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Todos los capítulos de Por un nuevo amanecer : Capítulo 11 - Capítulo 20
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Capítulo 11
«Por favor, Santa Rita del Niño Jesús, por favor que no haya visto ese comportamiento tan desastroso. Te lo ruego…» Imploró desesperada. Quizás fuera solo su imaginación y sus propias exageraciones morales. Pero, bajo ningún motivo quería generar una mala impresión en nadie. Ella no era como las mujeres de la primer planta que había visto al llegar y lo quería dejar bien en claro. Suerte para ella, Donna María no solo que no parecía haber visto nada, sino que además, tampoco había escuchado absolutamente nada de lo que no fuera el ruido de las cacerolas. O al menos, eso fue lo que Alba quiso creer cuando la vío ocupada en sus tareas. Más aliviada, volteó a ver hacía la puerta, para dejarle un par de cosas en claro. Pero él ya se había ido dejando el lugar vacío y una intriga que alborotaba su pequeña mente. —¡Oye, niña! ¡No te quedes allí echando raíces!—apr
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Capítulo 12
Donna María no pudo evitar reír a carcajadas ante tal ocurrencia. La joven, en su inocente ignorancia, había creído que Damián era un simple mayordomo ¡Nada más alejado de la realidad! Divertida, se secó las lágrimas de risa con la punta de su delantal para luego observar un momento a Alba y negar con la cabeza. Sin dejar de sonreír, volvió a su tarea de armar la masa de hojaldre para la gran tarta de pescado que tenía que hacer ese mediodía. Pero notó como ella seguía desconcertada por su reacción. Lo cierto era que no le parecía una mala chica. Quizás, demasiado ingenua y asustadiza para su edad. Sin embargo, eso no tenía porqué ser algo malo en sí. A fin de cuentas, ya se lo había explicado Damián y Alba se lo acababa de confirmar: La muchacha venía de ser criada en un convento. Lo usual en ese caso era que se hubiera mantenido al margen de la realidad fuera del convento. <
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Capítulo 13
Por un tiempo, siguieron trabajando en silencio, cada una ocupada en su propio trabajo. Pero ese tiempo fue realmente escaso, porque Donna María comenzó a sentir los achaques de sus años en la espalda y en las piernas. Lo cierto era que por eso hablaba tanto. Porque a su edad, a ella le dolía el cuerpo y no podía hacer grandes esfuerzos, como antes. Entonces, para hacer más llevadero ese dolor, ella hablaba. Así espantaba la nostalgia de sus buenos años de juventud y el dolor era más ameno. Pero, ese día parecía que el suplicio no se resistía a irse así como así. — Por cierto, niña ¿Qué tipo de comidas sabes hacer? —se atrevió a preguntar, quizás, Alba podría ser mucho más útil de lo que creían —No es por desdeñarte, pero, si se te da bien hacer algo para la cena, puede que esta noche te lo deje a ti. Realmente no te das idea de lo mucho que necesito descansar. Leer más
Capítulo 14
Había sido un día agotador, pero ella estaba más que acostumbrada a eso, así que no le molestaba en absoluto. Por el contrario, se sentía muy bien al pensar que ese cansancio no era otra cosa que el resultado de haber trabajado. En ese momento, Alba, se encontraba limpiando la cocina y preparando las cosas para el desayuno de la mañana siguiente. Mientras lo hacía, echaba fugases miraditas de ansiedad hacía la puerta. Donna María le había dejado por última labor que se cerciorase de que Damián comiera antes de dar el día por concluido. Aquella mujerona le había asegurado que por esas horas él solía rondar la cocina, como un fantasma silencioso, en busca de alguna sobra con la que llevarse a la boca. Además, todavía quedaba su promesa. Alba no se olvidaba de ese detalle, ese sutil roce y esas palabras susurradas de manera tan velada. Él había dicho que la vería en la noche, así que, por curiosidad, ella pretendía esperarlo. Leer más
Capítulo 15
—Pues, a decir verdad, no… no he tenido tiempo de cenar ¿Por qué lo pregunta, señorita Bernal?— quiso saber Damián, haciendo de cuenta que no se enteraba de nada. En esa vieja casona había muchas cosas que se sabían pero que, por una regla no explícita, no se debía decir a viva voz en cuello. El asunto de su evidente indigencia era una de ellas. Quizás, Alba ya estaba al tanto de ese asunto y solo quería mostrarse amigable con él. Como también podría ser que no supiera nada y solo lo dijera por decir algo cortés. Con las jovencitas criadas en convento, nunca se sabía cuál era la posibilidad más segura. De modo que, él prefirió esperar una respuesta y ver qué ocurría al final. Pero, Alba no le respondió en el momento. Para su fastidio, ella se tomó su tiempo en hacerlo. Prefiriendo, en cambio, jugar al juego de las sonrisas misteriosas. «¡
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Capítulo 16
Por mucho que a Damián le disgustase ese asunto, se tuvo que reconocer así mismo una sola y simple verdad: Él, era un hombre y, ella, una mujer. Por más bien intencionado que fuera, no podía negar que, verla tan inocente y frágil hacia que comenzara a replantearse sus propios límites morales. De modo que, mientras se ponía a la tarea de organizar la improvisaba mesa para la cenar con ella, su mente giró entorno a ese asunto. Sopesó los beneficios de cada una de las posibilidades que se le presentaban.«Si cumplo con el trato de la zorra esa, el mismo al que no di ninguna palabra, podría tener más posibilidades de salir de este agujero y ¿Por qué no? Sacarla a ella de aquí… »Analizó mientras la observaba de reojo acomodar los filetes en sus platos correspondientes. Por mucho que le disgustase todo el asunto y que quisiera salvarla sin que ella sufriera consecuencia alguna, seguía pesando más la indudable v
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Capítulo 17
Por mucho que lo avergonzaba tener que admitirlo, Damián se tuvo que reconocer que su mente estaba demasiado agotada y, por esa razón, él no tenía forma de concentrarse en la agradable conversación que ella le ofrecía. Mientras Alba le comentaba los pormenores del día, él no pudo evitar tomarse el trabajo de escudriñar con detenimiento no solo la forma de ser de ella. Sino también, todos los atributos físicos que se dejaban ver a través de la ropa. Por ese motivo, supo que: No era muy alta, a decir verdad, sospechaba que, si ambos estuvieran descalzos, ella con suerte le llegaría a la mitad del pecho. Ese detalle, junto a su carita angelical provista de unos enormes ojos almendrados del color de las avellanas, le daban un aire de deliciosa fragilidad. «Si lo hago… creo que no me podré quejar de los resultados. Aunque la vieja zorra no cumpla con su parte del trato, creo que de igual forma, yo habría ganado…»Reconoció sintiéndose hechi
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Capítulo 18
«Si me hubiera pedido que le enseñara a leer, habría más posibilidades ¡Pero bueno! Por algo se empieza… con el tiempo, podría ser que use eso ¿Qué va? Algo es algo…»Analizó con optimismo mientras se disponía a quitarle los platos de la mano, esta vez, con más cuidado de no tocarla. No quería abusar de ese efecto que tenía sobre ella. Sorprendida y sin palabras mediante, Alba vio como él se levantaba de la mesa, juntaba los platos y los llevaba al lavamanos. Al parecer, no solo era capaz de ayudar a poner las cosas, sino que también pensaba que era su deber lavarlas. «Vaya… si lo pensamos mejor, aunque no tenga soporte económico, habría que reconocer que será un buen esposo cuando se case.»Admitió Alba mientras se acercaba al lavamanos para tomar el trapo y secar la vajilla que él le pasase. Debía reconocerlo, ella nunca llegó a entender ese mandato de que la mujer se ocupara de todo lo referente al hogar y que él hombre no hiciera nad
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Capítulo 19
Tal como él había dicho, no les tomó mucho tiempo esa tarea. En un abrir y cerrar de ojos ya habían lavado y guardado todo. Dejando en la mesa el trapo con el que acababa de secarse las manos, Damián le hizo una seña a Alba para que lo siguiera hasta las bodegas que había detrás de la cocina.. —Sígame por aquí, conozco un atajo para evitar tener que pasar por la primer planta — informó mientras sondeaba la zona minada de barriles y costales. A decir verdad, por más acostumbrado que estuviera a la dinámica de ese lugar, odiaba pasar por la primer planta a esas horas de la noche. Nunca se sabía con exactitud lo que pudiera encontrar en los pasillos del burdel. Por esa razón y por el hecho de que no le parecía correcto tener que exponer a Alba a quién supiera qué escenas indecentes ocurriera allí arriba, él prefería tomar aquel atajo. Una pequeña escalera de caracol que los llevaba al altillo donde vivía. Pero, se detuvo d
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Capítulo 20
Simplemente, mientras seguía a Damián, no pudo apartar la vista de aquella escena. De modo que, a la tras luz de los faroles, tuvo ocasión de presenciar como el vestido de esa mujer era abierto por el escote sin el menor cuidado aparente, para dejar al descubierto un par de grandes pechos caídos de p3zones oscuros y estirados.Pudo ver con lujo de detalle como aquel amante los tomaba entre sus manos apretándolos con rudeza y provocando gemidos de la boca de esa mujer. Vio como ese hombre de aspecto desaliñado bajaba las manos hasta los glúteos de ella, separándole las piernas y tomándola allí mismo, sin la menor intención de buscar un mínimo de intimidad.Sentía sus mejillas arder y un dolor extraño en el pecho, junto con un inusitado calor allí, donde sus piernas se unían. Era la primera vez que presenciaba todo eso, antes, solo había recibido una vaga alusión al asunto. Pero, lo que presenciaba en ese momento, no se le parecía en nada a lo poco qu
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