Capítulo 104

Pido más comida al ángel de esta casa. Agnes me sirve otra buena cantidad y continuamos hablando del torbellino que todos conocen y a veces temen.

—Una vez se enojó con nosotros por un mes. Imagínalo, un mes sin hablarnos, y cuando digo hablarnos es a todos en esta casa. Solo bajaba de su cuarto o salía de su escondite cuando tenía hambre, pero no comía lo que preparaba para todos, hacía su propia comida, lavaba su ropa y vivía como si fuera un huésped en un hotel. Arruinó toda su ropa, los sartenes acabaron en la basura y no podía encontrar por ningún lado las cosas de limpieza.

Intento no reír al imaginarlo corriendo lejos cuando una gota de aceite saltó a su mano si alguna vez quiso freír algo.

—Es bueno, no creas que porque a veces se pone difícil no vale la pena aguantarlo. Ahora es más complicado lidiar con sus abuelos.

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