Claus asintió con la cabeza para mostrar su entendimiento. Guardó los papeles que tenía en la mano y subió primero a su habitación para ponerse un albornoz. Estrella empujó la puerta y en cuanto levantó la vista se quedó helada. Claus tenía una figura alta y noble, era un hombre guapo en todos los sentidos. Su albornoz negro contrastaba con su piel aún más blanca, como si fuera una obra de arte finamente tallada. Además, debajo de la bata se apreciaban las líneas de sus abdominales. Tenía una cintura fina, espaldas anchas y emanaba una sensualidad innegable. El favoritismo de Dios era muy evidente. Sin mencionar nada más, este hombre era realmente una joya rara en el mundo, tanto en apariencia como en constitución, sumamente atractivo. Si una persona ordinaria lo viera, definitivamente no sería capaz de controlar su corazón. Incluso Estrella, que siempre afirmaba tener una compostura firme, casi se había perdido ante esta escena. Se dio una palmada en la mejilla y se obligó a des
Por lo general, Estrella no solía ser demasiado amable con la gente a menos que se tratara de alguien muy cercano. Era la primera vez que se mostraba tan servicial con alguien a quien solo había visto un par de veces, como era el caso de Claus. Estrella había decidido ser amable y ayudar a Claus porque pensaba quedarse en la familia Burgos hasta que terminara el bachillerato. También tuvo la premonición de que la vida diaria de Claus, en su opinión, no debería estar limitada a una silla de ruedas, ni debería ser como era ahora…Pensando en esto, Estrella miró el reloj y salió para dejar entrar a Claus. Claus tomó el baño como de costumbre y cuando salió Estrella ya estaba dormida. Claus se secó el pelo mojado mientras observaba con una presión en el corazón a esa niña que dormía sin ningún sentido del peligro. La niña dormía profundamente sobre la cama, con su larga melena cayendo a su espalda, dejando al descubierto una carita delicada y brillante, y su piel suave y perfecta, sin
Estrella solo lo miró por un breve momento. Luego bajó la cabeza y siguió con la crema. No estaba entusiasmada, como si la comida sobre la mesa le resultara más atractiva que el cheque. —Cincuenta millones. ¿Realmente valgo solo cincuenta millones? —Se rio.Javier miró de reojo a Estrella mientras la escuchaba. Si se tratara de cualquier otra persona, pensó para sí, 50 millones de dólares sería un precio exorbitante, pero ella lo despreciaba. Este no era en absoluto el tipo de temperamento que tendría una campesina. Sin embargo, hubo algo que sorprendió aún más a Javier. —En efecto, cincuenta millones es un poco barato, más de 500 millones estaría bien, pero eso es todo lo que se merece Zared, cincuenta millones. No debe ser una valoración tuya… —intervino Claus.De hecho, a los ojos de Claus, la niña no tenía precio. Las palabras fueron tranquilizadoras para sus oídos y acallaron al mal genio que recién quería salir a flote. Estrella se limpiaba la comisura de los labios a la vez
Los ojos de Claus se fueron enfriando poco a poco. Las ramas secundarias habían sido reprimidas por la familia principal durante muchos años, así que siempre hacían pequeños movimientos en privado. Pero ahora, ¿ya no podían contenerse más? Y aunque fuera así, ¿y qué con eso?¿cómo podrían ellos hacer algo que les perjudicara?Era realmente risible. A sus ojos, Claus no era más que un maníaco insignificante. Lo que no sabían era que, de hecho, Claus era la persona que decidía si vivían o morían. —¿Se lo han contado a la presidenta? —Inquirió girando la cara.—La señora ya lo sabe —asintió Javier.—Encontraré una manera de solucionar esto —Claus asintió levemente—. Dile a la abuela que no se preocupe. —Señor, la anciana conoce sus habilidades. Ella primero estabilizará a los accionistas.Había un atisbo de admiración en el tono de Javier. Todos habían comprobado la capacidad que tenía Claus para resolver problemas. Si no fuera para proteger algo más importante, no habrían necesitado o
A la mañana siguiente, Zared salió de casa temprano y llegó rápidamente al Grupo Burgos.—Señor, ¿a quién busca? La señora de la recepción era muy buena en el servicio y le dedicó a Zared una dulce sonrisa.—Me gustaría reunirme con su presidente.Al contemplar la imponente decoración, Zared se sintió algo incómodo y se frotó ambas manos con inquietud.—¿Tiene cita? —Preguntó la recepcionista. Zared sacudió la cabeza—No, pero por favor, dígale a la presidenta que se trata de Zared. Con eso aceptará verme.—Espere un momento, por favor.La recepcionista llamó e informó al despacho superior. Cuando le dijeron que Zared la estaba buscando, Rosalía enseguida le indicó que subiera.—Señor, vaya a la izquierda. En el último piso está el despacho de la presidenta. —La recepcionista hizo un gesto educado.Zared subió. Respiró hondo antes de levantar la mano y llamar a la puerta de entrada. La voz de Rosalía llegó desde el interior y Zared empujó la puerta. El despacho era digno de la famili
Estaba claro que la anciana no quería involucrarse en el asunto. Si Zared hubiera sido amable con Estrella, y le hubiera pedido a ella que viniera a ayudar en su lugar, tal vez se lo habría planteado. Lamentablemente…Le hacía infeliz el comportamiento de Zared. Adulaba a los altos mandos pero abusaba y reprimía a los de abajo. ¿Cómo podía tratarlas de maneras tan diferentes si ambas son sus hijas? Pero si Zared hubiera sido bueno con Estrella, no la habría dejado casarse con la familia Burgos en primer lugar. Al fin y al cabo, las supuestas chicas ricas y poderosas de por ahí evitaban a la familia Burgos como si fueran la peste.Pero a ella le agradaba tanto Estrella… ¿Cómo iba a aceptar hacer cosas que la molestaran? —Así que eso es lo que pasa —Rosalía dijo perfunctoriamente—. Lo comprendo. Cuando tenga tiempo enviaré a alguien para averigüar lo ocurrido. Si Estrella ha hecho algo malo le daré una lección por ser tan revoltosa.Luego cambió repentinamente de tema.—Consuegro, te
—¿Y nuestra hija? —Hada respiraba agitadamente por la irritación.A Luna no podían dejarla sufrir en comisaría, ¿no? —Volveré a hablar con la familia Álvarez. —Zared estaba relativamente tranquilo.Estrella no sabía nada de lo que estaba pasando. Debido al malestar estomacal de ayer, había pospuesto la comida con Héctor para hoy. Al mediodía, ella y Héctor se sentaron en el balcón de un restaurante situado a las afueras de la escuela para comer comida corrida con alegría. Héctor estaba a su lado, muy comedido al acercar los acompañamientos a Estrella.—Jefa, ¿cómo va lo del sistema OI? Llevamos tanto tiempo buscándolo y aún no hay noticias. Si no nos damos prisa, ¿no se infiltraran en el sistema? —preguntó.Estrella tenía los labios enrojecidos y la frente cubierta de sudor por las salsas, pero estaba disfrutando enormemente; el sabor era fuerte y picante, muy estimulante. Al oír sus palabras, Estrella dio un sorbo a su bebida y se mofó.—Eso solo si son capaces de descifrar el códig
En efecto, era prudente dejar el asunto de la familia Sánchez a Claus. Rosalía no tenía ningún problema con eso. Esta vez había venido para echar un vistazo a lo que Claus tenía en mente. Después de tomar una taza de té, la anciana se marchó. El mayordomo le abrió un espacio de ocio a la apretada agenda de Claus. Cuando lo vio sentado en el salón, se acercó a él.—¿Qué le apetece cenar, señorito?Claus no era muy exigente con la comida, pero el mayordomo se esforzaba por cambiar su enfoque y preparar platos nutritivos y diferentes. Siempre consultaba antes de pedir a la cocina que le proporcionaran ingredientes frescos lo más saludables posible.Claus respondió inmediatamente.—Comida corrida. ¿Comida corrida? El mayordomo se quedó perplejo. Claus nunca había comido esas cosas. Incluso se preguntó si su vejez ya le estaba causando problemas en el oído. Claus vio que el mayordomo seguía en su sitio, sin moverse. Frunció el ceño y preguntó.—¿Algo más?—No, señorito, solo déjeme corr