Visita

—Te juro haber visto a Peter, Marcos —insistí abriendo la puerta de mi casa y entrando. Marcos entró detrás de mí. Dejé la mochila en el sofá y me dirigí hacia la cocina. Necesitaba comer algo.

—Te creo, es solo que me parece extraño... —murmuró.

Al llegar a la cocina me preparé un sándwich.

—¿Quieres? —lo molesté un poco, aunque me pareció un poco cruel de mi parte así que me arrepentí al segundo.

—Las ventajas de estar muerto es que no siento nada de hambre así que no me puedes hacer desear —me guiñó un ojo. Mientras me sentaba en una silla cerca de la mesa a comer me acordé de su mamá.

—Tengo que ver a tu mamá al rato —le dije.

—Gracias por eso. Eres una buena persona, Silvia, no mereces que las personas te traten mal o te digan groserías.

Lo miré. Marcos estaba un poco serio, parecía que me decía las cosas de todo corazón.

—¿Gracias? —elevé una ceja.

—Es la verdad, no mereces las mentiras de tus amigos; tampoco mereces el cómo te tratan algunos chicos. Incluyéndome. Estan
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