186: En la miraMoretti y Moscú entraron rápidamente, sus expresiones reflejaban la urgencia de la situación. Alice, les seguía de cerca, su rostro estaba lleno de preocupación y determinación. Samuel salió de su escondite en el balcón al reconocer las voces, su corazón aliviado al ver a su madre y a Moscú.Mientras Daniel cerraba la puerta tras Moretti, Moscú y Alice, Samuel reaccionó instintivamente al ver a Moretti. En un movimiento rápido, sacó un cuchillo que llevaba oculto en su tobillo y lo apuntó hacia él, sus ojos estaban llenos de desconfianza y desesperación.—¡Quédate donde estás! —Ordenó Samuel a gritos, con su voz temblando de ira y miedo. —Alfa me dijo que tú eras un criminal de alto nivel, un traficante y asesino. No te acerques a mi familia o te juro que no sobrevivirás para contarlo.Moretti levantó las manos en señal de rendición, su expresión era de sorpresa, pero también de comprensión.—Samuel, baja el cuchillo —Dijo Moscú con calma, dando un paso hacia adelante.
187: AmenazaLara respiró profundo mientras comenzaba a rodear la sala de estar sin perder de vista a Alfa, tenía intenciones de acercarse al pasillo tanto como le fuera posible para buscar el revolver que tenía bajo su almohada. Sin embargo, Alfa conocía sus intenciones, así que decidió ahorrarle las molestias.—Descuida, Lara. No vine a pelear contigo. —Musitó el hombre canoso antes de darle otra calada a su cigarrillo.—¿Y entonces que haces en mi departamento? Ser mi jefe no te da el derecho de allanar mi casa. —Masculló ella parándose en seco, disfrazando su ansiedad con enojo.—Hago exactamente lo mismo que tú al revisar los informes y documentos confidenciales de las misiones recientes. ¿Creíste que no me iba a dar cuenta? No pensé que fueras tan estúpida… —Respondió con sorna.Lara apretó los ojos al tiempo que suspiró sonoramente, maldiciendo en su interior por no pensar antes de actuar.—¿Qué es lo que quiere, señor? —Preguntó la rubia cambiando de tema.—Toma asiento, traba
Con el pretexto en mente, Lara se dirigió a la agencia con su mente sumamente concentrada en cumplir su objetivo y logró ingresar a las celdas de máxima seguridad sin problemas. Su corazón latía con fuerza mientras se acercaba a la celda de Clara. Las hermanas gemelas se miraron a través de los barrotes, con una mezcla de desdén y determinación en sus ojos.Lara se tomó un momento para estudiar a Clara a través de los barrotes. Era sorprendente lo mucho que podían parecerse y, al mismo tiempo, ser tan diferentes. La luz fría de los fluorescentes iluminaba las celdas de máxima seguridad, creando sombras que acentuaban la dureza del rostro de Clara. La determinación en sus ojos reflejaba la misma que tenía Lara, pero había algo más oscuro y retorcido en su gemela.—Necesito tu ayuda para sacar información crucial sobre Alfa. —Dijo Lara finalmente, su voz baja pero cargada de intensidad. —Algo que podamos usar para desmantelarlo desde dentro.Clara apoyó la espalda contra la pared de su
El corazón de Lara latía con una fuerza inaudita mientras el extraño pitido resonaba por todo el auto. El pánico comenzaba a invadirla, pero sabía que debía mantener la calma y actuar rápido. Aceleró el coche un poco más, calculando el momento preciso para saltar. Un error y podría ser fatal. La carretera estaba desierta y la luna apenas iluminaba el camino, pero no había tiempo para dudar.En un movimiento casi instintivo, Lara soltó el volante y se lanzó hacia la puerta del copiloto, abriéndola de un golpe. Con la adrenalina recorriendo cada fibra de su ser, tomó su bolso para no perder los documentos y se lanzó al asfalto en un salto desesperado. El impacto contra el suelo fue brutal; sintió un dolor agudo recorrer su cuerpo, pero no tenía tiempo para eso. Rodó varias veces antes de detenerse en la cuneta, sus pulmones buscando aire con desesperación.Mientras se levantaba tambaleante, el auto seguía su marcha incontrolada por la carretera. Apenas tuvo tiempo de apartarse cuando un
FugadosEl detective Martínez avanzó con paso firme, su presencia imponente era innegable. Sus ojos oscuros se clavaron en Samuel, Daniel y el resto del grupo, con un destello de desafío reflejándose en su mirada.—Pensaron que no los estaría vigilando y que podrían escapar tan fácilmente. —Dijo Martínez, su voz resonando en el pasillo como un eco amenazante. —No permitiré que se lleven a Gabriel y Dalton. Sus cabezas valen demasiado.Samuel apretó los dientes, sintiendo cómo la adrenalina recorría su cuerpo. Sabía que no podían permitirse una confrontación en ese momento. Tenían que salir de allí, y rápido.—No tenemos tiempo para esto, Samuel. —Murmuró Daniel, su voz apenas era un susurro.Samuel asintió, sus ojos nunca dejando de vigilar a los oficiales que se acercaban. La tensión en el aire era palpable, cada segundo parecía alargarse infinitamente.De repente, Moretti dio un paso adelante, con una expresión desafiante tatuada en su rostro.—Nos vamos de aquí, Martínez. No pued
Martínez se encontraba en una habitación oscura en un escondite temporal, el eco de los pasos del grupo aún resonaba en su mente. Había fallado en su misión de capturar a Alice, Dalton y el resto. Su respiración era pesada y cada segundo que pasaba sentía el peso de la responsabilidad aplastándolo. Con manos temblorosas, sacó su teléfono y marcó el número de Alfa.El tono de llamada retumbó en sus oídos, cada segundo prolongándose como una eternidad. Finalmente, la voz de Alfa, fría y autoritaria, se hizo presente al otro lado de la línea.—Martínez, espero que tengas buenas noticias. —Dijo Alfa, su tono ya evidenciando impaciencia.Martínez tragó saliva, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicar su fracaso.—Los perdí. Se escaparon en medio de una nube de humo y no pude alcanzarlos. —Confesó Martínez, sintiendo cómo la tensión aumentaba con cada palabra.Hubo un silencio ensordecedor, seguido por un estallido de ira.—¡Inútil! ¿Sabes lo que has hecho? Nos estás destr
Alice apretó los labios, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en su pecho. Sabía que no podían confiar en Martínez, pero también sabía que tenían que ganar tiempo.—Lo único que sabemos es que están a kilómetros de aquí, en un lugar donde jamás podrán encontrarlos a menos que ellos quieran que eso suceda. —Musitó Dalton, con su voz calmada y medida.Alice miró a Dalton, buscando alguna señal de duda en sus ojos. Pero él permaneció impasible, su mirada fija en Martínez, el traidor que había osado desafiarlos a ellos y a su familia.—Muy bien, Dalton. —Masculló Martínez, con una sonrisa sarcástica. —Veamos qué tan leales son realmente tus hombres.Martínez hizo una seña con la mano y sus hombres, armados hasta los dientes, avanzaron en formación. Los hombres de Morettí, dispersos por el lugar, tensaron los músculos y aferraron con más fuerza sus armas, listos para el inminente enfrentamiento.—¡No se muevan! —Gritó uno de los hombres de Martínez, apuntando con su rifle a la cabeza de
Un día después.12:30 AM.Lara y su contacto, cuyo nombre era Tomás, se movieron con rapidez y cautela por las calles oscuras, evitando cualquier posible vigilancia. Sabían que el tiempo era esencial y que cada segundo contaba. La noche se había vuelto aún más fría, y una leve neblina comenzaba a envolver la ciudad, proporcionando una cobertura perfecta para su misión.Finalmente, llegaron a un edificio abandonado en las afueras de la ciudad. Era un lugar discreto, perfecto para una reunión clandestina. Tomás abrió la puerta con cuidado, y ambos se deslizaron en el interior, sus pasos resonando ligeramente en el suelo de concreto. Las paredes desnudas y las ventanas rotas añadían una sensación de desolación al lugar, pero Lara y Tomás sabían que no podían permitirse el lujo de ser sentimentalistas.En el interior, Samuel y Gabriel ya estaban esperando. Ambos chicos mostraban signos de tensión y cansancio, pero sus rostros se iluminaron al ver a Lara y a Tomás entrar. Lara se acercó r