Lobezno, era solo un lobezno. Dante se repetía una y otra vez mientras veía el cuerpo acostado muy diferente al que tenía que tenía en la mente. Era verdad que había cumplido la mayoría de edad y que ahora era madre de cinco cachorros; eso no quitaba que ante los ojos de los de su raza aún era muy joven, cuando se consideraba que un lobo era realmente adulto después de los 150, aun si la mayoría de edad era a los 50 años.
Dimitri lo estaba mirando, en buen problema se habían metido. Un día era un alfa solitario, sin la esperanza de una familia y ahora tenía a 5 cachorros y casi uno a su cuidado. Su hermano tenía una mirada de que Tú querías cachorros, ahora no te quejes.
-¿Y cuál es el método?- Ryan volvió a hablar con el doctor como si no le importara otro problema que salvar a su reina.
-Necesita sangre de alfa-fue categ&o
Dante dejó el documento sobre la mesa pasándose la mano por la cabeza, retirando inútilmente los mechones de cabello ondeado que caían sobre su rostro. Se apretó el puente de la nariz y Dimitri, sentado delante de él, lo miró preocupado.-Por qué no vas a descansar, te ves agotado.El alfa negó con la cabeza y retomó la lectura.-Hay muchas cosas que tengo que hacer como para dormir en este momento-respondió respirando profundo intentado disipar el cansancio.
Falco solo pudo reaccionar de una forma al ver a su alfa en el suelo con la sangre brotando del cuello, convertirse en un enorme lobo color arena, agarrar por el lomo al lobo agresor, desgarrando de paso la piel y lanzarlo con todas sus fuerzas contra la pared contraria. No le importó quién fuera, no le interesaban las consecuencias, solo sabía que su alfa había sido agredido y eso era imperdonable.Tras un sonoro golpe contra el mueble en la pared y de soltar un chillido de dolor, Falco vio al lobo omega levantarse con dificultad, pero con firmeza. Su boca burbujeaba y sus ojos estaban de un potente color carmín ausente de pupila. Estaba fuera de control, agitaba su cabeza buscando la amenaza, guiándose por el leve instinto que le quedaba latente, estaba dominado totalmente por su lado salvaje y eso era peligroso.Retrocedió rápidamente mientras dos lobos sacaban a Dante arrastrándolo y cerró la pue
Dante se tocó el cuello donde la piel se había regenerado, pero aún se mantenía tierna. Gruñó erizando la piel de los presentes.Edgar cerró su maletín después de dos días cuidando a su alfa. Dimitri había vuelto nada más sentir una rara sensación dado su enlace como lobos gemelos, que no le dio buena espina, y al llegar sus sospechas dieron a luz.Ahora, Dante estaba de muy, muyyyy mal humor. Había sido mordido por un omega, un simple omega, reina y todo lo que quisieran, pero omega y había estado al borde de la muerte, después de salvarlo.Algunas cosas se tenían que poner en su lugar y demostrar quien mandaba. A la mierda que le tuviera miedo a los alfas. Él le había salvado la vida. Adoptado a su manada. Le dio su propia sangre y así le pagaba.Se incorporó poniéndose la camisa de seda que encontró sobre el respaldo de una de una silla dejándola abierta.-¿A dónde piensas que vas?- Edgar se puso delante de él y se quedó callado al ver los ojos del a
A pesar de estar sobre él, Dante recargaba la mayor parte de su peso sobre sus patas. El lobo bajo él estaba débil, delgado, casi como un pétalo de flor que podía marchitarse, aun así, luchaba e intentaba agarrarle alguna de sus extremidades y destrozarla. No parecía estar muy contento de estar en aquella posición. A Dante no le importó. Ahora necesitaba mantenerlo bajo control.Bajó su morro hacia su cuello y lo olió, lamiendo hasta su oreja y dejando un apretón en el nacimiento de la misma, no para hacerle daño, pero si lo suficientemente fuerte para que fuera consciente de que estaba allí.Él se sacudió y soltó un gemido lastimero. No se rendía, a pesar de estar en desventaja, no le gustaba aquello y lo demostraba.Dante volvió a lamer bajando hacia su cuello buscando el área más sensible mientras sentía su sangre golpear en sus oídos taladrándolo. Le estaba gustando más de lo que imaginó; haciéndole perder por un momento el foco de su acción, su celo estaba cer
Dante no podía creerloSe había lanzado. Sin pensarlo. Sin saber dónde estaba.Retornó tan rápido a su forma humana que incluso le dolió. Corrió hacia el borde el balcón mirando hacia abajo y viendo caer a el lobo desde el segundo piso, hasta caer en el primero, sobre la alfombra que debía haber amortiguado un poco la caída. Agradecía por primera vez que su mansión solo poseyera dos plantas o podría haberse matado de estar en otro más alto.De todas formas, la caída había sido brutal.No sabía que le había dolido más, la impresión de verlo lanzarse al vacío o el rechazo total hacia él. No es que fuera un promiscuo, ni buscaba aventuras de aquí y allá, pero las pocas que habían estado en sus brazos, lo habían acompañado luego a su cama.Lo vio levantarse lentamente como si nada hubiera pasado y correr en cualquier dirección por tal de salir de aquel lugar, algo que no lograría. En primera, por la seguridad de la mansión y, en segunda no podía
Diez días habían pasado cuando abrió sus ojos para encontrarse con una imagen distorsionada del cielo sobre él, superior y más visible que antes, pero aun así, sin ser definida. Su vista aún estaba muy dañada, aunque mejor.Había murmullos a su alrededor, que no podía identificar qué decían y ese olor. De nuevo ese olor.Más bien, esos olores, no era solo uno. Se incorporó de golpe sintiendo crujir cada hueso de su cuerpo y una oleada de dolor lo recorrió haciéndole perder la fuerza. Unos brazos rodearon su cintura y alguien se sentó tras él recargando así su espalda en el pecho amplio.El aroma dulce que había sentido aquella vez llegó a su nariz y alzó la cabeza en un intento de divisar inútilmente quién era.-Tranquila ma, no te esfuerces- Fallen acarició los brazos del pequeño lobo y besó la coronilla de la cabeza. Una felicidad innata lo invadía y la fragancia que desprendía hacia que quisiera estar a su lado todo el tiempo que pudiera.-¿Ma, estás
Ya sabía el nombre del lobo. Raro, extraño, poco común, con fortaleza, digno de la posición en la que había estado. Lukyan un nombre que se le daba a aquellos que no se doblegaban.Pudo sentir su cuerpo temblar bajo sus dedos, aunque su semblante no cambio. Su expresión seria, con aquellos hermosos ojos violáceos totalmente neutros.Había aprendido bien. Un líder de manada nunca podía mostrar sus emociones aunque se estuviera destruyendo por dentro. Eran el soporte de la manada, si ellos a desmoronaban, todos estaban condenados.-Sylas hizo una buena elección en casarse contigo, lástima que no supo aprovecharte –Lukyan tragó en seco al oír el nombre de su esposo -No te preocupes por él. Lo tenemos confinado en una de nuestras celdas hasta que el Consejo decida futuro -no le dijo que él estaba más que dispuesto a ocuparse de ese futuro personalmente.-Y...y la manada- dijo con dificultad. Una vez que sabía que sus hijos estaban a salvo, venía su segunda
-Tus hijos hicieron un trato conmigo- eso le llamó la atención, era bueno para saber cuándo algo malo venía en camino- Es sorprendente lo que puede hacer la desesperación –la voz del alfa era pausada. No quería otro ataque. Tenía que elegir las palabras con tacto.El omega respiró profundo.-La liberación tuya y de tu manada, a cambio de ti-recalcó la última parteLukyan sacudió la cabeza. No podía creer lo que acababa de ocurrir. Dante intentaba tener tacto, algo que no congeniaba con él, decir las cosas de frente le era más fácil.-En resumen. Tú eres mío ahora -concluyó observándolo fijamente, no quería sorpresas.Lukyan no movió un músculo. Sabía que todo aquello no podía ser tan fácil. Su manada libre, sus hijos seguros, ¿sin nada a cambio? Era j