Después de la sesión de sexo en el baño, Miguel y Ana Isabel se bañaron juntos, borrando de sus cuerpos las huellas del encuentro. Una vez vestidos, Miguel la invita a desayunar en el restaurant de aquel Motel, bajan entre sonrisas coquetas y miradas furtivas. Al llegar al lobby visualizan la puerta que da con el restaurant. La chica, le indica a su magnate millonario que vaya pidiendo el desayuno, mientras ella realiza una llamada.Miguel se acerca a la barra y le ofrecen el menú de desayunos para ese día, abre los ojos como platos al ver los precios. “Joder, con lo que cuesta el jodido omelette, en la calle me compro diez”. Piensa para sus adentros. “Los ricos siempre queriendo humillar a los pobres, hasta con un jodido omelette”. Haciendo cálculos de lo que tiene en su tarjeta de débito, termina pagando el sustancioso desayuno.Omelette, rodajas de pan tostados, frutas y jugo de naranja.Miguel casi que se queda sin fondos pagando el desayuno, recibe su tarjeta y busca una mesa
James Hanks va con Lorena en el auto de ella, un Porsche Taycan de color gris. Van hablando de lo bien que la pasaron durante toda la noche y en la siguiente mañana. La seductora mujer le dice que no sabe, cuándo puede volver a escaparse con él, ya que su marido no tiene ningún viaje previsto durante las próximas tres semanas. El magnate millonario, asiente, pero un auto llama su atención. Se percata que justamente está parado en casa de su amiga de la universidad, Abril Rowling. Saca su móvil y le marca a Miguel, no puede distinguir bien si es su auto, debido al estado en el que se encuentra. Su chofer no le responde la llamada, y James vuelve a marcarle, visualiza una chica bajarse del auto, pero no llega a verle el rostro, porque ya han pasado. Al segundo llamado su chofer responde y James gruñendo pregunta: —¿Dónde estás? Silencio. Eso es lo que se escucha a través de la línea, el magnate millonario despega de su oído el móvil para verificar que la llamada no se halla co
Una vez terminado de lavar el auto, Miguel sale apresurado en dirección a la mansión de su jefe llegando justo a tiempo porque segundos después, James traspasa las puertas de su mansión. Miguel en la cocina saluda a Margaret, quién se encuentra haciendo el almuerzo de su jefe. El móvil de Miguel vibra, y comprueba que es James, al responder la llamada escucha la orden.—Ven a mi despacho. —Entendido, señor —murmura. Margaret lo mira levantado su ceja izquierda. —¿Ahora qué hiciste Miguel? El hombre se queda pensando, y ninguna idea acude a su cabeza. En el momento en que lo llamó cuando estaba dejando a su sugar mommy, pensó que lo había visto, pero luego su jefe le cortó y descartó esa idea. Sin responderle a Margaret, Miguel sale de la cocina en dirección al despacho del magnate millonario, James Hanks. Toca la puerta y espera que su jefe le de el acceso para entrar. Una vez adentro evalúa la expresión indescifrable de su jefe. «Vaya a saber qué le habrá picado a este r
Esa mañana Miguel está a primera hora en la Mansión Hanks, ese día le costó un poco levantarse debido a los mensajes que tuvo en la noche con su sugar mommy, se acostó tan feliz que soñó con la silueta y labios carnosos de esa diosa. Después antes de salir de casa le envío un mensaje para desearle un buen día y ahora se encuentra en la cocina de la casa de su jefe tomándose un café para terminar de despertarse. Margaret le lleva el desayuno a su jefe, y este le devuelve un gesto, que interpreta como sonrisa, le indica a Miguel, que vaya calentando el auto para salir, la mujer vuelve a la cocina y da el mensaje. Miguel termina su taza de café y sale en dirección a los coches. Luego de unos minutos, aparece James. —Llévame a la empresa, Miguel —ordena—. Necesito que pases buscando por Mp consulting unos documentos que te entregará la señora María Pierlucci, me traes esos documentos y puedes volver a casa hasta que le llame para que vengas a recogerme. —Entendido, jefe. —Ya lo
Esas palabras hacen que Miguel detenga sus manos cuando se está limpiando. Se pone pálido y definitivamente el éxtasis que sentía hace apenas unos segundos se le evapora al encontrarse en él” encrucijada. Trata de decir algo, pero ninguna palabra sale de su boca. —¿James? —pregunta la chica despegando el móvil de su oreja para verificar que la llamada no se haya cortado. Pasan varios segundos hasta que Miguel pueda responder.—Eh… sí, aquí estoy, lo siento —se disculpa, ganando un poco de tiempo. Termina de limpiarse, guarda su miembro en el bóxer, sube el cierre y abrocha sus pantalones y correa—. Ah sí, mis padres, lo que sucede princesa, es que ellos se la pasan viajando, mi padre es un hombre de negocios y no está en un sitio fijo. Hablamos constantemente por llamada, pero solo en las festividades nos vemos. Ana Isabel frunce el ceño, “¿Qué padres no querrían saber y ver a su hijo todo el tiempo?” piensa para ella, una leve sospecha se instala en su cabez
Ana Isabel llegó esa maña puntialmente a la empresa, acababa ee entrar a su oficina, cuando recibió el mensaje de su jefa solicitándole que fuese a su despacho “de inmediato.” Ella recoge su cabello con el lapicero, se coloca sus lentes de lectura, toma su agenda electrónica y se dirige a la oficina de su jefa. Toca la puerta un par de veces, antes de entrar, escucha la voz de Abril Rowling otorgándole el permiso y abre la puerta:—Con permiso Srta Rowling —se arregla la falda y se sienta. La sonrisa de Abril la sorprende, nunca la ha visto con aquel brillo especial en la mirada.— Dígame en qué puedo servirle.—La verdad no te llamaba para pedirte algo relacionado con el trabajo, sino más bien para contarte algo que acaba de sucederme. —Ana Isabel sonrió, le satisfacía saber que su jefa la consideraba de absoluta confianza en tan poco tiempo. —¿Recuerdas que te hablé en el avión sobre mi deseo de encontrar al amor de mi vida? —Ella asintió— Pues creo que finalmente lo encontré.
Miguel sale de la empresa con paso apresurado, su suerte debía estar de paseo… es la segunda vez que James lo llamaba en compañía de su sugar mommy, está comenzando a creer que James de verdad lo tiene monitoreado y en el momento que va empezar su éxtasis, pum, interrumpe para sacarlo de su burbuja, porque tanta casualidad no podía ser cierta. Su móvil vuelve repicar, gruñe, porque esta llamada si o si debe atenderla, preparándose para el ladrido que escuchará al otro lado de la línea, responde: —¿Por qué carajo no me respondes las llamadas? —en efecto, James lo primero que hizo al Miguel responderle fue ladrarle al móvil. —Disculpe jefe, en ese momento tenía en frente a un fiscal de tránsito y no podía atenderle —se excusa con lo primero que se le viene a la mente. En la vida de Miguel, las mentiras se estaban convirtiendo en su pan de cada día. James al otro lado de la línea, ve a su amante pelirroja, quién lo mira con ganas de desnudarlo frente aquel restaurant. Analiza las
Miguel y Margaret reaccionan haciéndose a un lado de su compañero de trabajo quién aún no reacciona. James pone mala cara –más de la que ya tiene–, ese día sus empleados se empeñaban de sacarlo de quicio. Iba de camino a la cocina a pedirle una pastilla para el dolor de cabeza a su sirvienta cuando escuchó la conversación esos tres. “Pero… ¿Qué se creían? ¿Acaso se les olvidaba quién le da de comer?” Se pregunta James. —Hermes —su tono de voz lo hace reaccionar por fin, diciendo lo primero que se le viene a la cabeza. —Disculpe jefe, hablo de mi mujer —James enarca una ceja—, mejor me voy antes de que parezca por aquí.James asiente, sabiendo perfectamente que está mintiendo. Se queda en la cocina con su chofer y sirvienta, quienes lo miran como si fuesen a ser despedidos ese día. —Miguel, puedes retirarte. Nos vemos mañana bien temprano —esas palabras se escuchan en los oídos de Miguel como un coro cantado por los ángeles, el hombre asiente, se despide de su compañera y cuan