Las luces de los focos apuntaban hacia todas las direcciones, buscando a todos los que nos encontrábamos en el cementerio. Estoy segura que el sujeto que está detrás de mí es Marcos, su voz sonaba muy clara, se podía distinguir ese tono, pero el mismo nervio que tenía no me dejaba moverme ni un centímetro más, sentía como mis labios estaban pesados.—Acá estarás a salvo, Silvia —escuchaba en mi oído. Era una sensación paralizante que me impedía moverme. El miedo, el hecho de que un fantasma estuviera aquí era... aterrador. —¡Alto ahí! Las manos sobre su cabeza, pónganse de rodillas y no se muevan. —los policias detenían a Travis y a otros dos chicos de la universidad. Tragué grueso, incluso se podía escuchar como mi saliva pasaba mi garganta hacia el estómago.—No tengas miedo, jamás podría hacerte daño —una voz que se mezclaba con la oscura y fría noche le hablaba a mi oído. De pronto un luz me encandiló la cara, achiqué mis ojos casi cerrándolos por tal resplandor, llevé mi mano
—¡Es hora de levantarse! Un extraño bulto se lanzó hacia mi cama, aplastándome. Abrí los ojos soñolienta y con algo de malhumor porque me moría de sueño y odiaba cuando alguien me interrumpía. —¡Laura! —hice puchero, cubriéndome la cara con la sábana— Déjame dormir. —Tu mamá me dejó pasar. Es domingo y no dejaré que te quedes sola en esta casa todo el día. Así que levántate. —Me quedaré con mamá. Y para ser sincera no quiero terminar en la cárcel de nuevo. —me removí. —Silvia, ya me disculpé por eso. Fue un error. Por favor acompáñame, Travis irá pero no quiero ir sola. Y Nathaly actúa muy raro últimamente. Di una respiración profunda para después quitarme lentamente la sábana de mi cara. Me restregué los ojos y la miré con ganas de asesinarla por haberme hecho eso hace unas horas. Laura usaba una chaqueta de cuero negra y un vestido negro también. Aún estaba de luto. —¿A dónde quieres que te acompañe? —me sobé la sien. Ni siquiera había comido y me moría de hambre. —Me vas a
La habitación de una chica aterrada era el único testigo que presenciaba tal aparición, el hombre misterioso acechaba estrechando cada vez más el espacio, ese espacio en donde se definiría la verdad de la mentira —Desconocido.Restregaba mis ojos, intentaba ver con más claridad, mi respiración me fallaba, pero no podía aceptar que ese hombre que se estaba acercando a mí era Marcos.—Silvia, no tienes escapatoria, esta vez no podrás escapar de mi —respondía con esos ojos brillantes.—Por favor no me hagas nada, te lo suplico, toma todo el dinero que está en mi ropero —murmuré, poniéndome de cuclillas con mi cabeza hacia abajo.—¡Mírame! Estaba frente a mi, pero no quería elevar mi rostro, solo podía ver sus zapatos de cuero; el pánico había entrado en mi. Me sentía frustrada porque no complete mi preparatoria, me sentía frustrada porque no viví al máximo mi vida, tenía pendiente muchos años, muchas metas, mamá moriría ver el cadaver de su hija en su propia habitación.—Silvia Sulliva
Estaba un poco confundida, demasiado desorientada para pensar con la cabeza fría. A Marcos lo habían asesinado, ya no había dudas; los policías lo creían, yo lo creía ¿y qué hay de los demás? ¿Qué hay de sus padres? Respiré profundo una y otra vez para poder tranquilizarme un poco. El chico que estaba sentado en el borde de mi cama me miraba expectante. —¿Cómo puedes hacer eso? —pregunté después. —¿Qué cosa?—Creí que traspasabas las cosas —respondí dudosa. —Lo sé, también me sorprendí pero me alegra que pueda hacerlo porque estaba harto de estar todo el tiempo en el piso.—¿Todo el tiempo? A pesar de que estaba muerto aún se miraba con sentido del humor, y supongo que era algo que caracterizaba a Marcos: siempre alegre. —Sí, llevo días estando aquí contigo —se rascó la nuca nervioso—Era deprimente, pensé que me quedaría así para siempre. También era demasiado estresante el querer hablarte y que no escucharas. Sentía que me volvería loco. Me compadecí de él, no era fácil su situ
Terminó el tiempo para realizar el examen, al parecer saldría mal, no había contestado bien los ejercicios. Quizá por ser una sola vez hubiera aceptado la ayuda de Marcos, no me iba a gustar verme con un reprobado en esa clase. El profesor se levantó para tomar nuestros exámenes.Se detuvo en el lugar de Emma, quedó viendo el examen por unos segundos y asintiendo le dijo: —¡bien hecho, Emma!claro, cuando pase por el mío será todo lo contrario.Nathaly le preguntaba a Laura si había salido bien, pero ésta le hizo una seña en forma de cortar la cabeza.Creo que no soy la única que salió mal, ese era mi consuelo de cierta forma.Entregamos todos nuestros exámenes.—¿Tu como saliste, Silvia? —pregunta Laura acercándose. —Salí mal, creo que de ese examen lo único bueno que tengo es el nombre —le contesté.Se acerca Nathaly y comienza a reírse, en ese momento me trasladé a nuestra niñez, las tres niñas inseparables, la valiente, la graciosa y yo... la pequeña tímida. Era una amistad muy
—¿Qué se supone que diga? —caminé de un lado a otro un tanto nerviosa. Cosas así me sacaban de la poca estabilidad emocional que me quedaba. —Ya te lo dije; dile que la semana pasada, días antes de mi muerte, me habías prestado un libro de español. Ella te dejará pasar a mi habitación y allí buscarás la carta. —¿Y si no está en tu habitación? —quise saber, mirándolo.—Puede que mi madre la tenga en un cajón cerca de su cama. —Marcos, es muy arriesgado. —Perdóname por hacerte pasar estas cosas; si tan solo pudiera hacerlo yo. Fue entonces donde recordé el bolígrafo caído de Emma, quizás él sí podía buscar esa carta y entregármela. Pero no sería conveniente que vieran un papel flotando por el aire. Así que respiré profundo y me armé de valor. Podía con esto, solo tenía que hacerme la que no sabía nada, la que sólo iba por su libro de español. —Está bien, estoy lista. Caminamos hacia su casa, era grande y había un buzón en la entrada. Toqué el timbre y esperé a que alguien me abri
—¿En serio crees que yo tuve algo que ver tu con muerte? ¿En serio, Marcos Megan? Después de todo lo que he venido haciendo por ti piensas dudar en mi?—Es que son idénticas, Silvia, míralas tú misma, convéncete. Tomé el cuaderno que tenía Marcos y tomé la carta con ira, estaba muy enojada por la desconfianza que él tenía en mi. Mientras estaba comparando las letras, Marcos estaba de brazos cruzados bastante ansioso.—No entiendo, Marcos, en realidad es mi letra, pero yo jamás haría tal cosa, ni siquiera tendría el valor de matar a una cucaracha como para llegar a matar a una persona.—Que decepción —Marcos repetía una y otra vez.—¿Qué dices? —le pregunté mientras me acercaba a él.—Que me decepcionas, Silvia, confié en ti todo este tiempo pensando que encontraríamos a mi asesino y vaya con que cosas nos fuimos a encontrar.—Eres el tipo más estupido, Marcos Megan, por un momento creí que habías cambiado, pero eres el mismo. Que tonta fui al hacerte caso con este plan. Estás dudand
—Te juro haber visto a Peter, Marcos —insistí abriendo la puerta de mi casa y entrando. Marcos entró detrás de mí. Dejé la mochila en el sofá y me dirigí hacia la cocina. Necesitaba comer algo. —Te creo, es solo que me parece extraño... —murmuró. Al llegar a la cocina me preparé un sándwich. —¿Quieres? —lo molesté un poco, aunque me pareció un poco cruel de mi parte así que me arrepentí al segundo. —Las ventajas de estar muerto es que no siento nada de hambre así que no me puedes hacer desear —me guiñó un ojo. Mientras me sentaba en una silla cerca de la mesa a comer me acordé de su mamá. —Tengo que ver a tu mamá al rato —le dije. —Gracias por eso. Eres una buena persona, Silvia, no mereces que las personas te traten mal o te digan groserías. Lo miré. Marcos estaba un poco serio, parecía que me decía las cosas de todo corazón. —¿Gracias? —elevé una ceja. —Es la verdad, no mereces las mentiras de tus amigos; tampoco mereces el cómo te tratan algunos chicos. Incluyéndome. Estan