Esa mañana Miguel está a primera hora en la Mansión Hanks, ese día le costó un poco levantarse debido a los mensajes que tuvo en la noche con su sugar mommy, se acostó tan feliz que soñó con la silueta y labios carnosos de esa diosa. Después antes de salir de casa le envío un mensaje para desearle un buen día y ahora se encuentra en la cocina de la casa de su jefe tomándose un café para terminar de despertarse. Margaret le lleva el desayuno a su jefe, y este le devuelve un gesto, que interpreta como sonrisa, le indica a Miguel, que vaya calentando el auto para salir, la mujer vuelve a la cocina y da el mensaje. Miguel termina su taza de café y sale en dirección a los coches. Luego de unos minutos, aparece James. —Llévame a la empresa, Miguel —ordena—. Necesito que pases buscando por Mp consulting unos documentos que te entregará la señora María Pierlucci, me traes esos documentos y puedes volver a casa hasta que le llame para que vengas a recogerme. —Entendido, jefe. —Ya lo
Esas palabras hacen que Miguel detenga sus manos cuando se está limpiando. Se pone pálido y definitivamente el éxtasis que sentía hace apenas unos segundos se le evapora al encontrarse en él” encrucijada. Trata de decir algo, pero ninguna palabra sale de su boca. —¿James? —pregunta la chica despegando el móvil de su oreja para verificar que la llamada no se haya cortado. Pasan varios segundos hasta que Miguel pueda responder.—Eh… sí, aquí estoy, lo siento —se disculpa, ganando un poco de tiempo. Termina de limpiarse, guarda su miembro en el bóxer, sube el cierre y abrocha sus pantalones y correa—. Ah sí, mis padres, lo que sucede princesa, es que ellos se la pasan viajando, mi padre es un hombre de negocios y no está en un sitio fijo. Hablamos constantemente por llamada, pero solo en las festividades nos vemos. Ana Isabel frunce el ceño, “¿Qué padres no querrían saber y ver a su hijo todo el tiempo?” piensa para ella, una leve sospecha se instala en su cabez
Ana Isabel llegó esa maña puntialmente a la empresa, acababa ee entrar a su oficina, cuando recibió el mensaje de su jefa solicitándole que fuese a su despacho “de inmediato.” Ella recoge su cabello con el lapicero, se coloca sus lentes de lectura, toma su agenda electrónica y se dirige a la oficina de su jefa. Toca la puerta un par de veces, antes de entrar, escucha la voz de Abril Rowling otorgándole el permiso y abre la puerta:—Con permiso Srta Rowling —se arregla la falda y se sienta. La sonrisa de Abril la sorprende, nunca la ha visto con aquel brillo especial en la mirada.— Dígame en qué puedo servirle.—La verdad no te llamaba para pedirte algo relacionado con el trabajo, sino más bien para contarte algo que acaba de sucederme. —Ana Isabel sonrió, le satisfacía saber que su jefa la consideraba de absoluta confianza en tan poco tiempo. —¿Recuerdas que te hablé en el avión sobre mi deseo de encontrar al amor de mi vida? —Ella asintió— Pues creo que finalmente lo encontré.
Miguel sale de la empresa con paso apresurado, su suerte debía estar de paseo… es la segunda vez que James lo llamaba en compañía de su sugar mommy, está comenzando a creer que James de verdad lo tiene monitoreado y en el momento que va empezar su éxtasis, pum, interrumpe para sacarlo de su burbuja, porque tanta casualidad no podía ser cierta. Su móvil vuelve repicar, gruñe, porque esta llamada si o si debe atenderla, preparándose para el ladrido que escuchará al otro lado de la línea, responde: —¿Por qué carajo no me respondes las llamadas? —en efecto, James lo primero que hizo al Miguel responderle fue ladrarle al móvil. —Disculpe jefe, en ese momento tenía en frente a un fiscal de tránsito y no podía atenderle —se excusa con lo primero que se le viene a la mente. En la vida de Miguel, las mentiras se estaban convirtiendo en su pan de cada día. James al otro lado de la línea, ve a su amante pelirroja, quién lo mira con ganas de desnudarlo frente aquel restaurant. Analiza las
Miguel y Margaret reaccionan haciéndose a un lado de su compañero de trabajo quién aún no reacciona. James pone mala cara –más de la que ya tiene–, ese día sus empleados se empeñaban de sacarlo de quicio. Iba de camino a la cocina a pedirle una pastilla para el dolor de cabeza a su sirvienta cuando escuchó la conversación esos tres. “Pero… ¿Qué se creían? ¿Acaso se les olvidaba quién le da de comer?” Se pregunta James. —Hermes —su tono de voz lo hace reaccionar por fin, diciendo lo primero que se le viene a la cabeza. —Disculpe jefe, hablo de mi mujer —James enarca una ceja—, mejor me voy antes de que parezca por aquí.James asiente, sabiendo perfectamente que está mintiendo. Se queda en la cocina con su chofer y sirvienta, quienes lo miran como si fuesen a ser despedidos ese día. —Miguel, puedes retirarte. Nos vemos mañana bien temprano —esas palabras se escuchan en los oídos de Miguel como un coro cantado por los ángeles, el hombre asiente, se despide de su compañera y cuan
Las dudas entre Miguel y Ana Isabel parecían haber quedado atrás, por lo menos eso era lo que pensaba, ella. ¿Había logrado convencerlo? Se pregunta, angustiada por ello. Su James era inteligente y perspicaz pero ella supo con argumentos y un toque de seducción (que nunca falla) hacerle creer por lo menos momentáneamente que lo de la enfermedad de su “asistente” —Diosito perdóname por mentir con algo como eso, pero no tenía forma de escaparme esta vez. ¡Te prometo que pronto le diré la verdad! Sólo has que me presente a su familia y me pida matrimonio para que ya no tenga que andar mintiendo. —se persignó. Luego tomó su móvil y realizó una video llamada a Lauren. Llevaba días sin conversar con su amigo y confidente, por lo que decidió invitarlo a almorzar y dar algunas vueltas en el centro comercial. —¿Vienes para cenar conmigo? —puso su carita suplicante de “por favor” mientras conversaba por video chat con él.—Bien, acepto… pero tú pagas ¿OK? —Si te estoy invitando es po
Miguel se dispone a llevar a James a la mansión, luego de aquel almuerzo un poco incómodo para él. Saber que Ana Isabel pudo verlo le genera un nivel excesivo de ansiedad.—Mejor, no me lleves a casa, Miguel. Vamos a un bar. —Miguel lo mira con asombro.— Necesito despejar la mente, pero eso sí, sin sexo. Creo que merezco un descanso después de esa tanda con María Perlucci, vaya que es una mujer bastante ardiente. —el pelirrubio lo escucha en silencio, no quiere opinar al respecto y provocar el enojo de su jefe por alguna imprudencia que pueda escapar de su boca.Las cosas entre él y James no habían estado del todo bien en los últimos días, Miguel lo sabía, incluso asumía su responsabilidad en ello. Su interés por conquistar a Abril Rowling lo había hecho actuar de modo irresponsable y lo peor, es que las mentiras parecían estar agotándosele rápidamente. Aún debía resolver el asunto de los supuestos padres que le presentaría a su sugar mommy y el dinero para invitarlos a una cena en
Al día siguiente cuando se despierta, la cabeza de James quiere explotar. No recuerda haber bebido tanto para terminar en ese estado. —Jodido tequila —murmura por lo bajo bostezando. Con todas sus fuerzas trata de levantarse de la cama y no morir en el intento, pero la punzada en su cabeza lo deja quieta. Vaya, que sí que se había excedido la noche anterior. Rebusca en su cama y halla su móvil donde consigue diez llamadas perdidas de Estefanía, tres de Lorena y cuatro de María Pierlucci. “¿Qué quería aquella mujer? ¿acaso no fue suficiente?”. Se pregunta en referencia a la pelirroja. Miguel, en tanto, se despertó esa mañana como si estuviesen martillando su cabeza, apenas teniendo los ánimos de levantarse de la cama y darse una ducha fría que aligeró un poco su estado de ebriedad. Pero cuando llegó a la mansión y Margaret lo recibió con el batido fue como si el alma le hubiese vuelto al cuerpo, ya la cabeza no le martillaba y luego de un analgésico se sentió mucho mejor, por l