Diez días habían pasado cuando abrió sus ojos para encontrarse con una imagen distorsionada del cielo sobre él, superior y más visible que antes, pero aun así, sin ser definida. Su vista aún estaba muy dañada, aunque mejor.
Había murmullos a su alrededor, que no podía identificar qué decían y ese olor. De nuevo ese olor.
Más bien, esos olores, no era solo uno. Se incorporó de golpe sintiendo crujir cada hueso de su cuerpo y una oleada de dolor lo recorrió haciéndole perder la fuerza. Unos brazos rodearon su cintura y alguien se sentó tras él recargando así su espalda en el pecho amplio.
El aroma dulce que había sentido aquella vez llegó a su nariz y alzó la cabeza en un intento de divisar inútilmente quién era.
-Tranquila ma, no te esfuerces- Fallen acarició los brazos del pequeño lobo y besó la coronilla de la cabeza. Una felicidad innata lo invadía y la fragancia que desprendía hacia que quisiera estar a su lado todo el tiempo que pudiera.
-¿Ma, estás
Ya sabía el nombre del lobo. Raro, extraño, poco común, con fortaleza, digno de la posición en la que había estado. Lukyan un nombre que se le daba a aquellos que no se doblegaban.Pudo sentir su cuerpo temblar bajo sus dedos, aunque su semblante no cambio. Su expresión seria, con aquellos hermosos ojos violáceos totalmente neutros.Había aprendido bien. Un líder de manada nunca podía mostrar sus emociones aunque se estuviera destruyendo por dentro. Eran el soporte de la manada, si ellos a desmoronaban, todos estaban condenados.-Sylas hizo una buena elección en casarse contigo, lástima que no supo aprovecharte –Lukyan tragó en seco al oír el nombre de su esposo -No te preocupes por él. Lo tenemos confinado en una de nuestras celdas hasta que el Consejo decida futuro -no le dijo que él estaba más que dispuesto a ocuparse de ese futuro personalmente.-Y...y la manada- dijo con dificultad. Una vez que sabía que sus hijos estaban a salvo, venía su segunda
-Tus hijos hicieron un trato conmigo- eso le llamó la atención, era bueno para saber cuándo algo malo venía en camino- Es sorprendente lo que puede hacer la desesperación –la voz del alfa era pausada. No quería otro ataque. Tenía que elegir las palabras con tacto.El omega respiró profundo.-La liberación tuya y de tu manada, a cambio de ti-recalcó la última parteLukyan sacudió la cabeza. No podía creer lo que acababa de ocurrir. Dante intentaba tener tacto, algo que no congeniaba con él, decir las cosas de frente le era más fácil.-En resumen. Tú eres mío ahora -concluyó observándolo fijamente, no quería sorpresas.Lukyan no movió un músculo. Sabía que todo aquello no podía ser tan fácil. Su manada libre, sus hijos seguros, ¿sin nada a cambio? Era j
Lukyan sintió al beta acercarse a él, y por reflejo retrocedió, tanto como sus piernas adoloridas le permitieron. La silueta no era tan grande como la del alfa, pero si más que la de cualquiera de sus hijos.Falco miró a la loba ponerse en guardia tirada en el suelo. Tenía que reconocer que eran pocos los lobos que le hacían frente. Su posición de beta no había llegado de la noche a la mañana y no estaba solidificada por gusto. Conocía su reacción en los demás y recibía regaños por eso, de parte de Dante.Se acercó al omega y se inclinó r
Lukyan intentaba enfocar la silueta del plato con pedazos de carne y fruta muy apetecibles, con desconfianza. Si algo había aprendido en los años que estuvo en cautiverio era que no debía aceptar comida a menos que supiera su procedencia. No habría sido una, las veces que habían drogado su cena para hacerlo entrar en celo y forzarlo a tener hijos. Como se dice, la tercera era la vencida y después de la segunda vez se había reusado a comer.Ahí vinieron las inyecciones tan dolorosas que habían dejado marcas en su cuello. Cuando Sylas quería algo, era difícil que no lo consiguiera.-Tendremos que cortarlo- la voz de Bastian a su espalda lo sacó que sus pensamientos-¿Qué?-Que habrá que cortarlo, tu cabello está muy enredado, no hay forma de peinarlo--Haz lo que quieras- le dijo sin tomarle importancia. Siempre lo había llevado algo
Dante se llevó la muñeca a la boca y lamió la sangre de su propia mordida que ya estaba cerrando. Sonrió ante la sensación que recorría cada fibra muscular. El pequeño cuerpo que se ajustaba perfectamente a él, bebiendo de su ser, directamente de la vena que latía frenética era más de lo que se imaginó.Recorrió la espalda blanca masajeando cada uno de los nudos que encontró, así como pequeñas cicatrices que aún se negaban a desaparecer. Con la otra acarició su rodilla y subió a lo largo del muslo hasta dejarla sobre la suave piel de su glúteo y lo apretó más contra él, en un intento de aliviar el deseo crudo q
Falco se puso la camisa consiente que el día era joven y que aún tenía cosas que hacer, pero se iba satisfecho dejando a su lobo con una radiante sonrisa en la cama, desnudo, envuelto entre las sábanas y deleitándose con su figura a medio vestir.-No te preocupes por apurarte, Dante está bien entretenido con su nuevo cachorro. Hacía tiempo que no lo veía tan motivado -comentó risueño.El beta se peinó el cabello rubio hacia atrás quedando en la hermosa e inmaculada cascada hasta la nuca, que Bastian adoraba despeinar solo para molestarlo.
Lukyan daba pequeños pasos ya pudiendo sostenerse sobre sus rodillas sin que estas se doblaran en el acto, aun así le dolían y lo ocultaba de Sasha y Axel, que hacían su mayor esfuerzo en ayudar a recuperarse lo más rápido posible.En el otro extremo del aposento, Fallen estaba sentado con unos papeles que revisaba de arriba a abajo, con datos de su antigua manada y ahora perteneciente a Dante; quedarse de lado no estaba en su personalidad y le había pedido al alfa que al menos le dejara organizar los registros de su familia directa.-Ma, ten cuidado, no te apresures, lo estás haciendo bien- Sasha lo sostenía con un brazo alrededor de su cintura, cuidando cada uno de sus movimientos.-Cualquiera diría que yo soy su hijo pequeño si sigues hablando así- bromeó el lobo por primera vez desde hacía muchos años.La conexión instintiva entre madre y cachorro era más fuerte que cualquier separación que podía existir, y prueba de ello era la aceptación de
-Tengo que reconocer que eres más duro que una piedra- Dante caminaba lentamente, con las manos en los bolsillos de su pantalón, a pocos metros por delante del lobo.Lukyan había insistido en caminar él solo. Le había dicho, soltándose de sus brazos, que si seguían ayudándolo en todo, no sería capaz de levantarse por él mismo; que agradecía su ayuda, pero que necesitaba hacerlo.Lobo decidido, con un espíritu fuerte, cada vez más se percataba que él cumplía los requisitos. Aún era pronto y no podía dejarse cautivar, después de más de 600 años de firme convicción. El reinado de la Manada de Plata no era, no sería de cualquiera.El omega dio un paso delante de otro, midiendo la fuerza, la distancia, su respiración. Demasiados años habían hecho estragos, necesitaba entrenarse otra vez y recuperar su fortaleza lo antes posible.Seguía a Dante, que mantenía una distancia prudente, aunque sin dejar de vigilarlo. La pared era su mejor soporte, cuando se acabó al lle