“Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consiente su oscuridad”
Carl Jung
Observo a mi hermana Katherine mirarse al espejo el vestido de novia que lleva puesto es estilo princesa con escote ilusión en forma de corazón con un delicado encaje cubriendo sus hombros y pecho.
Retrocedo mucho tiempo atrás cuando éramos niñas y me gustaba admirarla mientras se arreglaba frente al espejo, soy menor que ella y siempre ha sido el ejemplo a seguir, aunque, no recuerdo cuando perdí ese camino.
—¿Crees que me hace ver gorda este diseño? —me saca de mis pensamientos, da vueltas para ver la parte de atrás y luego adelante.
—¿Verte gorda? —me rio ante semejante cosa— no te ves gorda hermanita —Me acerco a ella y tomo su mano para darle una vuelta—, estas hermosa, el vestido es perfecto para ti. —la acerco a mí y la abrazo, soy más voluptuosa que ella, tengo más pecho y hago mucho ejercicio.
Cada dos meses viene a la boutique trae el vestido y se lo mide para asegurarse que aún le quede
Ya ha pasado casi un año después de lo que me sucedió. Once meses que me saben eternos. Yendo y viniendo de terapias, entrenando y dando asesorías en línea a pasantes de derecho y escribiendo.
Escribir es una forma de desahogo.
Sin embargo, no es una cura a largo plazo, y para ser sincera, ya no está funcionando, siento un agujero en mi cabeza que absorbe todos los amargos recuerdos y los acumula día a día y con eso, no tengo fuerzas para luchar,
Las noches ahora no son tan amargas, sin embargo, aún no puedo soportar la cercanía de ningún hombre, que no sea mi padre, mi padrino Jorge y Valentino, vivo con él y mi hermana, no lo culpo por lo que pasó, no le echo la culpa a nadie.
Extraño mucho a mi madre, las cosas que recuerdo de ella son tan hermosas, jamás nos comparó, ella estaba consciente de que somos diferentes, de que no somos el reflejo de la otra.
Katherine heredó de ella ese color verde jade de sus ojos, los míos son un poco más apagados, igual que mi cabello rojo.
Nuestro padre siempre quiso que fuese igual a ella, menos rebelde, que fuese un poco menos yo.
—Voy a mudarme. —al escucharme al fin decirlo, me mira por el reflejo del espejo y la veo tragar con dificultad, da la vuelta con lentitud y el brillo de sus ojos se ha ido.
—¿Crees que sea necesario?
—Ya es tiempo que lo haga, vas a casarte y no pienso seguir siendo una carga para ustedes, sé que para ustedes no soy una carga —la interrumpo porque sé que eso me dirá—, ya llevamos mucho tiempo juntos, serán un matrimonio y yo solo sería un mal tercio.
La veo nerviosa, sé que teme por mí, tiene miedo de que vuelva a cometer una locura y no voy a negar que eso ha pasado por mi cabeza algunas veces cuando siento que estoy al borde del abismo de nuevo, más estoy consciente de que debo hacer esto, necesito que me suelte porque si no lo hace no sabré si puedo seguir con mi vida.
Me siento y ella se acuclilla acariciando mis manos y jugando con mis dedos, hace eso desde que éramos unas niñas cuando quería explicarme algo con tacto.
—¿Estas, segura?, sabes que a Valentino no le importa que estés con nosotros, él solo quiere cuidarnos.
—No es necesario que lo hagan siempre me he cuidado sola, antes de… eso —ella sigue jugando con mis dedos, no me mira a la cara, sé que tiene miedo. —Kat, mírame, ya es tiempo, hablé con mi psicólogo, seguiré tratando con él en línea, como me lo recomendó.
Su respiración es rápida, y veo sus ojos cristalizarse con lágrimas contenidas, atrae mis manos hasta su rostro y besa la palma de estas, su llanto sale sin que pueda evitarlo.
—Tú sabes que te quiero, no te vayas por favor —suplica, y sorbe su nariz.
Sus palabras me llegan al corazón, aunque no lloro, hace un tiempo dejé de hacerlo, solo me queda esa sensación de opresión en el pecho que amenaza con asfixiarme.
—¡Lo sé! Y yo te amo hermana, es por ese motivo que necesito irme, buscar mi propio sitio. Tener un trabajo fuera de la protección de cuatro paredes, sé que no será algo sencillo, sin embargo, necesito intentarlo.
Suelta mis manos y se acurruca sobre mis piernas cubriendo su rostro, la escucho sollozar, en esa posición se queda por unos minutos antes de verla controlarse, se queda ahí para luego levantar su cabeza sin dejar de tomar mis manos.
—Tengo miedo. —con eso no se controla y las lágrimas salen sin control, no quiere dejarme ir, mas, debe hacerlo, por ella, por mí.
—Yo también tengo miedo —confieso por fin, debe saberlo—, sin embargo, es necesario que lo haga por ambas, debo quitarte esta carga de encima Kat.
—Para mí no eres una carga Cinthya. —hipea entre lagrimones, miro como se esfuerza por sollozar en lo bajo.
—Jamás dije que lo fuera, mi situación lo es, todo esto los está afectando a todos, y quiero empezar de nuevo y no es que me emocione la idea de salir de las cuatro paredes en las que me he confinado, y pienso en el hecho de que será una batalla que debo pelear.
—Puedes pelearla a nuestro lado como lo has estado haciendo. —trata de convencerme, su labio tiembla y las lágrimas han cesado, aunque no tardaran en salir al verme negar con la cabeza.
—La decisión está tomada Kat —acaricio su mejilla viéndola hacer una mueca de dolor—, seguiré en la lucha, y no es que me vaya al culo del diablo, tendremos comunicación full.
—¡No quiero, no quiero! —repite negando y apretando mis manos.
—Mírame Kat —ahora soy yo quien sostiene sus manos y las levanto a la altura de mi pecho mientras sus ojos rojos por el llanto me ven y reflejan mucho temor—. Necesito esto, déjame ir, sabes bien que, aunque no lo quieras lo haré. Me iré a un pequeño lugar llamado Homeless impartiré clases en la universidad de la localidad, mañana debo ir a ver la casa que alquilaré. Y necesito que le digas a Valentino, que deje de investigar —sonrío y ella aprieta sus labios para no reírse al verse descubiertos—, ustedes deberían preguntarme las cosas y no contratar a un investigador privado.
—Así que… lo sabias.
—He vivido confinada en esa casa por mucho tiempo no hay lugar en donde puedan esconder las cosas sin que lo sepa, además se les ha olvidado el detalle que contratar un investigador es algo tonto puesto que me seguiría a ningún lado.
Es ahí donde soltamos una enorme carcajada que invade la sala, la modista entra con mirada curiosa al vernos partirnos de la risa e ignorarla.
Después de controlarnos, mi hermana mayor me mira sacando un suspiro de resignación.
—Te llamaremos todos los días y sino respondes iremos por ti.
—No soy una niña Kat, si eso te hace sentir más tranquila, así será.
—Sabes bien que solo quedándote conmigo harás que esté tranquila. Y estoy consciente de que esto es algo que vas a hacer tarde o temprano y si es por tu bien, entonces debo aceptarlo a la buena.
Nos abrazamos con cariño y ella besa mi frente, aunque soy la menor parece lo contrario. Cuando mamá enfermó, fui yo quien tuvo que ser fuerte por mi hermana y mi padre, mi carácter siempre ha sido así, no lloré, al menos no frente a ellos, es por eso por lo que puedo fingir que algo no me afecta, aunque me esté matando por dentro.
Mientras ella se cambia me quedo sola con mis pensamientos.
Cuando desperté en el hospital, la cara de desaprobación que me dio Idara me regresó a mi tormentosa realidad.
Tienes por quien luchar.
Esas fueron sus palabras, me hizo una confesión que me dejó impactada, sin embargo, no fue fácil para mi expresarme, tenía que recordar todo lo que pasé en ese tiempo, y en la actualidad no les parece extraño que aún sigo sin llorar y no sacar todo lo que tengo dentro.
A mi psicólogo después de un mes de lo que pasó le conté mi historia poco a poco. Siento rabia al pensar en eso, siento que, si lloro, esos malditos saldrán victoriosos. Siento enojo y frustración, por que hicieron que me doblegara mientras se llevaban mi ser completo con sus acciones.
Katherine y los demás solo saben lo que me hicieron por las heridas que presenté dos semanas después. Lo que no saben los desagradables detalles, ya tienen demasiado con mi momento de debilidad y no tengo el valor de contarles nada.
Cuando salgo con ella lo hacemos en el día, mi habitación tiene muchas luces y duermo con ellas encendidas, me espantan los lugares oscuros e incluso el patio se encuentra iluminado cuando voy a dejar a su casa a mi pequeño Raptor, mi perro y fiel amigo,
El miedo no me deja vivir, tengo traumas que me atormentan, que no me dejan dormir y consumen mi tranquilidad. No voy a negar que tenga pánico de vivir sola, de enfrentarme al mundo rota, tan sucia.
“Encuentras mis palabras oscuras. La oscuridad está en nuestras almas ¿No crees?” James Joyce Salimos de la boutique y caminamos hacia el estacionamiento, un hombre está a punto de subir a su auto que está estacionado al lado del nuestro, al verlo de inmediato me aferro al brazo de mi hermana, es un hombre alto y de gran contextura, nos observa y por instinto me escondo tras la espalda de Katherine. Él nos sonríe y saluda con un asentamiento, abre la puerta de su auto, se sube y arranca, al tiempo que suspiro de alivio, observo a mi hermana y ella me da unas palmaditas en mi mano que aprieta la suya. Se muy bien que aún no estoy bien y temo enfrentarme a esos fantasmas que me atormentan día a día. Nos subimos a su auto y ella conduce hasta la casa, cuando llegamos el primero en recibirnos es mi lindo Raptor, corre hacia mi encuentro y de inmediato acaricio su cabeza tratándolo como a un bebé, mi herman
“No importa lo rápido que viaje la luz, siempre se encuentra con que la oscuridad ha llegado antes y la está esperando” Terry Pratchett Muy temprano a eso de las seis de la mañana Arturo estaciona su auto frente a la casa, salgo y le doy una sonrisa a boca cerrada mientras me cubro con la franela, no es que sea desconfiada pero no uso mucha ropa provocativa como antes. Raptor camina a mi lado y Arturo se baja del vehículo, mi perro sale a su encuentro y lo saluda, al parecer le cae muy bien, quizá sea el hecho de la confianza y tranquilidad que emana de este joven abogado. —Buenos días, para ti también —acaricia la cabeza de mi pequeño—, eres un buen chico Raptor —lo sigue mimando—, ¿quién es un buen chico?, tú, tú lo eres. —Le caes demasiado bien —su mirada celeste me observa y sonríe —Buenos días, Cinthya, ¿cómo estás? Este chico es muy j
“A veces de noche, enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad” Antonio Porchia Una mesera llega para tomar nuestra orden —Disculpen, soy Emisellys —se presenta la camarera viéndome a los ojos—, Vero ya me conoce, pero ustedes dos no. ¿Qué van a pedir estas bellezas? —Emisellys tráeme una hamburguesa y papás fritas con queso extra. —Para mí unas alitas picantes —veo el menú de bebidas antes de escoger— y un té de limón frío, por favor. —¿Y para este cosito hermoso? —mi perro le ladra en contestación, le agrada. —Nada, ya comió y está a dieta —Raptor agacha la cabeza lloriqueando—, no me pongas esa cara señorito. Emisellys ríe a carcajadas al ver al perro hacer un drama, su risa nos contagia por completo y reímos junto a ell
“A veces hace falta oscuridad para ver mejor las cosas” Donato Sandra entra después de que Raptor obedece mi orden de apartarse de su camino y sigue los pasos tras de ella perdiéndose escaleras arriba. —¿Por qué decidieron mudarse? —pregunto mientras bajamos las tres escaleras del porche de la casa. —La abuela de las niñas vivía ahí, así que les heredó su casa, además que es mucho más grande. —Me llamó mucho la atención que dijeras “cuando las niñas llegaron a formar parte de la familia” te refieres a que… ¿son adoptadas? —Así es, me removieron la matriz cuando estaba comprometida, así que soy más estéril que el desierto —sonríe con melancolía—, pensé que mi prometido me dejaría por ello, pero sucedió lo contrario, me cuidó como no tienes idea —lo dice con tanta ternura, sus ojos se iluminan ante el recuerdo, y algo en mi pecho se enciende de emoción, ella transmite mucho—, decidimos ad
“Existe un lado oscuro de todo”. Prince. Doy tres respiraciones ondas para encontrar el valor y toco el timbre. —¡¡Y ya lo hice amigo!! —susurro nerviosa hacia mi can. La puerta se abre y ahí está Sandra, nos observa con interés como es al parecer su costumbre. —¡Cinthya! —eleva la voz más de lo necesario—, ¡Qué bueno que te hayas decidido venir! ¡Pero ¿porque no pasas?! —sigue en la puerta, obstruyendo nuestro paso. Elevo una ceja que le dice lo obvio— ¡Ups! ¡Que descuidada! —vuelve a elevar la voz. —¿Por qué estas gritando? —pregunto intrigada con su actitud. —¡¿Gritando?! ¡¿Yo?! ¡Para nada! —la dirección de su voz va hacia un lado de la puerta. —Creo que vine en mal momento —me incomoda su actitud, no sé qué esperar de ella. —¡No! Espera… solo dame —forcejea con la hoja de la puert
“La vida es sólo una pequeña luz entre dos grandes oscuridades.” José Narosky Mi celular suena con la notificación de una llamada entrante, en la pantalla dice, Valentino. Deslizo el dedo para responder. —¡Dios! ¿Estás bien? Ya estamos en el auto, vamos por ti. —¿Qué te pasa? ¿De qué demonios estás hablando?, debes tranquilizarse. —Te llamamos y no respondías, estábamos al borde de la desesperación. —No me había percatado de la llamada, llegué muy bien, así que no te atrevas a venir ¿entendido? —¿Segura? —Pregunta mi hermana con tono de preocupación. —Segura —susurro al darme cuenta del espectáculo que estoy dando con mis gritos—, estoy con la vecina y su familia. —Cuantas personas están contigo… —Seis. —¡Wow! Seis personas, y ¿cuántos son hombres? —Dos. —¡Wow!
“A veces de noche, enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad” Antonio Porchia Dante Sandra es una chica de buen corazón, lo único que hay que hacer es no meterse con lo que más ama, su familia y en especial, con su Nati. Alboroto su bonito cabello y me da una mirada cómplice, peleamos todo el tiempo, sin embargo, nos llevamos bien, aunque puede ser un dolor de cabeza y muy vengativa. El recuerdo de estas dos niñas de nueve y diez años cuando vinieron por primera vez a Homeless está grabado en mi mente como si fuese ayer. —¡Oye! Dante —me llama el demonio que ha terminado la conversación con su adorado señor M—. ¿Qué tal lo del bufete de abogados? Se refiere al bufete más prestigioso en donde hace meses se descubrió el peor de los escándalos, la corrupción, de la que me salvé, de haber aceptado trabajar para ellos no
“La luz se apagó y la oscuridad entró de nuevo” J. Watson —¡No! ¡basta! —Raptor me observa en silencio—, venimos aquí a luchar por una nueva vida. pacífica y normal ¿cierto? —ladra en confirmación—, bien amiguito, ahora… vamos abajo a asegurar esas puertas. —me animo porque Raptor ladra y me empuja hasta llegar a la puerta de la habitación. Esto no es nada sencillo, «respira, respira, ¡respira Cinthya! y ¡corre! ¡Corre! hasta llegar abajo» Me pongo en marcha tratando de recordar dónde pisar para no caer escaleras abajo, pequeños recuerdos vienen a mi mente al verme en la oscuridad donde solo mi silueta y la de Raptor se ven por el reflejo de las luc