Giselle —¿Te sientes bien? —interroga una voz cargada de preocupación.Sus manos tomaron las mías y sus ojos buscaron los míos cuando se abalanzó hacia mí sobre la cama.Matthias.—Me siento bien. ¿Dónde estamos? —inquiero viendo aún al detective que está parado tras el árabe.—En un hospital —comenta mi nuevo esposo en tono leve.Encaro una ceja viendo todo a mi alrededor. Está todo blanco, no hay muebles ni nada más dentro de la habitación. Y mi corazón comienza a latir con fuerza. —¿Por qué estoy? ¿Por qué estoy aquí? —tartamudeo con el pulso acelerado mirando en todas direcciones.—Querías hacerte los exámenes. Y tu desmayo me llevó a traerte. ¿No recuerdas nada de lo que sucedió? —cuestiona Matthias y su tono fue demasiado sugerente. Intento levantar una mano pero noto que están amarradas al lado de la cama. Y otra vez me remuevo asustada.—¿Por qué estoy atada? —chillo jalando de los sujetadores, y mis muñecas arden por la fricción del material.—Basta Giselle. No te muevas —
GiselleAbrí los ojos sobre saltada y aún era de noche. La ventana corrediza de cristal que daba al balcón estaba abierta y las cortinas serpenteaban por el aire que estaba entrando. Mis músculos se contrajeron cuando me senté en la cama y miré a mi alrededor en la habitación. Estaba todo en penumbras escasamente alumbrado por la luz lunar que a penas dejaba ver atisbos de cosas. Observé el reloj en la mesa, eran las cuatro de la mañana.Una mala sensación me caló los huesos cuando me quedé mirando fijamente una sombra en una esquina de la habitación. Parecía que hubiese alguien ahí y debido a eso mis vellos se erizaron y mi pulso se aceleró estrepitosamente. Miré al lado de la cama que estaba ocupado por alguien. Su espalda desnuda se vislumbraba dando a entender que estaba dormido. Volví la vista a la esquina y ya no vi ninguna silueta ahí, así que como una mala jugada de mi mente expulsé todo el aire contenido y me levanté de la cama a cerrar las ventanas. Cuando estaba al lado
GiselleHabían pasado varios minutos leyendo todo lo demás hasta que salí fuera con los ojos hinchados por las lágrimas derramadas. Escuchaba la voz de los padres de Harry y me encamine hacia el comedor.Fruncí el ceño al escuchar una discusión. Ellos jamas habían sido ese tipo de parejas, claramente todas discutían, pero ellos en especial nunca lo hacían frente a nadie. Y en ese momento en el comedor estaba Eder alterado peleando con Agnes.—No me culpes más de algo que claramente es también culpa tuya. Siempre me has culpado a mí, cada año, cada día y cada hora cuando la de la idea de dejarlo allá fuiste tú. Ahora no me...Ambos me miran llegar y eso hace que el padre de Harry se quede en silencio repentinamente.—¿Terminaste cariño? —pregunta mi primera suegra llegando hasta mi sitio.Asiento y sonrío.—Me alegra. ¿Vas a quedarte a almorzar? —inquiere nuevamente.—No. No. No tengo apetito ahora. Ya sabes...Ella menea la cabeza con nostalgia. Toma mis manos y me dice:—Siempre pued
Narrador ¿Quién iba a pensar tal cosa? No amigos, las casualidades no existen en estos casos. Aquí todos pueden ser el asesino. Sospechamos de todos hasta que al final es quien menos pensábamos.—Tenemos un plan. No puedes lanzarte de cabezas al abismo. Esperemos a los dos meses.—No. Él sabe que lo estaréis esperando, por eso mató a Rosse. Ella supo la verdad y fue a sus otros objetivos...Entonces él la vio correr hacia al Bugatti y la siguió. No sabía que haría, pero él no iba a dejarla sola. Subió tras ella y rebuscó en los asientos.Había olvidado decirle a Giselle, pero había dejado un arma bajo el asiento del copiloto. La metió en su saco mientras la peli negra arrancaba el auto.Él la miraba llorar en silencio. La veía derramar lagrimas aferrada al volante y su pecho se contraía cada vez que la veía hacer eso. Era como si algo se activara dentro de él con cada lágrima salida de sus ojos.Cuando se había acercado a ella no había sido para esto. Jamás pensó que una mujer, que
Giselle Tres años después —¡Sí, sí, sí! —gimo extasiada sintiendo sus embestidas tornarse cada vez más frenéticas. Mi canal se contraía debido a que el calor se iba acumulando cada vez más en mi vientre. El sudor me corría por las sienes y mis tetas rebotaban a la par de sus estocadas. La piel se me fue erizando y de un momento a otro con los músculos contrayéndoseme, me corro. Él sigue unos instantes más hasta que oyendo maldiciones, se corre dentro de mí. Me dejo caer en la cama viéndolo completamente desnudo acostarse a mi lado. Mis dedos perfilan su rostro mientras le miro embelesada. —He venido a darte una buena noticia —dice y sonrío con picardía. —Pensé que venías a follarme como todos los días —inquiero con la voz fina. Sus manos van a mis tetas y las comienza a magrear. —Sí, pero hoy acabo de recibir la noticia. Así que vine a coger y a contarte —sigue hablando y encaro una ceja a la expectativa—. Estás de alta —confirma y mi corazón comienza a latir. Me quedo en
Mis piernas pisan el frío mármol del suelo y mi cabeza no deja de hacerme ver todo dar vueltas a mi alrededor. Toco mi sien tratando de estabilizarme para ponerme de pie. ¿Acaso bebí tanto anoche?Al salir de casa de nuestros suegros solo fuimos al club que hay cerca del hotel en el que nos hospedamos. No quise quedarme en casa de mis suegros por tanto disfrutamos un poco solo antes de ir a la cama. Mis miedos van cobrando vida al ver ahora las cortinas de las ventanas realmente abiertas de par en par. La claridad que entra justo ahora es tanta que una punzada en mi cabeza me abruma. Me pongo de pie a duras penas sintiendo mareos y náuseas.Miro el lado vacío de la cama y comienzo a llamarle. —Mattew —digo en voz alta y ahora siento el agua caer desde el baño.Sin embargo, algo me recorre entera y es de esas sensaciones de que algo no anda bien. Unas náuseas se aproximan a salir por mi garganta por lo que corro con rapidez hasta el baño. Ahogo un grito al ver toda la escena que ac
En un café abarrotado de personas, ella da un sorbo a su taza. Habitualmente va allí todas las mañanas a desayunar y disfruta en esos momentos, de la tranquilidad que el aroma a café puede emanar. Mira alrededor las inmensas y concurridas calles de San Francisco, sitio donde decidió establecerse hasta que su corazón al menos dejara de sangrar, hasta que pudiese valerse por si sola.La muerte como enemigo común de todo ser humano, cuando toca a las puertas no hay nada que se pueda hacer o dar a cambio de vivir. La muerte solo entra sin más, sin precedentes, sin importar quién eres o qué fuiste. Irrumpe en planes, amor, felicidad, familias y juventud; simplemente llega a cobrar con intereses valiéndonos nada.Ella la ha tenido cerca tres veces y siente que cada vez que se aproxima rompe y agrieta todo la fortaleza que ha construido desde antes. Millares de preguntas llegan a tu mente cuando presencias la muerte tan cerca de ti, preguntas que por mucho que hagas seguirás sin encontrar re
Todo el contacto visual se hace mientras él camina guiado por la secretaria a la sala de reuniones, la cual abre las puertas de cristal de la misma y eso no impide que él frene su andar, si no que sigue dando pasos hasta llegar frente a frente a Giselle.La peli negra siente sus piernas flaquear al tenerlo tan cerca, tan grande que le saca al menos tres cabezas de alto a la vez que sus ojos se clavan sin discreción en los suyos como analizándole cada poro del rostro, cosa que hace que sensaciones extrañas la recorran.El ahora trajeado cliente se mantiene impasible esperando que ella haga alguna acción que no sea sentirse cada vez más diminuta en su presencia sin embargo, la mirada no la baja en ningún momento, ella le mantiene el contacto visual que interrumpe ahora solo para mirar a sus espaldas a dos sujetos que le acompañan.Estos últimos a diferencia de él sí le sonríen con formalidad y le tienden sus manos saliendo de la espalda del cliente.—Un gusto señorita Evans, soy Wilson