Brad se encontraba en estado de shock mientras observaba a Yara, sosteniendo a un pequeño niño que parecía luchar por su vida. La noticia de que aquel niño, Harvey, era su hijo, lo golpeó como un rayo. Su mente estaba llena de confusión y preocupación, pero sabía que debía actuar rápidamente para salvar al niño.—Yara, ¿Qué le pasó a Harvey? —preguntó Brad con urgencia, mientras miraba al pequeño en busca de señales de vida.Yara se secó las lágrimas y trató de explicar entre sollozos.—De repente, comenzó a tener dificultad para respirar, y luego dejó de respirar por completo. Es la maldición Brad ¡Tienes que hacer algo, Brad, por favor, no puedo perderlo!Brad no comprendía lo de la maldición, sin embargo, sabía que no tenía tiempo que perder. Su instinto de padre lo impulsó a actuar rápidamente para salvar la vida de su hijo. Pero también sabía que no podía hacerlo solo.—Estrella, la bruja —murmuró Brad, recordando las palabras de su lobo—. Estrella puede ayudarnos. Debo llevarlo
Brad quedó atónito ante la respuesta de Estrella, su mirada se clavó en el intricado medallón que colgaba de su cuello. Donar su propio corazón para salvar a su hijo parecía una tarea inimaginable y aterradora.Podía oír el crepitar lejano de un fuego, pero no hacía nada para calentar el escalofrío de pavor que le subía por la espina dorsal mientras se planteaba la pregunta que le había estado atormentando desde la revelación.—¿Cómo sabes que mi corazón puede romper su maldición? —. Su voz era un mero susurro.Ella levantó la barbilla, y el medallón captó la luz del fuego como un faro mientras lo miraba a los ojos con una certeza inquebrantable. —Brad, eres descendiente de la bruja que conjuró esa maldición, por parte de tu padre —dijo en voz baja, y sus palabras se entrelazaron en la quietud de la habitación.—¿Cómo puedes estar tan segura? —preguntó. A Brad se le aceleró el corazón, un latido tumultuoso contra su pecho. La observó, buscando en su rostro cualquier signo de duda.—
La luz proyectaba un resplandor etéreo por la ventana de la habitación donde estaban hablando Yara y Brad, frente a frente. El aire zumbaba con una tensión que hacía que la noche se sintiera cargada, como el momento previo a la caída de un rayo.—Brad —exhaló Yara, con la confusión grabada en el entrecejo —Dime algo ¿Cómo es posible que nos unamos en un ritual, cuando tu lobo ni siquiera deja que mi loba se le acerque?—Yara —dijo Brad, con una voz grave que parecía vibrar en el suelo bajo ellos—, eso no es del todo cierto, el ritual que realizó Estrella para traer de vuelta a Leo, creó un escudo magnético para evitar que... pudiera volver a suceder.Se rodeó con los brazos y un escalofrío recorrió su espalda a pesar del calor que sentía en ese momento. Sus ojos buscaron los de él, tratando de encontrar la verdad en la expresión de su rostro.—Por eso Estrella va a realizar otro ritual —continuó él, hablando.El magnetismo entre ellos era palpable, él levantó la mano y acarició con s
La noticia cayó sobre Yara como una losa fría y pesada, golpeando su pecho con la fuerza de un puño cerrado. Se quedó inmóvil por un instante, sin aliento, mientras las palabras de Brad resonaban en su mente, se imaginó a su hijo Harvey viviendo una situación similar a la que él vivió y se dio cuenta de que de cierta manera eso justificaba su rabia y odio hacia su madre, incluso hacia ella, porque lo ocurrido había marcado al niño, y todas las cosas que ocurren en esa etapa deja profundas heridas en las personas, para muestra ella con su propia madre.—Lo siento mucho —susurró ella, su voz, apenas un hilo de sonido en la habitación cargada de emociones. Porque el ser hombres lobo, no significaba que sus sentimientos eran menos intensos, todo lo contrario, el hecho de ser apasionados, hacía que percibieran todo más fuerte. Con manos temblorosas, extendió sus brazos hacia Brad, quien a pesar de ser fuerte físicamente, a sus ojos parecía tan vulnerable bajo la luz tenue. Sus ojos se
Estrella se encontraba inmersa en el abrazo de Jericó, su aliento mezclándose con el de ella en un baile íntimo y peligroso. La sensación de sus labios contra los suyos era un fuego que consumía cualquier rastro de frialdad en su alma.«Debería golpearlo» El pensamiento apareció, intrusivo y combativo, entre el torbellino de emociones que se agolpaban en su cabeza.Pero Lux, su fiel loba interior, a quien había mantenido bloqueada para que no le saliera con algo a lo que ocurriría segundos después, aprovechó su descuido, y emergió como una brisa cálida, disuadiendo su instinto combativo. "Espera," siseó, una súplica silenciosa que solo Estrella podía escuchar."¡¡Es nuestro compañero!!", afirmó Lux, emocionada, brincando de felicidad, mientras que ella gritaba en conflicto. Entretanto, algo similar ocurrió con el chico, la voz de Juno, calmada y serena, se entrelazó con la suya, "Es nuestra compañera, Jericó."“Acabo de darme cuenta" respondió él, sus ojos brillando con un conocimien
Estrella se dio la vuelta y comenzó a ascender por la gran escalinata, y cada peldaño ampliaba el abismo que la separaba de Jericó. Se negaba a mirar hacia atrás, pero podía sentir su mirada, pesada y persistente, como un roce físico en su columna vertebral. —Estrella... no me importa morir si con eso vivo, aunque sea un solo día contigo, que vivir por décadas sin ti. La voz de Jericó era una suave súplica que se perdía en la inmensidad de la sala. —Guarda tu aliento —susurró más para sí misma que para él, sintiendo como las grietas de la armadura que había construido alrededor de su corazón para protegerse de cualquier intruso, comenzaba a agrietarse con sus emotivas palabras. “No lo veas Estrella, debes alejarte, porque solo así podremos tener el valor de poner distancia” le dijo su loba, mientras ellas sentían como las lágrimas salían de sus ojos y recorrían su rostro. Tenía la impresión de que era ácido, que la quemaba de manera inmisericorde. Entretanto, abajo, Jericó se qu
Yara respiró entrecortadamente y abrió los ojos como platos. —¿Cómo qué abuelo? —Su voz era un susurro trémulo, con la incredulidad grabada en sus delicadas facciones, mientras giraba su cabeza hacia Brad.—Es lo que estaba intentando decirte antes de que llegara mi abuelo—, murmuró Brad, clavando su mirada en la de ella, llena de una intensidad que hizo que su corazón palpitara erráticamente. —Mi madre era la hija del Rey Alfa, pero ella lo dejó y renunció a todo para irse con mi padre.Las palabras flotaron en el aire, cargadas de una tensión eléctrica. Antes de que Yara pudiera procesar la revelación, una voz profunda y autoritaria cortó el silencio, reverberando contra los grandes muros de piedra de la sala del trono.—Tú te atreviste a acusar a mi nieto de haberte robado, y eso no lo voy a permitir. Los ojos del rey, fieros e inflexibles, se clavaron en Yara. Su presencia era una fuerza inamovible, su aura imponía respeto y miedo a partes iguales.—Eso es una falta grave que no
En el antiguo salón de la manada, Brad estaba de pie ante su abuelo, con el peso del linaje y el destino presionando sobre sus anchos hombros. Tenía la mandíbula apretada y los ojos como piedras de pedernal que habían soportado las chispas de muchas batallas. Se pasó la mano en la cabeza con una expresión de preocupación en su mirada —Abuelo —la voz de Brad cortó el silencio, —quiero decirle, que he tomado la firme decisión de recuperar la manada Colmillo Plateado, para eso hice un plan estratégico. Necesito dar la tranquilidad a mi gente, además, porque tengo claro que mientras sigan impunes los traidores de Oslo y la bruja de Rosalinda, mi hijo nunca estará a salvo, y eso no puedo permitirlo. —Harvey es un príncipe, tu heredero, y futuro Alfa Rey, no podrán hacerle daño. —No quiero que mi hijo herede mis problemas, por eso quiero cortar el mal de raíz, y por las investigaciones que tengo, la gente de mi manada está sufriendo, oprimida, y no es justo para ellos que sigan así. El