—¿Qué piensas? —Marcos se acostó a mi lado. Habíamos llegado a casa y cómo había empezado a llover los dos nos habíamos metimos a mi cama. Era impresionante la confianza que nos teníamos Marcos y yo justo ahora. Si mi madre me mirara en esta situación con un chico se moriría de los nervios. —En el arete —respondí abrazando mi almohada mientras lo miraba. —Nunca se lo he visto a nadie. Deben de ser muchos, ¿no crees? —me miró. —Quizás sí —bostecé un poco cubriéndome la boca— Tengo mucho sueño, me siento cansada de todo el día de hoy —admití, sentía mis ojos pesados y con mucho sueño. —Duerme, mañana será otro día —Marcos se acercó más a mi y me acarició el pelo. El toque en mi cabello me relajaba y me hacía sentir satisfacción. —Está bien, descansa, Marcos. Daba por terminado ese día de una vez por todas. • A la mañana siguiente Marcos y yo bajamos a la sala listos para irnos a la universidad. No revisé mi horario así que no tenía ni idea de qué clases tocaban hoy. —¿No desayu
Cuando salgo de la cafetería junto con Owen me encuentro a la mamá de Marcos en el pasillo. Me sorprende verla aquí. —Señora Megan —llamé su atención. —Silvia —ella se acerca. —¿Qué haces por acá? —quise saber dándole una sonrisa. Owen a la par mía había permanecido callado. —Solo vine por algunas cosas de mi hijo —me comentó, usaba un pantalón flojo, zapatos bajos y una camisa mangas largas. Su pelo estaba recogido con un prensador y usaba un bolso más o menos grande. —Entiendo. —Magda, él es Owen, un compañero —los presenté porque me parecía que era de mala educación no presentarlos. Ella lo observó un poco con el ceño fruncido para después extenderle su mano en forma de saludo. —Mucho gusto, Owen. Owen dudó un poco al principio pero después estrechó su mano también. —Igualmente —se separan—Silvia, me tengo que ir. Te veré después. —Owen se gira y se va.—¿Quiere que la guíe a alguna parte? —Magda y yo empezamos a caminar juntas por los pasillos, pero en eso la campanilla s
Llegando a casa, yo estaba sonriente, las cosas que había trabajado con Marcos ya estaba dando sus frutos, después de todo Marcos era otro hombre que al que conocí en vida. Quizá esa era la oportunidad que nunca tuvo, sus ojos brillaban de tanta felicidad, mi corazón palpitaba amor puro. Su cabello desarreglado, su rostro, sus manos, eran cosas que jamás podría olvidar incluso si él se iba siempre lo llevaría en mi corazón. Lo sé, es triste enamorarse de alguien que los días están contados.Mamá estaba en el jardín debajo del árbol de manzanos de brazos cruzados.—Silvia, ¿puedo preguntarte algo?—Dime. —¿Estás enamorándote de alguien?—achicaba sus ojos acercándose.—¿En realidad quieres saber la respuesta?—Por supuesto que si, eres mi hija y todo lo que te pasa también para mí es importante.—Estoy enamorada de un hombre súper genial, mamá, él valora cada cosa mía, es el hombre que siempre esperé en mi vida—quedé viendo a Marcos, el se sentía orgulloso de cómo me expresaba de él.—
Al día siguiente se había regado la noticia en primera plana en la tv, acerca del asesinato de Marcos Megan, las personas del estado estaban conmovidas y a la vez enojadas por cómo una persona le había privado la vida a un chico que tenía un futuro por delante.Bajamos a la sala y encendimos la Tv.Se encontraban Travis, Nathaly y Laura detenidos por presuntos autores del crimen. Marcos y yo estábamos tomados de la mano en el sofá, estaba nerviosa de lo que ocurriría con ellos, después de todo también eran compañeros míos.—¿Crees que Travis lo hizo?—rascaba su cabeza.—No lo sé, yo me siento muy confundida, pero igual la misma policía se encargará de investigar si ellos fueron o no—lo abracé.Por la Tv a ellos tres se les notaba un semblante muerto en especial el de Travis, creo que él estaba más en problemas que todos.•El oficial empezó a interrogar a Travis—¿Qué hacía a esa hora?—Yo me encontraba con mis amigas en una fiesta, era una noche normal, estaba un poco ebrio, pero to
—¡Por favor, detente! — Grité con tanta desesperación. Empecé a sentir el goteo de un líquido de color verde a lo largo de un lado de mi cara, quemando mi piel, dañándola para siempre. Pues mi vida jamás sería la misma.—¡No puede ser, déjala ir! — Escuché a mi madre llorar. —¡Déjala ir! ¡Por favor, se lo ruego de corazón! ¡Para!—¡Ella es un error de la naturaleza! — Dijo con voz ronca. —¡Y se merece todo este dolor y mucho más!Me lanzó y me caí al suelo. El dolor me adormecía todo el cuerpo. Estaba agotada. Luché por mirar hacia arriba y vi al hombre familiar con grandes ojos marrones venir detrás de mí de nuevo. Conozco esa cara. Solía ser una cara de consuelo para mí. Recordé
Cuarenta minutos más tarde, Maggie estaba estacionando su coche golpeado en una de las plazas de aparcamiento abiertas del centro donde trabajaba. Era una finca enorme en nuestra ciudad, con una gran fachada y una serie de jardines diferentes y estructuras más pequeñas a su alrededor. El centro es un lugar para los residentes de perfil un poco discreto de nuestra ciudad. Algunos se quedan aquí un par de semanas por pequeños problemas, como huesos rotos que requieren rehabilitación física. Y, sin embargo, algunos se quedan durante meses... tal vez incluso años porque requieren una rehabilitación más intensiva... como aquellos que son terminales, o que tuvieron traumatismo que causó amnesia, o víctimas de violencia... como yo. Nada lindo. Puras personas con un corazón triste.No esperaba que este centro pareciera un gran parque o un parque infantil. Había mucha
—Hola—. Dijo. —fui yo quien estaba ciego—. Escuché el rastro de ira y frustración en su suave voz.Me puso de pie y me alejé de él.—Lo siento—. Dije. —No estaba... mirando.—Yo también—. Murmuró. —Pero a diferencia de ti... realmente no tenía otra opción.—Qué...— Empecé a preguntar. Entonces me acordé de que decía algo sobre ser ciego. —¿Estás... ciego? — Pregunté.Levantó una frente.—¿Y eres sorda? — Volvió a preguntar sarcásticamente.Vale. También es arrogante. Pero mientras se inclinaba para sentir el suelo por el bastón que dejó caer cuando chocó contra mí, no pude
O estaba totalmente loco o ya no le importaba su vida.—Estaba bromeando, ¿sabes? — Dije.—Lo sé. No me pareces peligrosa. Mental, tal vez. Pero, sin embargo, es inofensivo—. Dijo. —Pero, de nuevo... si no estabas bromeando, yo tampoco te detendré.—En serio, ¿qué te pasa? — Pregunté.Suspiró.—Si has perdido tanto como yo... no pasa mucho por ti.Respiré hondo. ¿Quién es él para hablar de perder mucho en la vida? Perdí todo y, sin embargo... lo único que hice fue ceder... mantenerlo todo dentro de mí, porque esa era la única forma en que sabía cómo sobrevivir a todo lo que me pasó. Reprime los recuerdos. Huye de la pesadilla y del dolor. Pero nunca pensé en renunciar a la pe