... Llegamos a la orilla del río, era un día hermoso y soleado, el paisaje era perfecto, lleno de paz. Betty acomodó su caballete, se colocó al frente del arroyo y se sentó a crear. Yo no podía quitarle los ojos de encima, me gustaba pintar, pero me gustaba más ella, por encima de todo. Me levanté y me acerque por detrás. Besé su cuello haciendo erizar su piel - ¡Tom! Por Dios, aún estamos en clase - - Lo se, pero es imposible no verte. Eres hermosa - Bajó el pincel, giró y me miró a los ojos. Yo solo deseaba besar sus labios, nos perdimos en una húmeda y cálida pelea de lenguas, que aumentaba cada vez más su efervescencia. La tomé por la espalda y la pegué hacia mi cuerpo. Su pecho estaba comprimido al mío, podía sentir sus latidos, su corazón vibrando. Era como leer sus pensamientos, sabía que ese beso la estaba calentando. Poco a poco levanté su falda, se que ella podía sentirlo pero no me detuvo. Metí mis manos por debajo acariciando sus muslos, llegué hasta sus preciosos glút
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