“A veces de noche, enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad”
Antonio Porchia
Una mesera llega para tomar nuestra orden
—Disculpen, soy Emisellys —se presenta la camarera viéndome a los ojos—, Vero ya me conoce, pero ustedes dos no. ¿Qué van a pedir estas bellezas?
—Emisellys tráeme una hamburguesa y papás fritas con queso extra.
—Para mí unas alitas picantes —veo el menú de bebidas antes de escoger— y un té de limón frío, por favor.
—¿Y para este cosito hermoso? —mi perro le ladra en contestación, le agrada.
—Nada, ya comió y está a dieta —Raptor agacha la cabeza lloriqueando—, no me pongas esa cara señorito.
Emisellys ríe a carcajadas al ver al perro hacer un drama, su risa nos contagia por completo y reímos junto a ella.
—¡Coño´e la madre! Es todo un niño, ¡ay no! ¡Es tan bello!
Da la vuelta y se va dejándonos con su contagiosa risa.
—Ella es única. Es venezolana, por eso la expresión, mi hija Sandra le ha copiado muchas de esas palabras así que no te sorprendas cuando la escuches, y estoy segura de que lo harás pronto.
Bufa molesta, recuerdo que cada vez que hablaba por teléfono con ella siempre salía el nombre de su hija queriéndose vengar de alguien. Espero no sea una chica problema, porque Verónica, se nota que es una mujer extraordinaria, emana demasiada dulzura y comprensión.
La orden que pedimos llega y comemos en silencio, pasados unos minutos escuchamos la puerta y la campanita suena informando que alguien ha entrado, sin voltear a ver, escucho la voz de un hombre diciendo «pero no se permiten animales aquí», mis alarmas se activan, soy nueva en el lugar y ya tendré problemas.
«Eres abogada Cinthya así que pon ese don en acción»
Eso quiero hacer cuando siento la presencia de un alguien a mi lado, vuelvo la vista hacia arriba con lentitud y tengo que levantar mucho la cabeza porque es gigantesco.
Ahogo un grito que se atora en la garganta, el cuerpo comienza a temblar, me arrastro sobre la banca larga hacia atrás, al ver la manera en la que reacciono y sentir el miedo que me invade, Raptor se pone en guardia empieza a ladrar y gruñir de forma agresiva, listo para saltar a la yugular, debo calmarlo, solo que no estoy en condiciones para eso, porque mi actitud lo está haciendo volverse loco.
Verónica se levanta sorprendida, todos los presentes nos ven con auténtica sorpresa.
—¡No-No me toques! —logro decirle con horror al «monstruo» que tengo cerca.
—No lo haré —retrocede dos pasos, con las manos levantadas, su ceño fruncido, sorprendido de mi extraña actitud.
—Cinthya, cariño, cálmate, por favor. —suplica preocupada, veo a Verónica acercase y Raptor gruñe viendo directo a los ojos al hombre.
Parpadeo varias veces y la sigo con la vista, me ve a los ojos y me transmite tranquilidad, mi corazón se empieza a controlar, por lo que poco a poco, respiro con normalidad.
—Raptor —logro decir, de inmediato deja de gruñir y acerca su cabeza a mi rostro lamiéndolo—, estoy bien pequeño, estoy bien. —Lo digo más para mí, que para él.
Cierro los ojos y hago ejercicios de respiración para tranquilizarme, Verónica se acerca al notarme temblorosa por el viaje instantáneo que di al pasado, cuando ese enorme hombre se acercó invadiendo mi espacio como queriéndome atacar, eso lo imaginé, vi su rostro preguntándose qué estaba pasando.
Las manos de Verónica, me halan hacia su pecho, y del miedo paso a la vergüenza.
—Tranquila, cariño, Dante no te hará daño.
«¿Así es que se llama el grandulón?»
—Lo siento —susurro con mucha vergüenza—, debo salir de aquí.
—Espera unos segundos. —da palmaditas en mi espalda y me aprisiona consolándome, se siente tan bien.
En la misma posición me sostiene unos minutos más hasta que poco a poco siento como suelta su abrazo. Levanto la cabeza y no hay nadie más que nosotras en la cafería.
Recorro el lugar con la mirada deteniéndome en los ojos de la camarera en sus manos sostiene una taza camina hacia nosotras y lo coloca frente a mí.
—Es un té de tilo, te ayudará a relajarte cariño. Esa mirada me dice que te preguntas que paso con todos… Dante y yo tomamos la decisión de sacarlos para que te tranquilizaras. Él mismo decidió salir, es un buen tipo, solo que hoy no ha sido su mejor día, es un bruto medio salvaje, pero te aseguro que no le hace daño a nadie.
La vergüenza se instala de nuevo y el rubor en el rostro me delata. Decido tomar el té, han sido muy amables y comprensivas con una desconocida.
—Jamás volveré a esta cafetería —susurro, ellas se ríen ante semejante declaración—, bonito drama hemos armado —Raptor ladra más tranquilo—, está bien, yo he armado —vuelven a reír—. ¿Qué quería decirme, Dante…? Ese es su nombre ¿cierto?
—Vio al perro sentado como un ser humano y no es que sea un gruñón que odie a los animales, es que aquí es raro que los encuentres sentados en una mesa esperando su orden —ríe—, deseaba decirte que no se permiten, discutí con él, al respecto, porque no tenemos ningún aviso. Seguro se arrepintió al ver tu reacción ¡Coño´e la madre! Hasta lo escuché maldecir en lo bajo muy frustrado al irse.
Me cubro el rostro, estoy tan avergonzada, nunca podré ver a ese hombre a los ojos.
***
Después del espectáculo que hice en la cafetería, Verónica me guía hacia la casa, y como bien me lo había informado, somos vecinas. Desde afuera la casa es más linda de lo que se ve en las fotos.
Estaciono el auto frente a ella, suspiro y un revoltijo de emociones me embarga impidiendo que pronuncie palabra alguna. Solo estoy consciente de una cosa, es aquí donde iniciaré de nuevo y no sé qué siento al respecto.
Miedo. Sí, es lo que siento en parte, porque mi ser completo está teniendo un torbellino de emociones que aprisionan el pecho. Una parte me dice ¡hagamos esto! Y la otra me grita ¡corre, perra, corre!
—¡Y bien! ¿Qué te parece? —pregunta Verónica, con los brazos extendidos, emocionada.
—¡Wow! Es… linda.
—Y acogedora, entremos —caminamos hacia la entrada y al abrir noto que esta amueblada en su totalidad—, nos mudamos aquí cuando las niñas vinieron a formar parte de nuestra familia.
Veo alrededor, ¡es enorme para mi sola! La decoración es sencilla, muy hogareña, las paredes de un color blanco hueso, las ventanas no tienen cortinas, un sillón amplio en la sala con una mesa baja en el centro, un florero adorna su centro.
—¿Hace cuánto de eso…? —interrogo y sigo con mi inspección.
—Doce años —camina hacia lo que es la cocina entramos, y todo está limpio.
—¿Café? —pregunta señalando la cafetera.
—Claro, el de la cafetería ni siquiera lo pedí. —me sonrojo de vergüenza al recordar ese lugar. Me siento para observarla moverse con fluidez, es obvio que sabe dónde están las cosas.
—Cuando quieras podemos ir, Emisellys prepara unos deliciosos postres que te harán olvidarte de la dieta. —bromea y reímos, ofrece la taza con café caliente y lo pruebo, mmm… delicioso.
—Lo siento, pero no volveré ese lugar. —bajo la mirada hacia la taza con café.
—Cinthya —me llama, levanto el rostro para verla a los ojos—, quiero que sepas que no solo te considero una inquilina, quiero que, en mí, veas a alguien de confianza, de lo que sea que desees hablar soy toda oídos.
—Gracias —me toma por sorpresa, y admito que es agradable escucharlo, le sonrío—, tomaré en cuenta lo que dices, y te agradezco el apoyo, soy solo una desconocida que busca…—me quedo unos segundos en blanco, sin encontrar la palabra.
—Paz —termina ella la frase por mí—, lo sé, no entraré en detalles ahora, apenas nos estamos conociendo, pero vi tu reacción en la cafetería y aunque quizás no fueron las mismas circunstancias, debo decirte que reconocí muy bien esa mirada de miedo en tus ojos en el momento en el que viste a Dante… también identifiqué un posible ataque de pánico.
—Yo… —aparto la mirada con vergüenza y miedo. No sé qué iba a responderle, sin embargo, un grito interrumpe nuestra conversación.
—¡Mamá! Hay un enorme perro en la puerta que no me deja pasar. —la voz de una chica se escucha procedente de la entrada.
—Sandra, cariño, estoy dentro, ya salgo, es mi hija menor. —me indica, al instante se levanta y la sigo.
—¡Vamos anda! ¡Muévete! —la chica cabello negro, de ojos miel, con los brazos en forma de jarra, frustrada le da órdenes a Raptor que no la dejara entrar y es imposible que lo mueva, si pesa más que ella.
Verónica y yo, salimos de la casa sin dificultad, ya que el perro no está cerca de la puerta, pero si esta plantado frente a la chica, y sonrío al ver la escena, Raptor la ignora, ni siquiera vuelve su vista hacia ella.
—Hola, cariño, ven preséntate. —le aconseja su madre, ella me mira y «¡oh Dios! Esa mirada es tan profunda» su semblante cambia de frustrada a verme con ¿interés…?
—Cinthya, ¿cierto? —Asiento sin verbalizar respuesta alguna— Soy Sandra, no San, ni Sandy, Sandra, por favor. —ordena lo último un poco autoritaria.
—Hola Sandra, está bien, solo Sandra —sonríe con amplitud—, es mi perro Raptor.
—El desobediente, sí, ya nos conocimos —Raptor le ladra en respuesta.
—No lo es, es que solo obedece a mis órdenes.
—¡Ah! ¿Sí? Si le pides que despedace a alguien ¿lo hará? —sus ojos brillan ante tal pensamiento.
—Claro que sí, pero ¡no voy a ordenarle hacer eso! —me horrorizo.
—¡Que aguafiestas! —la chica se cruza de brazos decepcionada.
—¡Sandra! —su madre la reprende con cariño.
—¡Qué más da! —rueda los ojos y resopla lo que hace que el flequillo se mueva hacia arriba, la imagen es graciosa y me hace reír— ordénale que se mueva para poder pasar, mi hermana necesita su caja de cosas cursis —hace una mueca de asco— y necesito ir por ella.
—Lo siento, Cinthya, nos mudamos hace menos de una semana, aún tienen cosas que no hemos trasladado hacia la casa de al lado.
“A veces hace falta oscuridad para ver mejor las cosas” Donato Sandra entra después de que Raptor obedece mi orden de apartarse de su camino y sigue los pasos tras de ella perdiéndose escaleras arriba. —¿Por qué decidieron mudarse? —pregunto mientras bajamos las tres escaleras del porche de la casa. —La abuela de las niñas vivía ahí, así que les heredó su casa, además que es mucho más grande. —Me llamó mucho la atención que dijeras “cuando las niñas llegaron a formar parte de la familia” te refieres a que… ¿son adoptadas? —Así es, me removieron la matriz cuando estaba comprometida, así que soy más estéril que el desierto —sonríe con melancolía—, pensé que mi prometido me dejaría por ello, pero sucedió lo contrario, me cuidó como no tienes idea —lo dice con tanta ternura, sus ojos se iluminan ante el recuerdo, y algo en mi pecho se enciende de emoción, ella transmite mucho—, decidimos ad
“Existe un lado oscuro de todo”. Prince. Doy tres respiraciones ondas para encontrar el valor y toco el timbre. —¡¡Y ya lo hice amigo!! —susurro nerviosa hacia mi can. La puerta se abre y ahí está Sandra, nos observa con interés como es al parecer su costumbre. —¡Cinthya! —eleva la voz más de lo necesario—, ¡Qué bueno que te hayas decidido venir! ¡Pero ¿porque no pasas?! —sigue en la puerta, obstruyendo nuestro paso. Elevo una ceja que le dice lo obvio— ¡Ups! ¡Que descuidada! —vuelve a elevar la voz. —¿Por qué estas gritando? —pregunto intrigada con su actitud. —¡¿Gritando?! ¡¿Yo?! ¡Para nada! —la dirección de su voz va hacia un lado de la puerta. —Creo que vine en mal momento —me incomoda su actitud, no sé qué esperar de ella. —¡No! Espera… solo dame —forcejea con la hoja de la puert
“La vida es sólo una pequeña luz entre dos grandes oscuridades.” José Narosky Mi celular suena con la notificación de una llamada entrante, en la pantalla dice, Valentino. Deslizo el dedo para responder. —¡Dios! ¿Estás bien? Ya estamos en el auto, vamos por ti. —¿Qué te pasa? ¿De qué demonios estás hablando?, debes tranquilizarse. —Te llamamos y no respondías, estábamos al borde de la desesperación. —No me había percatado de la llamada, llegué muy bien, así que no te atrevas a venir ¿entendido? —¿Segura? —Pregunta mi hermana con tono de preocupación. —Segura —susurro al darme cuenta del espectáculo que estoy dando con mis gritos—, estoy con la vecina y su familia. —Cuantas personas están contigo… —Seis. —¡Wow! Seis personas, y ¿cuántos son hombres? —Dos. —¡Wow!
“A veces de noche, enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad” Antonio Porchia Dante Sandra es una chica de buen corazón, lo único que hay que hacer es no meterse con lo que más ama, su familia y en especial, con su Nati. Alboroto su bonito cabello y me da una mirada cómplice, peleamos todo el tiempo, sin embargo, nos llevamos bien, aunque puede ser un dolor de cabeza y muy vengativa. El recuerdo de estas dos niñas de nueve y diez años cuando vinieron por primera vez a Homeless está grabado en mi mente como si fuese ayer. —¡Oye! Dante —me llama el demonio que ha terminado la conversación con su adorado señor M—. ¿Qué tal lo del bufete de abogados? Se refiere al bufete más prestigioso en donde hace meses se descubrió el peor de los escándalos, la corrupción, de la que me salvé, de haber aceptado trabajar para ellos no
“La luz se apagó y la oscuridad entró de nuevo” J. Watson —¡No! ¡basta! —Raptor me observa en silencio—, venimos aquí a luchar por una nueva vida. pacífica y normal ¿cierto? —ladra en confirmación—, bien amiguito, ahora… vamos abajo a asegurar esas puertas. —me animo porque Raptor ladra y me empuja hasta llegar a la puerta de la habitación. Esto no es nada sencillo, «respira, respira, ¡respira Cinthya! y ¡corre! ¡Corre! hasta llegar abajo» Me pongo en marcha tratando de recordar dónde pisar para no caer escaleras abajo, pequeños recuerdos vienen a mi mente al verme en la oscuridad donde solo mi silueta y la de Raptor se ven por el reflejo de las luc
“Estamos todos llenos de dudas, estamos todos creando en la oscuridad” López García Tararea una canción que no logro identificar, acaricia la cabeza de mi perro despreocupada que yace en su regazo. Raptor es un perro muy perceptivo, actúa con Sandra como si quisiera protegerla o animarla, es como si supiera que ella también ha estado en una situación que en su momento la dañó. He notado que con Nati es mucho más tierno, percibe la dulzura de la chica y al grandulón ya no le gruñe. Solo pasa desapercibido para él. —Me dirás cómo te diste cuenta —pregunto sentándome frente a ella, y sostengo un vaso con refresco de moras. Quiero saber cómo supo que yo podía hacer una lista con las mejores e inolvidables citas románticas. —Te gustan los atardeceres y no solo es que te quedes viendo el sol ocultarse, tu rostro refleja que de verdad lo disfrutas y que sería mejor con alguien a tu lado. Te gustan los
Hola mi ciel@s, espero que esten disfrutando de esta tercera parte de la Serie Reencuentro. Es para mi un honor que me lean, por favor me ayudaria mucho que comentaran y votaran me encantaria saber sus opiniones. Recuerden que los dos primero libros tambien estan disponibles en esta plataforma y estan completos.!Gracias por su apoyo! son geniales. La serie se entrelaza asi que para comprender mejor les invito a leer los dos primeros libros les sacarán una que otra sonrisa. Diana los espera en A pesar del Sufrimiento Valentino en A pesar del tiempo Abrazos desde la distancia ciao.
A veces nos derrumbamos hasta tal punto que incluso la idea de la felicidad nos asusta Mathias Malzieu Dante Termino la primera parte de los volantes, los cuales informan sobre las promociones que tenemos en la cafetería. Este mes es uno de los mejores para la cafetería y con la feria del catorce de febrero tenemos más clientes y podemos contratar un par de personas para ayudar con la cocina a Tina y a Ismael con los pedidos en caja. Cuando estoy por cruzar la puerta hacia dentro del local, siento que algo me empuja hasta casi caer, veo pasar a toda velocidad por mi izquierda a Rapto. Pasa directo hacia donde esta Sandra ayudando a Emisellys con las mesas, volcando sillas y tirando a todo aquel que se le atraviesa, los clientes se espantan y no esta demás, es un perro muy grande que esta sin correa y sin bozal, lo que ignoran es que él, no les hará daño. —¿Pequeñín? —pregunta sorprendida al ve