Cuando posó sus labios en mi boca, una sensación de intenso calor me recorrió, sentí como si pequeñas hormigas caminaran por mi cuerpo, el corazón comenzó a bombearme con fuerza, por segundos quise empujarlo, pero las emociones fueron tan abrumadoras y fascinantes que cerré los ojos, dejándome llevar por esas sensaciones. Él me tomó por la nuca acentuando el beso, mis pezones se irguieron debajo del brasier y mi vagina comenzó a palpitar.
Tenía más de dos años sin sentirme de esa manera, esa penetrante excitación, obnubilando todos mis sentidos, solo en el pasado sentí algo similar cuando empecé a enamorarme de Enrico y los tres meses antes de saber del embarazo de mi hija mayor, cuando pensé era el príncipe encantado de los cuentos infantiles, el hombre de mi vida. El recordar esa situación me hizo darme cuenta
Me quede observándola extasiado, nunca imaginé sentirme tan atraído por una mujer que no fuera mi esposa, de hecho ni siquiera con ella sentía tan acelerados los latidos de mi corazón, era una sensación única y abrumadora. Nos arrancamos la ropa con desespero, la sangre se me agitaba caliente en mi interior, era urgente apagar ese intenso fuego, el cual nos iba consumiendo a los de forma voraz.Una vez estuvimos desnudos, me aparté de ella por unos segundos para mirarla, no pude evitar recorrerla de pies a cabeza, con un gesto de admiración al ver la radiante belleza reflejada, su piel era suave, blanquecina como el color de las perlas, con el dorso de mis dedos la acaricié con delicadeza, tratando de guardar cada uno de esos recuerdos de ella. Enseguida me incliné, besé sus rojos labios, devorándolos con pasión, con pequeños besos fui descendiendo por el cue
DONATTO RUSSOA pesar de haberme dormido a las cinco de la mañana, una hora después me desperté, giré mi vista a un lado y por unos segundos quedé observando a esa hermosa mujer. Tabata dormía plácidamente, su cabello extendido en la almohada provocaba en mí, unas inmensas ganas de acariciarlo y repetir la noche anterior, un leve gesto parecido a una sonrisa se dibujaba en su rostro.Incliné el cuerpo hacia su boca y le di un suave beso, el deseo por ella se acrecentó en mi interior, sin embargo, no podía despertarla, tampoco quería abandonar mi comodidad con ella, pero tenía un compromiso con mi hijo, debía buscarlo para llevarlo al colegio.Con cuidado de no despertarla, me levanté de mala gana, fui al baño a ducharme con premura, una vez vestido, pensé en escribirle una nota, no quería se ma
Por un momento no encontré las palabras, estás se negaron a salir de mi boca, conté hasta cinco y pude responderle.—Seguro me fui a un bar toda la noche a beber, a divertirme hasta el amanecer. Aprovechando tu ausencia y lejanía de aquí—respondí, sin embargo, como mi tono de voz sonó de burla, él no lo creyó.—¡Muy graciosa Tabata! Confío en mis hombres, jamás te dejarían salir y si lo hicieras terminarían informándome, no lo hicieron. Solo te pregunto porque llamé a la casa y nadie respondió, estuve a punto de tomar un avión para regresar a Nápoles—expresó más calmado.»Te llamé para informarte que debo irme de viaje por varias semanas a una convención sobre los derechos humanos, por eso no podré ir a visitarlos durante todo
Donatto RussoEstaba en el despacho, leyendo los avances sobre la búsqueda de Tabata, no habían conseguido nada y eso me tenía mortificado, cuando regresé al hotel esperaba encontrarla, entré eufórico, tenía numerosos planes para nosotros, sin embargo, cuando llegué, se había ido, sin dejarme siquiera una nota. En ese momento pensé, que quizás para ella no había sido tan significativo ese momento como fue para mí.La impotencia me embargaba, estaba ansioso por encontrarla, es como si la tierra se la hubiese tragado, además no tenía mayores datos sobre ella para poder localizarla, era muy poco la información manejada. En ese momento, mis pensamientos fueron interrumpidos cuando escuché un alboroto fuera de la oficina, extendí la vista y vi el forcejeo entre la secretaria y Catalina. La primera estaba muy páli
La señora Loretta, colocó un abrigo sobre mis hombros, abrazándome por detrás, mientras mis ojos se anegaban de lágrimas, la voz casi no me salió, mas logré manifestarle mi agradecimiento.—Muchas gracias por ayudarme. Aunque se está arriesgando demasiado por mí, Enrico la puede ver y echarla junto conmigo.—No se preocupe, se encerró a tomar en su despacho —respondió la mujer—ahora tenga este dinero —expresó dándome varios billetes, unas llaves y un papel—. Esta es la dirección, vaya a mi departamento espéreme allá, por favor.—¿Por qué me ayuda? —le pregunté sin dejar de observarla.—Porque es muy joven, tengo una hija de su edad, no me gustaría verla pasar por todo su sufrimiento. Hace tiempo debió t
Me quedé estática sin saber cómo reaccionar, hasta ver a mis padres corriendo emocionados hacia mí, no pude contener la alegría en mi corazón, después de todo lo sucedido, de la desobediencia, de la forma de enfrentarme a ellos con uñas y dientes, para irme con un hombre quien a la larga no resultó ser el príncipe azul esperado, sus miradas de alegría demostraban el profundo amor que me profesaban.Me dejé envolver en sus brazos, sin poder dejar de llorar, el nudo en mi garganta me ahogaba, tenía tantas cosas para decirles, sin embargo, solo pudo salir de mi boca una sola palabra.—¡Perdón! —no me había dado cuenta de las lágrimas corriendo por sus ojos, hasta oírlos llorar hipado.—Mi niña, perdónanos tú, por no haber estado contigo. Quisimos usar como una me
Lo escuché con mucho pesar, solo lo vi de manera despectiva y expresé con voz fría. —Voy a conseguir ayuda para mi hijo, no permitiré tu chantaje —expresé saliendo de allí, mientras escuchaba su voz. —Eso lo veremos. Solo lo verás si vuelves conmigo. Él te extraña. Pero sigues prefiriendo a la bastarda esa —espetó con rabia. Yo giré sobre mis talones y salí de la oficina sin responder nada, tomé el tren de vuelta a Milán, sin dejar pensar en la situación, mi pequeña Dara solo me tenía a mí, mas también estaban mis padres quienes la amaban profundamente. No podía acudir a Donatto, porque ya en el pasado cuando salí de casa de Enrico, acudí a él, investigué donde vivía, llegué a la casa, no sabía si aún estaba con la esposa, porque hasta donde él me dijo, estaba separándose de ella, a menos de que hubiese mentido y me haya dicho eso para convencerme y revolcarse conmigo, aunque en realida
Donatto Russo Llegué al hospital muy temprano, pasaba a esa hora porque no quería coincidir con nadie. Aún me sentía demasiado angustiado, porque cuando mi hija tuvo el accidente estaba en Estados Unidos y no pude viajar en el mismo momento, si no debí esperar, pero siempre mantuve constante comunicación con sus abuelos y mi hijo Marino, quien no dejaba de ponerme al tanto de su estado de salud, fueron los momentos más agobiantes de mi vida, temía las peores noticias y lamentaba no estar junto a ella. Apenas amaneció me fui al hospital, para mi alivio al salir de la casa no vi a Catalina por ningún lado, las cosas entre nosotros estaban cada vez peores. Cuando llegué a la sala de espera vi a los señores Bellini, conversando con una mujer de espaldas hacia donde estaba, no pude evitar admirar su cuerpo, pues tenía una buena figura, saludé luego de estar más cerca. —Buenas tardes, Señores Bellini.