A la mañana siguiente, Zared salió de casa temprano y llegó rápidamente al Grupo Burgos.—Señor, ¿a quién busca? La señora de la recepción era muy buena en el servicio y le dedicó a Zared una dulce sonrisa.—Me gustaría reunirme con su presidente.Al contemplar la imponente decoración, Zared se sintió algo incómodo y se frotó ambas manos con inquietud.—¿Tiene cita? —Preguntó la recepcionista. Zared sacudió la cabeza—No, pero por favor, dígale a la presidenta que se trata de Zared. Con eso aceptará verme.—Espere un momento, por favor.La recepcionista llamó e informó al despacho superior. Cuando le dijeron que Zared la estaba buscando, Rosalía enseguida le indicó que subiera.—Señor, vaya a la izquierda. En el último piso está el despacho de la presidenta. —La recepcionista hizo un gesto educado.Zared subió. Respiró hondo antes de levantar la mano y llamar a la puerta de entrada. La voz de Rosalía llegó desde el interior y Zared empujó la puerta. El despacho era digno de la famili
Estaba claro que la anciana no quería involucrarse en el asunto. Si Zared hubiera sido amable con Estrella, y le hubiera pedido a ella que viniera a ayudar en su lugar, tal vez se lo habría planteado. Lamentablemente…Le hacía infeliz el comportamiento de Zared. Adulaba a los altos mandos pero abusaba y reprimía a los de abajo. ¿Cómo podía tratarlas de maneras tan diferentes si ambas son sus hijas? Pero si Zared hubiera sido bueno con Estrella, no la habría dejado casarse con la familia Burgos en primer lugar. Al fin y al cabo, las supuestas chicas ricas y poderosas de por ahí evitaban a la familia Burgos como si fueran la peste.Pero a ella le agradaba tanto Estrella… ¿Cómo iba a aceptar hacer cosas que la molestaran? —Así que eso es lo que pasa —Rosalía dijo perfunctoriamente—. Lo comprendo. Cuando tenga tiempo enviaré a alguien para averigüar lo ocurrido. Si Estrella ha hecho algo malo le daré una lección por ser tan revoltosa.Luego cambió repentinamente de tema.—Consuegro, te
—¿Y nuestra hija? —Hada respiraba agitadamente por la irritación.A Luna no podían dejarla sufrir en comisaría, ¿no? —Volveré a hablar con la familia Álvarez. —Zared estaba relativamente tranquilo.Estrella no sabía nada de lo que estaba pasando. Debido al malestar estomacal de ayer, había pospuesto la comida con Héctor para hoy. Al mediodía, ella y Héctor se sentaron en el balcón de un restaurante situado a las afueras de la escuela para comer comida corrida con alegría. Héctor estaba a su lado, muy comedido al acercar los acompañamientos a Estrella.—Jefa, ¿cómo va lo del sistema OI? Llevamos tanto tiempo buscándolo y aún no hay noticias. Si no nos damos prisa, ¿no se infiltraran en el sistema? —preguntó.Estrella tenía los labios enrojecidos y la frente cubierta de sudor por las salsas, pero estaba disfrutando enormemente; el sabor era fuerte y picante, muy estimulante. Al oír sus palabras, Estrella dio un sorbo a su bebida y se mofó.—Eso solo si son capaces de descifrar el códig
En efecto, era prudente dejar el asunto de la familia Sánchez a Claus. Rosalía no tenía ningún problema con eso. Esta vez había venido para echar un vistazo a lo que Claus tenía en mente. Después de tomar una taza de té, la anciana se marchó. El mayordomo le abrió un espacio de ocio a la apretada agenda de Claus. Cuando lo vio sentado en el salón, se acercó a él.—¿Qué le apetece cenar, señorito?Claus no era muy exigente con la comida, pero el mayordomo se esforzaba por cambiar su enfoque y preparar platos nutritivos y diferentes. Siempre consultaba antes de pedir a la cocina que le proporcionaran ingredientes frescos lo más saludables posible.Claus respondió inmediatamente.—Comida corrida. ¿Comida corrida? El mayordomo se quedó perplejo. Claus nunca había comido esas cosas. Incluso se preguntó si su vejez ya le estaba causando problemas en el oído. Claus vio que el mayordomo seguía en su sitio, sin moverse. Frunció el ceño y preguntó.—¿Algo más?—No, señorito, solo déjeme corr
No era de extrañar que Claus le preguntara. Al fin y al cabo, nunca había visto a Estrella hacer nada relacionado con sus tareas escolares desde que entró en el colegio. Estrella no se tomó a pecho sus palabras.—No te preocupes, de todas formas no planeo hacer la tarea.Javier aguzó el oído para escuchar y pensó para sí mismo que si ni siquiera hacía los deberes, entonces era obvio que era una alumna problemática. ¿Había sacado la nota máxima en el examen o la realidad era que el propio amo compró el lugar?Sin embargo, Claus miró a Estrella y le preguntó con mucha seriedad.—Puesto que no te interesa estudiar, ¿por qué lo haces?Estrella se acarició la barbilla un rato antes de decir:—Quiero cumplir mis propias obligaciones.Los ojos de Javier se llenaron de curiosidad. La pregunta que le rondaba por la cabeza salió:—¿Qué obligación? ¿La obligación de dormir?—Quiero experimentar la juventud. —Estrella puso los ojos en blanco con mala actitud.Era exactamente la misma respuesta que
Claus miró a Estrella un momento antes de asentir.—Bien, te llevaré mañana.Bajó la mirada, en la que se adivinaba algún significado oculto. Desde que Estrella llegó al Palacio Imperial, nunca había mostrado un fuerte deseo por nada. Solo esta vez, cuando mencionó la empresa, había mostrado los mayores altibajos emocionales. Claus pudo notar enseguida que iba allí con un propósito, pero, ¿cuál era el objetivo de Estrella en el Grupo Burgos?Estaba sumido en sus pensamientos.A la tarde siguiente, Claus llevó a Estrella a la oficina. Estrella lucía un vestido azul claro, con dos coletas y unos ojos grandes y brillantes. Tenía un aspecto inocente y educado. Pensó que Rosalía, la presidenta del consejo de administración, ya estaría en la oficina. Para que Rosalía bajara la guardia, había luchado voluntariamente contra las náuseas en su corazón y elegido ese traje de aspecto muy inocente. Estrella empujó la silla de ruedas y se dirigió al lugar designado por Claus. Claus tenía un asce
La secretaria llevó a Estrella a hacer un recorrido que empezó por la planta baja. En el Grupo Burgos, casi todas las plantas estaban equipadas con su propia sala de descanso y baño. El comedor del personal era tan lujoso que podía compararse con un restaurante de tres estrellas. Estrella incluso fue a ver la cocina, que se actualizaba casi cada semana con un menú diferente. No solo eso, los materiales utilizados en la decoración del Grupo Burgos eran de la máxima calidad. El suelo estaba tan limpio que no se veía ni una mota de polvo, los ventanales rodeaban todo el pasillo y ofrecían una vista panorámica de toda la Ciudad Norte. Después de verlo, Estrella no pudo evitar maravillarse ante el tamaño y la opulencia del Grupo Burgos. Era realmente asombroso más allá de las palabras. No era de extrañar que todos los años hubiera tantos becarios que querían trabajar en el Grupo Burgos aun si tuvieran que exprimirse los sesos. Aunque los requisitos eran muy altos, el trato y salario de l
Caín se marchó indignado después de haber sido derrotado. La secretaria de la anciana había estado conteniendo la risa, ya que estaba del lado de Rosalía. Había ingresado en la empresa cuando aún vivía el Gran Maestre de la familia Burgos. Siempre había seguido a la anciana en la empresa y conocía bien las intrigas y los motivos ocultos de las familias secundarias. Ahora que Caín, habitualmente tan orgulloso de sí mismo en la empresa, se había visto obligado a admitir su derrota, sentía un gran placer en el fondo de su corazón, así que le costaba contener la risa. Pensó que esta joven era realmente hábil. Definitivamente no era una persona común y corriente. El encuentro con Caín hizo que el interés de Estrella por explorar la empresa desapareciera de golpe. ¿Quién le aseguraba que no se encontraría con el resto de la familia Burgos más adelante? Sabía que, exceptuando los de la casa principal, la mayoría de la gente en la familia Burgos eran como perros rabiosos, atrapaban a uno y