En efecto, era prudente dejar el asunto de la familia Sánchez a Claus. Rosalía no tenía ningún problema con eso. Esta vez había venido para echar un vistazo a lo que Claus tenía en mente. Después de tomar una taza de té, la anciana se marchó. El mayordomo le abrió un espacio de ocio a la apretada agenda de Claus. Cuando lo vio sentado en el salón, se acercó a él.—¿Qué le apetece cenar, señorito?Claus no era muy exigente con la comida, pero el mayordomo se esforzaba por cambiar su enfoque y preparar platos nutritivos y diferentes. Siempre consultaba antes de pedir a la cocina que le proporcionaran ingredientes frescos lo más saludables posible.Claus respondió inmediatamente.—Comida corrida. ¿Comida corrida? El mayordomo se quedó perplejo. Claus nunca había comido esas cosas. Incluso se preguntó si su vejez ya le estaba causando problemas en el oído. Claus vio que el mayordomo seguía en su sitio, sin moverse. Frunció el ceño y preguntó.—¿Algo más?—No, señorito, solo déjeme corr
No era de extrañar que Claus le preguntara. Al fin y al cabo, nunca había visto a Estrella hacer nada relacionado con sus tareas escolares desde que entró en el colegio. Estrella no se tomó a pecho sus palabras.—No te preocupes, de todas formas no planeo hacer la tarea.Javier aguzó el oído para escuchar y pensó para sí mismo que si ni siquiera hacía los deberes, entonces era obvio que era una alumna problemática. ¿Había sacado la nota máxima en el examen o la realidad era que el propio amo compró el lugar?Sin embargo, Claus miró a Estrella y le preguntó con mucha seriedad.—Puesto que no te interesa estudiar, ¿por qué lo haces?Estrella se acarició la barbilla un rato antes de decir:—Quiero cumplir mis propias obligaciones.Los ojos de Javier se llenaron de curiosidad. La pregunta que le rondaba por la cabeza salió:—¿Qué obligación? ¿La obligación de dormir?—Quiero experimentar la juventud. —Estrella puso los ojos en blanco con mala actitud.Era exactamente la misma respuesta que
Claus miró a Estrella un momento antes de asentir.—Bien, te llevaré mañana.Bajó la mirada, en la que se adivinaba algún significado oculto. Desde que Estrella llegó al Palacio Imperial, nunca había mostrado un fuerte deseo por nada. Solo esta vez, cuando mencionó la empresa, había mostrado los mayores altibajos emocionales. Claus pudo notar enseguida que iba allí con un propósito, pero, ¿cuál era el objetivo de Estrella en el Grupo Burgos?Estaba sumido en sus pensamientos.A la tarde siguiente, Claus llevó a Estrella a la oficina. Estrella lucía un vestido azul claro, con dos coletas y unos ojos grandes y brillantes. Tenía un aspecto inocente y educado. Pensó que Rosalía, la presidenta del consejo de administración, ya estaría en la oficina. Para que Rosalía bajara la guardia, había luchado voluntariamente contra las náuseas en su corazón y elegido ese traje de aspecto muy inocente. Estrella empujó la silla de ruedas y se dirigió al lugar designado por Claus. Claus tenía un asce
La secretaria llevó a Estrella a hacer un recorrido que empezó por la planta baja. En el Grupo Burgos, casi todas las plantas estaban equipadas con su propia sala de descanso y baño. El comedor del personal era tan lujoso que podía compararse con un restaurante de tres estrellas. Estrella incluso fue a ver la cocina, que se actualizaba casi cada semana con un menú diferente. No solo eso, los materiales utilizados en la decoración del Grupo Burgos eran de la máxima calidad. El suelo estaba tan limpio que no se veía ni una mota de polvo, los ventanales rodeaban todo el pasillo y ofrecían una vista panorámica de toda la Ciudad Norte. Después de verlo, Estrella no pudo evitar maravillarse ante el tamaño y la opulencia del Grupo Burgos. Era realmente asombroso más allá de las palabras. No era de extrañar que todos los años hubiera tantos becarios que querían trabajar en el Grupo Burgos aun si tuvieran que exprimirse los sesos. Aunque los requisitos eran muy altos, el trato y salario de l
Caín se marchó indignado después de haber sido derrotado. La secretaria de la anciana había estado conteniendo la risa, ya que estaba del lado de Rosalía. Había ingresado en la empresa cuando aún vivía el Gran Maestre de la familia Burgos. Siempre había seguido a la anciana en la empresa y conocía bien las intrigas y los motivos ocultos de las familias secundarias. Ahora que Caín, habitualmente tan orgulloso de sí mismo en la empresa, se había visto obligado a admitir su derrota, sentía un gran placer en el fondo de su corazón, así que le costaba contener la risa. Pensó que esta joven era realmente hábil. Definitivamente no era una persona común y corriente. El encuentro con Caín hizo que el interés de Estrella por explorar la empresa desapareciera de golpe. ¿Quién le aseguraba que no se encontraría con el resto de la familia Burgos más adelante? Sabía que, exceptuando los de la casa principal, la mayoría de la gente en la familia Burgos eran como perros rabiosos, atrapaban a uno y
Rosalía se quedó estupefacta.—¿Cómo? —preguntó mirando a Claus.Claus había pedido venir a la reunión, pero ahora él quería marcharse antes de la mitad de la misma. Rosalía temía que fuera porque no se encontraba bien. Además, era la primera vez que Claus pedía algo así. Rosalía parecía vagamente preocupada y Claus no respondió. En cambio, Jonathan, que estaba sentado en el asiento del medio, se echó a reír.—Mi primo nunca ha estado expuesto a los negocios de la empresa, así que es obvio que no está entendiendo nada de lo que escucha, ¿no es así? Se limita a calentar el asiento cada vez que viene. En mi opinión, está bien que no asista a las reuniones en el futuro.Para Jonathan era evidente que Claus no debía estar involucrado en los asuntos del Grupo Burgos, considerando sobre todo su estado físico. ¿Qué podía saber aquel maníaco que a menudo perdía el control? No tenía ni idea de por qué la anciana siempre le permitía entrar. Aunque tenía las herramientas, le faltaba la habilidad
Claus escudriñó toda la oficina. No vio a nadie y no había lugar para esconderse dado que el despacho era pequeño. Por costumbre, giró el anillo que tenía en la mano. Hizo rodar su silla de ruedas en dirección a la puerta de al lado para preguntar:—¿Dónde está la señorita?La secretaria salía en ese momento de la sala de descanso con un café aún humeante. Respondió inmediatamente al oír las palabras de Claus.—La señorita está en el despacho.Sin embargo, en cuanto dijo esto, Estrella entró desde fuera. Los ojos de la secretaria se llenaron de sorpresa.—¿No estabas dentro?Recordaba que la puerta seguía cerrada cuando había venido a echar un vistazo hace un momento.—Salí a buscar un saquito perfumado en el momento en que preparabas el café. Se me ha caído afuera y justamente salí a buscarlo —dijo Estrella con naturalidad.La secretaria no sospechaba nada. Estaba bastante ocupada con el trabajo y era natural que no pudiera ver lo que Estrella hacía cada segundo del día. Estrella vo
Estrella se rio entre dientes.—¿Qué me podría hacer? Menos mal que yo no le hice nada a él. La secretaria no pudo evitar sonreír al pensar en la cara de frustración de Caín mientras hablaba de lo que había pasado antes. —Si me permite, se perdió la expresión que puso el Joven Maestro Caín. Su cara se puso azul. La jovencita es realmente inteligente.—Mientras no te ganen, está bien. —Una sonrisa cruzó también los ojos de Claus.Más tarde, terminó la reunión y Rosalía regresó. Inmediatamente atrajo a Estrella a su lado.—Estrella, ¿qué tal? ¿Te has divertido?—Estoy bastante bien, abuela. La secretaria fue muy servicial —asintió Estrella satisfecha y elogió de paso a la secretaria. —Es bueno que te la pasaras bien.Rosalía y Estrella platicaban mientras tomaban un té. En un abrir y cerrar de ojos era de tarde. Rosalía había hecho una reserva en un restaurante cerca de la avenida y se llevó a Estrella y a Claus a comer con ella. Era un pequeño restaurante, muy elegante, decorado por