Lluvia. Después de aquella batalla, lo último que mis ojos presenciaron fue el rostro asustado de Kurt, en ese momento sentí un gran alivio, si iba a morir no me importaba, me sentía feliz de haber logrado salvarlo, mi debilidad me ganó y todo se puso oscuro, no sabía si había muerto o si estaba viva aún, sentía mi cuerpo, pero no podía moverlo, no podía escuchar nada más que susurros que estaban tan lejanos y fuera de mi entendimiento. Solo había alucinaciones, momentos con Rexon, momentos con Julienth he incluso hubo ocasiones en donde se intercambiaron los papeles, fue realmente incómodo ver a Julienth siendo cariñoso y atento, y una completa pesadilla ver a Rexon hiriéndome sin piedad, disfrutando de mi dolor. Pero ahora, después de un tiempo confuso he indefinido para mí. Logré reunir las fuerzas necesarias para levantar mis párpados, lo último que miré al cerrarlos fue el rostro asustado de Kurt, ahora él esta aquí de nuevo con una gran ilusión que le ilumina los ojos y perple
Avanza con pasos lentos a la cama, su abuela se levantó dejando el espacio a mi lado para que él se sentara y nos miramos frente a frente, los ojos grises de Rexon estaban ligeramente humedecidos, apreté los labios, en cuánto él se sentó comencé hablar, la culpa me carcomía, pensaba que todo esto se pudo haber evitado si hubiera abierto la boca antes. —Siento tanto que te enteraras de todo esto por otra boca y no la mía, te lo juro que te lo iba a decir aquella noche que me hablaste de tu pasado, pero luego.- él tomó mi mano, se la llevó a los labios y le dio un delicado y tierno beso, tal acción me hizo callar de inmediato, sus ojos se posaron en los míos, tenían una mirada que reconfortaba. — No tienes que disculparte de nada, nadie pudo predecir lo que paso, no te negaré que el principio me inquieto enterarme de todo esto, teníamos información regada entre varios, solo, necesito que me confirmes si el maldito que te marcó es él tal Julienth, rey de los vampiros. - asentí. — Sí..
Lluvia. 7 años atrás... Por fin había cumplido la mayoría de edad, legalmente era responsable de mi misma, era libre... no poseía mucho, de igual manera no podía cargar con más, solo unas cuantas prendas de ropa, zapatos y una bolsa rebosante de ahorros y sueños. No quería despedirme personalmente de mi tía y mi prima, ellas, bueno, no les importaría, si lo hacía se encargarían de desearme mala suerte, después de todo se quedarían sin sirvienta personal. Solo les dejé un sobre en la mesa, una carta en donde agradecía que me acogieran en casa y no dejarme a mi suerte en un orfanato, les dejé una buena cantidad de dinero como agradecimiento y nada más, no me entristecía marcharme de ahí, al contrario, estaba emocionada de iniciar mi aventura, mi objetivo, conocer la mayor parte del mundo posible.Después de ir a un banco a depositar mi dinero, lidiar con un interrogatorio de como había conseguido esa cantidad y me quitaran una parte que por impuestos o algo así, salgo del gran edifici
Abro los ojos lentamente, me siento incómoda, de pronto aparece un cosquilleo entre mis piernas y vientre, necesito ir al baño, aparto las sabanas, mi cuerpo esta adolorido y entumecido, me quedo un momento sentada al borde de la cama, con los pies colgando de esta, la habitación esta completamente a oscuras, la luz de la luna apenas y permite diferenciar algo. El colchón hace ruido al levantarme y escucho algo que lo hace también, una de las sombras hace un momento estática se comienza a mover, me asusto, voy al buró al lado de la cama y tomo lo primero que sienten mis manos, una cajita que arrojo a la sombra, escucho una voz masculina quejarse. — ¡Auch! Tranquila tormenta, soy yo. — ¿Rexon? Pregunto sorprendida, la sombra se mueve, un interruptor es accionado, la luz ilumina la habitación y ahí veo a Rexon parado, con la mano en el interruptor de la pared frotándose los ojos, su rostro se mira algo adormilado, me llevo las manos a la boca. — ¡Cielos! lo siento mucho...- le digo
6 años y medio atrás... No podría creer que la mujer frente al espejo se tratara de mí. Le dije a Julienth que no podía ir a cenar con él, mi limitado guardarropa no incluía ningún tipo de prenda como para ese tipo de ocasiones, y bueno, para cenar con un hombre como él, menos. Me dijo que me llevaría a un lugar para que me arreglen, no quería aceptar, pero bastó con solo una mirada dura y su voz firme diciéndome "No me hagas rogarte" como para terminar aceptando. Si quería ir a cenar con él, me moría por dentro de la emoción, solo que, me apenaba aceptar que él gastara de más en mí. Me dejó en un salón de belleza muy elegante, se encargaron de peinarme, maquillarme y vestirme, y madre mía me dejaron alucinante, mi cabello suelto con rizos perfectamente definidos, un vestido rojo de finos tirantes, que resultaba el color de mis ojos y cabello, escote en forma de corazón, me quedaba ajustado hasta las caderas con una peligrosa y sensual abertura en un costado, zapatillas negras y un
Al día siguiente desperté muy adolorida de mi cuerpo, él no estaba en ningún lado y en ese momento agradecí al cielo, no iba a poder complacer a ese hombre nuevamente si me lo pedía, mi cuerpo no aguantaría. Al lado en el buró de la cama había una bonita rosa, como las que siempre me llevaba a la tienda, al lado de ella un vaso de agua, pastillas y una nota, la tomé, solté un quejido al estirarme, la parte baja de mi cuerpo sufría. "Lo siento Lluviecita... se me pasó la mano anoche, en verdad me perdí en la lujuria de tenerte, eres tan bella, me vuelves loco...Te dejé unas pastillas para el dolor, tomalas, prometo ser más gentil la próxima vez, te dejaré descansar unos días. Tuve que salir a atender un imprevisto, estaré de vuelta en unas horas, si te da hambre toma lo que quieras de la cocina" Dejé la nota de nuevo en el buró, me tomé las dichosas pastillas y me esperé a que hicieran efecto, cuando ya podía moverme un poco mejor sin sentir tanto dolor me levanté y fui a la cocin
Desperté, como siempre débil, aturdida y con el cuerpo adolorido, lo mismo de todos los días, ese techo gris que a pesar de que llevara un año entero aquí encerrada y no había visto a nadie entrar más que el doctor, estaba todo limpio, en orden e inmaculado. No es como que hubiera muchas cosas, una enorme cama al lado de la puerta, frente a ésta dos sillones, y de mi lado izquierdo un baño con retrete y regadera, tenía una tina, pero una vez me intenté ahogar en ella, tenía la creencia de que había cámaras aquí, llegaron en el momento exacto para sacarme, me durmieron y cuando desperté esta había desaparecido y fue remplazada por una regadera... Todo era como siempre, abrir los ojos nuevamente solo significaba volver a sufrir, estaba mentalmente agotada y físicamente destrozada. — Por fin has despertado, Lluviecita. Su voz... escuchar la voz de Julienth me puso en alerta, me senté en la cama con rapidez y pegué mi espalda a la fría pared en lo que abrazaba mis rodillas, él sonrió,
Rexon. Desde hace tiempo había terminado de atender la espalda de Lluvia, se acomodó la camisa y nos sentamos frente a frente con las piernas cruzadas sobre la cama, ella mantenía la cabeza agachada en todo momento mientras hablaba, su cuerpo temblaba de repente en algunas partes de su historia, otras se le cortaba la voz y en algunas tenía que tomar su tiempo para seguir hablando, se limpiaba las lágrimas constantemente, me mantuve en mi lugar, ignorando el impulso de querer abrazarla y limpiar sus lágrimas yo mismo, pero no quería interrumpirla, aunque la otra parte de mí quería decirle que parará, no solo me estaba contando su pasado y los jodidos horrores que le hicieron, era como si estuviera reviviendo esos momentos en carne propia. Cuando ella terminó de hablar se quedó con la cabeza agachada, pensativa y en silencio, no sabía que decirle, tenía que organizar mis pensamientos y controlar mis emociones, tenía mucho coraje atorado en el pecho que apenas y me permitía respirar