco tarde y no quería darle motivos a su nuevo jefe para juzgarla. Se adentró en el edificio y de inmediato fue con el recepcionista para anunciarse y pedir indicaciones.—Buenos días, Soy Alice Davis, el señor Monroe me está esperando— Masculló Alice hiperventilando. —Buenos días, el señor Monroe justo acaba de llegar, tome el ascensor de la izquierda y diríjase al último piso, al llegar tome asiento en la sala de espera junto a este y pronto alguien irá a recibirla— Explicó el hombre amablemente, aunque estaba metido en su ordenador y casi no le prestó atención.—Gracias…— Musitó confundida por no entender muy bien sus indicaciones.La castaña fue hasta los ascensores y justo vio que un hombre alto, muy elegante y de traje costoso, estaba entrando en este, así que comenzó a correr para alcanzarlo antes de que las puertas se cerraran.—¡Detenga el ascensor, por favor!— Pid
El pequeño Samuel solía ser un niño muy tranquilo y cariñoso, hasta que sus padres se divorciaron y él no volvió a ver a su madre. Desde entonces, su padre se ha encargado de buscar a alguien que cuide de él, pero el pequeño siempre busca la manera de ahuyentar a cualquiera que su padre contraté como niñera puesto que a pesar de su corta edad, el pequeño es muy inteligente y ya él había descubierto un patrón, patrón que todas sus niñeras anteriores siempre llevaban a cabo. Al principio, se comportaban cariñosas y amables, estaban al pendiente de él e intentaban hacerse sus amigas, pero luego comenzaban a buscar a su padre, él no entendía muy bien porque, solo sabía que cuando esas mujeres le pedían que las llamara “Mamá” y se comportaban extrañas con su padre, él de inmediato sabia que algo andaba mal, el no quería tener otra mamá, en su joven conciencia de infante, era una locura y su carácter lo llevaba a hacerle travesuras a las niñeras para evitar que su padre las convirtiera en
La tensión entre ambos era tan espesa que casi podía cortarse con tijeras, ambos se miraban fijamente a los ojos sin articular palabras, aunque ambos sentían emociones distintas, sus expresiones eran las mismas, ninguno estaba dispuesto a doblegarse frente al otro. Dalton inspiró hondo y comenzó a negar con la cabeza en señal de desaprobación y luego se fue sin decir nada.En ese momento, luego de que la bestia se fuera, Alice dirigió su mirada hacia el pequeño Samuel y rápidamente se acercó a él para intentar consolarlo por lo que había visto, la castaña había olvidado que el pequeño estaba allí, estaba tan cegada por la impotencia que olvidó su presencia en el comedor y por más que su padre sea un hijo de puta, Samuel no era culpable de eso y no debió haber presenciado su discusión.—Sami, lamento que me hayas visto de esa manera— Musitó la castaña envolviendo al niño con sus brazos —No sé qué me pasó, yo no soy así. Perdí los estribos.Samuel correspondió su abrazo con emoción, per