Giselle Se escuchan absurdas sus palabras. Es una locura lo que acaba de sugerir y no puedo entender si es una broma o no, la verdad es que luce totalmente normal.—¿Estás tomándome el pelo verdad? —inquiero comenzando a reír.Al menos mis nervios están calmados por el momento. Arruga su entrecejo mientras me mira de forma escueta.—Tú quieres que tú madero de tormento acabe —dice y sí me gustaría poder caminar sin sentirme tan acechada.—¿Qué ganarías tú con eso? Es totalmente absurdo lo pides —increpo esperando la estruendosa carcajada que sea señal de que es todo una broma.—Joder a mi padre, eso es lo que ganaría —responde como si fuese algo totalmente obvio.Elevo una ceja de forma analítica.—¿Cómo sé que no eres tú el asesino serial? —pregunto aunque sé que no es él.—Tendrás que darme el beneficio de la duda peli negra —sisea y se irgue poniendo un poco de distancia entre ambos.Su forma de llamarme hace que un burbujeo me invada de pronto.—¿Por qué quieres joder a tu padre
La mirada recriminatoria que ve a Matthias sí que le causa un poco de ansiedad. No había nunca pasado por algo semejante en su vida, sí, es un hombre, sí, él ya ha tenido y tiene sexo a diestra y siniestra como todos los especímenes de su clase, sin embargo que su madre presencie el acto ya es otro asunto.Krista Hakam. Esposa del gobernador de Dubái, de Emiratos Árabes Unidos. Mientras el hijo y la madre se quedan guerreando con la mirada, Giselle no puede estar más que nerviosa. La ansiedad es apremiante y el que la incertidumbre se apodere de ella, se podría decir que no es un punto a su favor, jamás contó con otra presencia en la estancia.Solo puede apreciar la espalda de Matthias tensarse y un silencio infernal y espeso cernirse sobre ellos.—Madre... —murmura en voz baja el árabe.Giselle ahora sí cree que le dará un paro cardíaco. No concibe que esto haya podido suceder. ¿Desde cuándo ella es ese tipo de mujer?, se reprocha de forma interna tratando vagamente de cubrirse los
Giselle No sé cómo logré articular esa pregunta. Solo me deje llevar por mis más primitivos instintos y ahora me estoy muriendo de la vergüenza. Noto sus ojos penetrantes en mi rostro, debatiéndose, cavilando, pensando en lo que dije. —Sí —expresa en sus tan típicos monosílabos.—Espérame aquí, voy a cambiarme —balbuceo en ápice de voz.Lo veo asentir y salgo escaleras arriba hasta mi habitación, luego de tomar la bolsa con la otra prenda diseñada.La pongo sobre mi cuerpo con cuidado, aunque casi siento mis manos temblar. No sé cómo puñetas me he llenado de valor para hacer algo así, solo sé que estoy decidida a no luchar contra la corriente.Rehuyo de mi mente los rostros que aparecen al instante, hoy no quiero pensar en ellos. Hoy solo deseo pensar en mí, en complacerme.Tras ponerme las medias pantis que hacen juego con la pequeña braguita tipo hilo, me miro en el espejo. Sonrío con satisfacción al ver mi reflejo y con decisión bajo los peldaños, notando mi corazón cada vez cab
Mis piernas pisan el frío mármol del suelo y mi cabeza no deja de hacerme ver todo dar vueltas a mi alrededor. Toco mi sien tratando de estabilizarme para ponerme de pie. ¿Acaso bebí tanto anoche?Al salir de casa de nuestros suegros solo fuimos al club que hay cerca del hotel en el que nos hospedamos. No quise quedarme en casa de mis suegros por tanto disfrutamos un poco solo antes de ir a la cama. Mis miedos van cobrando vida al ver ahora las cortinas de las ventanas realmente abiertas de par en par. La claridad que entra justo ahora es tanta que una punzada en mi cabeza me abruma. Me pongo de pie a duras penas sintiendo mareos y náuseas.Miro el lado vacío de la cama y comienzo a llamarle. —Mattew —digo en voz alta y ahora siento el agua caer desde el baño.Sin embargo, algo me recorre entera y es de esas sensaciones de que algo no anda bien. Unas náuseas se aproximan a salir por mi garganta por lo que corro con rapidez hasta el baño. Ahogo un grito al ver toda la escena que ac
En un café abarrotado de personas, ella da un sorbo a su taza. Habitualmente va allí todas las mañanas a desayunar y disfruta en esos momentos, de la tranquilidad que el aroma a café puede emanar. Mira alrededor las inmensas y concurridas calles de San Francisco, sitio donde decidió establecerse hasta que su corazón al menos dejara de sangrar, hasta que pudiese valerse por si sola.La muerte como enemigo común de todo ser humano, cuando toca a las puertas no hay nada que se pueda hacer o dar a cambio de vivir. La muerte solo entra sin más, sin precedentes, sin importar quién eres o qué fuiste. Irrumpe en planes, amor, felicidad, familias y juventud; simplemente llega a cobrar con intereses valiéndonos nada.Ella la ha tenido cerca tres veces y siente que cada vez que se aproxima rompe y agrieta todo la fortaleza que ha construido desde antes. Millares de preguntas llegan a tu mente cuando presencias la muerte tan cerca de ti, preguntas que por mucho que hagas seguirás sin encontrar re
Todo el contacto visual se hace mientras él camina guiado por la secretaria a la sala de reuniones, la cual abre las puertas de cristal de la misma y eso no impide que él frene su andar, si no que sigue dando pasos hasta llegar frente a frente a Giselle.La peli negra siente sus piernas flaquear al tenerlo tan cerca, tan grande que le saca al menos tres cabezas de alto a la vez que sus ojos se clavan sin discreción en los suyos como analizándole cada poro del rostro, cosa que hace que sensaciones extrañas la recorran.El ahora trajeado cliente se mantiene impasible esperando que ella haga alguna acción que no sea sentirse cada vez más diminuta en su presencia sin embargo, la mirada no la baja en ningún momento, ella le mantiene el contacto visual que interrumpe ahora solo para mirar a sus espaldas a dos sujetos que le acompañan.Estos últimos a diferencia de él sí le sonríen con formalidad y le tienden sus manos saliendo de la espalda del cliente.—Un gusto señorita Evans, soy Wilson
El sonido de la música hace eco por todo el sitio y ella no puede más que sentirse fuera de lugar y las ganas de girar su espalda de vuelta a la mansión se asoman. La oscuridad aturde su sistema nervioso hasta pasar la entrada y dar con el gran salón lleno de personas bailando. El humo se esparse por todo el sitio junto a el olor a tabaco caro y a alcohol.Sus tímpanos le vibran debido a los decibeles del sonido a todo volumen. Se dirige directo al bar del primer piso, si tendrá que soportar estar ahí necesita beber algo. Se sienta en una de las banquetas y le pide al bartender una margarita. Gira su rostro hasta la gran pista de baile buscando entre los presentes caras conocidas, ve gran parte de su equipo bailando y disfrutando de la noche.Le ponen el trago en la repisa y ella lo toma dándole un largo sorbo que engulle y hace arder su garganta debido a los niveles de alcohol que debe tener. Vuelve a enfocar su vista en el cúmulo de personas y repasa lentamente y bebiendo su copa
GisellePaso saliva recopilando en mi mente todo lo que acaba de pasarme en las últimas horas. Ni siquiera sé cómo diablos llegué aquí, es que no tengo idea de dónde estoy ahora mismo. Me asomo mirando la preciosa ciudad desde el inmenso ventanal de cristal. Paso la camisa suya por mi cuerpo y su aroma a lavanda y limón aún cuando sé que esta ropa está limpia, me envuelve. Mi pulso se acelera con solo estar así, aunque de por mí no creí volver a estar en una situación tan comprometedora con un hombre, debo admitir que la vida a veces jode bastante cuando se encapricha con hacerte vivir situaciones así. A mi mente viene el recuerdo de Harry, no sé por qué en una situación así lo pienso. Simplemente lo hago y con su imagen en mi cabeza abro la puerta de la recámara, tratando por todos los medios de que la camiseta que me dio me llegue más abajo, al menos a mitad de los muslos.Aunque me queda realmente gigante, no me siento cómoda con nada de esto. Una mujer de unos cincuenta y algo m