La luz proyectaba un resplandor etéreo por la ventana de la habitación donde estaban hablando Yara y Brad, frente a frente. El aire zumbaba con una tensión que hacía que la noche se sintiera cargada, como el momento previo a la caída de un rayo.—Brad —exhaló Yara, con la confusión grabada en el entrecejo —Dime algo ¿Cómo es posible que nos unamos en un ritual, cuando tu lobo ni siquiera deja que mi loba se le acerque?—Yara —dijo Brad, con una voz grave que parecía vibrar en el suelo bajo ellos—, eso no es del todo cierto, el ritual que realizó Estrella para traer de vuelta a Leo, creó un escudo magnético para evitar que... pudiera volver a suceder.Se rodeó con los brazos y un escalofrío recorrió su espalda a pesar del calor que sentía en ese momento. Sus ojos buscaron los de él, tratando de encontrar la verdad en la expresión de su rostro.—Por eso Estrella va a realizar otro ritual —continuó él, hablando.El magnetismo entre ellos era palpable, él levantó la mano y acarició con s
La noticia cayó sobre Yara como una losa fría y pesada, golpeando su pecho con la fuerza de un puño cerrado. Se quedó inmóvil por un instante, sin aliento, mientras las palabras de Brad resonaban en su mente, se imaginó a su hijo Harvey viviendo una situación similar a la que él vivió y se dio cuenta de que de cierta manera eso justificaba su rabia y odio hacia su madre, incluso hacia ella, porque lo ocurrido había marcado al niño, y todas las cosas que ocurren en esa etapa deja profundas heridas en las personas, para muestra ella con su propia madre.—Lo siento mucho —susurró ella, su voz, apenas un hilo de sonido en la habitación cargada de emociones. Porque el ser hombres lobo, no significaba que sus sentimientos eran menos intensos, todo lo contrario, el hecho de ser apasionados, hacía que percibieran todo más fuerte. Con manos temblorosas, extendió sus brazos hacia Brad, quien a pesar de ser fuerte físicamente, a sus ojos parecía tan vulnerable bajo la luz tenue. Sus ojos se
Estrella se encontraba inmersa en el abrazo de Jericó, su aliento mezclándose con el de ella en un baile íntimo y peligroso. La sensación de sus labios contra los suyos era un fuego que consumía cualquier rastro de frialdad en su alma.«Debería golpearlo» El pensamiento apareció, intrusivo y combativo, entre el torbellino de emociones que se agolpaban en su cabeza.Pero Lux, su fiel loba interior, a quien había mantenido bloqueada para que no le saliera con algo a lo que ocurriría segundos después, aprovechó su descuido, y emergió como una brisa cálida, disuadiendo su instinto combativo. "Espera," siseó, una súplica silenciosa que solo Estrella podía escuchar."¡¡Es nuestro compañero!!", afirmó Lux, emocionada, brincando de felicidad, mientras que ella gritaba en conflicto. Entretanto, algo similar ocurrió con el chico, la voz de Juno, calmada y serena, se entrelazó con la suya, "Es nuestra compañera, Jericó."“Acabo de darme cuenta" respondió él, sus ojos brillando con un conocimien
Estrella se dio la vuelta y comenzó a ascender por la gran escalinata, y cada peldaño ampliaba el abismo que la separaba de Jericó. Se negaba a mirar hacia atrás, pero podía sentir su mirada, pesada y persistente, como un roce físico en su columna vertebral. —Estrella... no me importa morir si con eso vivo, aunque sea un solo día contigo, que vivir por décadas sin ti. La voz de Jericó era una suave súplica que se perdía en la inmensidad de la sala. —Guarda tu aliento —susurró más para sí misma que para él, sintiendo como las grietas de la armadura que había construido alrededor de su corazón para protegerse de cualquier intruso, comenzaba a agrietarse con sus emotivas palabras. “No lo veas Estrella, debes alejarte, porque solo así podremos tener el valor de poner distancia” le dijo su loba, mientras ellas sentían como las lágrimas salían de sus ojos y recorrían su rostro. Tenía la impresión de que era ácido, que la quemaba de manera inmisericorde. Entretanto, abajo, Jericó se qu
Yara respiró entrecortadamente y abrió los ojos como platos. —¿Cómo qué abuelo? —Su voz era un susurro trémulo, con la incredulidad grabada en sus delicadas facciones, mientras giraba su cabeza hacia Brad.—Es lo que estaba intentando decirte antes de que llegara mi abuelo—, murmuró Brad, clavando su mirada en la de ella, llena de una intensidad que hizo que su corazón palpitara erráticamente. —Mi madre era la hija del Rey Alfa, pero ella lo dejó y renunció a todo para irse con mi padre.Las palabras flotaron en el aire, cargadas de una tensión eléctrica. Antes de que Yara pudiera procesar la revelación, una voz profunda y autoritaria cortó el silencio, reverberando contra los grandes muros de piedra de la sala del trono.—Tú te atreviste a acusar a mi nieto de haberte robado, y eso no lo voy a permitir. Los ojos del rey, fieros e inflexibles, se clavaron en Yara. Su presencia era una fuerza inamovible, su aura imponía respeto y miedo a partes iguales.—Eso es una falta grave que no
En el antiguo salón de la manada, Brad estaba de pie ante su abuelo, con el peso del linaje y el destino presionando sobre sus anchos hombros. Tenía la mandíbula apretada y los ojos como piedras de pedernal que habían soportado las chispas de muchas batallas. Se pasó la mano en la cabeza con una expresión de preocupación en su mirada —Abuelo —la voz de Brad cortó el silencio, —quiero decirle, que he tomado la firme decisión de recuperar la manada Colmillo Plateado, para eso hice un plan estratégico. Necesito dar la tranquilidad a mi gente, además, porque tengo claro que mientras sigan impunes los traidores de Oslo y la bruja de Rosalinda, mi hijo nunca estará a salvo, y eso no puedo permitirlo. —Harvey es un príncipe, tu heredero, y futuro Alfa Rey, no podrán hacerle daño. —No quiero que mi hijo herede mis problemas, por eso quiero cortar el mal de raíz, y por las investigaciones que tengo, la gente de mi manada está sufriendo, oprimida, y no es justo para ellos que sigan así. El
Brad sintió una punzada aguda en el pecho, un dolor sordo que amenazaba con oscurecer su resuelta determinación.—¿Por qué dices eso ahora? —, preguntó, con la confusión tejiendo arrugas en su ceño—, lo dice ¿Por qué ella no te cae bien?Estrella negó con la cabeza.—No Brad, no se trata de eso, es porque es peligroso —empezó a decir Estrella, mordiéndose el labio inferior. —El ritual... une algo más que vuestros destinos. Y si le pasa algo a uno... el otro sufrirá las consecuencias de su ausencia.Las manos de Brad temblaron ligeramente, mientras trataba de analizar sus palabras.—Brad, no es un capricho, no puedes marcarla —, imploró, con los ojos muy abiertos, mezcla de miedo y resolución—. Si la marcas y luego tu hijo recibe tu corazón, Yara sufrirá... Tal vez hasta muera. No puedes condenar a la mujer que amas a un destino así, y tu hijo quedará solo, sin ninguno de sus padres, ni su tío, ni su abuelo.Sus palabras atravesaron la niebla de sus pensamientos como una flecha de plat
El polvo se levantó a su paso, ondulando como serpientes de tierra a la sombra de los vehículos militares. Brad, con la mirada fija en el horizonte erosionado por las ruedas de los convoyes, apretó el volante del vehículo líder. Sabía que Oslo había acudido a la tecnología humana para inflar su arsenal con máquinas de guerra, y ahora él usaba esa misma intimidación para pasar inadvertidos.—¿Cuántos guardias crees que habrá? —preguntó Yara, su voz calmada, contrastando con la tensión que vibraba en el aire.—El triple que antes, de hecho su primer anillo de seguridad son humanos, los usa como carne de cañón —respondió él, sin desviar la vista —sabe que los humanos no dudarían en atacar."—Prudente —dijo ella, asintiendo con un movimiento casi imperceptible.Brad redujo la velocidad al llegar a los límites de la manada Colmillo de Plata. Observó cómo sus hombres disfrazados de soldados bajaban de los vehículos, moviéndose con una eficiencia silenciosa para desarmar a los pocos centine