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Todos los capítulos de La hija de mi ESPOSA: Capítulo 51 - Capítulo 58
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Capítulo 51 —Finalmente había llegado...
Capítulo 51 —Finalmente había llegado...Narrador:Cédric giró por el camino de tierra que se abría entre los árboles y descendía suavemente hacia la finca. Las ruedas del coche apenas hacían ruido sobre la grava. El sol ya se había ocultado del todo, y la penumbra del atardecer se había convertido en una oscuridad amable, recortada por las luces bajas que delineaban la entrada.La finca era suya. Un lugar que no solía compartir con nadie; ni con colegas, ni con conocidos. Ni Charlotte sabía siquiera que ese lugar existía. Era su refugio, su santuario. Y esa noche, por primera vez, lo abría para alguien, pero no un alguien cualquiera, lo abría para ella.Detuvo el coche frente a la entrada principal, bajó sin prisa y cerró la puerta con cuidado. Llevaba su bolso colgado del hombro y una botella de vino en la mano. La camisa perfectamente abotonada hasta 3 botones antes de llegar al cuello, las mangas aún sin arremangar. Todo en él era orden, contención, control… pero por dentro el cora
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Capítulo 52 —Mi refugio
Capítulo 52 —Mi refugioNarrador:El coche avanzó con lentitud por el sendero curvado de tierra, iluminando los árboles a cada lado con sus faros. El motor se apagó justo frente a la casa, y por un segundo, solo quedó el sonido del viento entre las ramas y el fuego crepitando a lo lejos dentro de la chimenea.Cédric se acercó sin apuro, con las manos aún en los bolsillos y el corazón palpitándole como si no tuviera ningún entrenamiento para disimular. Se detuvo junto a la puerta del chofer, la abrió con un gesto natural, como si no estuviera al borde de la respiración contenida.Desirée giró el rostro hacia él. Su expresión era neutral, pero sus ojos… sus ojos decían que también estaba conteniéndose.Descendió del coche con lentitud, no por efecto, sino porque el momento lo exigía. Llevaba puestos unos jeans ajustados, zapatillas deportivas, una sudadera gris que parecía demasiado cómoda como para ser accidental. El cabello recogido en una coleta alta le despejaba el rostro. Estaba com
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Capítulo 53 —Por una noche sin ruido… y sin demonios.
Capítulo 53 —Por una noche sin ruido… y sin demonios.Narrador:Desirée cruzó la cocina sin decir nada más y se acomodó en uno de los taburetes altos frente a la isla. El asiento era firme, la altura perfecta para mirar sin incomodar, para observarlo sin tener que justificarse. Por una noche sin ruido… y sin demonios.Apoyó los codos en la encimera con naturalidad y soltó el aire como si eso pudiera aplacar algo.Cédric, sin romper el ritmo de lo que hacía, tomó una copa de vino ya servida de una bandeja a un costado y se la acercó.—Para ti —dijo, sin mirarla de frente.Ella la aceptó sin decir nada, envolvió el cáliz con ambas manos y bebió de un trago largo, casi desesperado.El vino era suave, oscuro, con cuerpo. Ni siquiera sintió el sabor.Cédric la miró con una ceja levemente alzada.—Despacito —murmuró, sin reprimenda, solo con esa voz cargada de segundas intenciones que ni siquiera intentaba suavizar.Sin esperar, volvió a tomar la botella y le sirvió de nuevo, con calma.Desir
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Capítulo 54 —Al borde
Capítulo 54 —Al bordeNarrador:Desirée sostuvo la mirada un instante más, como si evaluara si quería seguir empujando o no. Pero luego asintió, apenas, como quien reconoce un límite sin discutirlo.Cédric tomó su copa y bebió un poco más de vino, como para enfriar la tensión que se había colado entre los dos.—Mejor háblame de otra cosa —añadió él —No sé… ¿cuál es tu peor manía? —preguntó, con un leve intento de alivianar el momento.Ella lo miró de reojo, una sonrisa apenas torcida dibujándose en los labios.—¿Además de venir a pasar el fin de semana con el esposo de mi madre?Él soltó una carcajada breve, genuina, bajando la cabeza como si intentara contenerla.—No tienes remedio, Desirée, pero te diré que esa… puede que no sea una manía, esa es directamente una locura.—Una de tantas —dijo ella, levantando la copa para brindar —Pero esta tiene mejor comida que las anteriores.Y aunque el vino bajaba con suavidad y los platos se iban vaciando, lo que verdaderamente los estaba alimen
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Capítulo 55 —El reloj
Capítulo 55 —El relojNarrador:El agua cayó con fuerza sobre sus hombros en cuanto giró la llave. Estaba caliente, envolvente, con ese calor que normalmente alivia tensiones. Pero esta vez, no servía de nada.Desirée cerró los ojos y apoyó las manos contra los azulejos fríos de la pared. El vapor empezó a llenar el baño de inmediato, subiendo en espirales suaves que empañaban el espejo, las baldosas, el aire.Y sin embargo, ella se sentía helada por dentro, y a la vez, ardiendo.Había llegado pensando que podría controlarlo. Que, con suficiente distancia, con vino, con firmeza, podría mantenerse coherente. Pero desde el momento en que lo vio en la cocina, con las mangas remangadas, las manos ocupadas, el gesto relajado y esa paz imposible… todo su cuerpo le gritó lo contrario.—No lo mires, no lo sientas, no te muestres, no sucumbas, él es prohibido.Pero el cuerpo… el cuerpo no obedece cuando la piel lo recuerda todo.El agua le corría por la espalda, deslizándose entre los omóplatos
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Capítulo 56 —Ya estoy rota.
Capítulo 56 —Ya estoy rota.Narrador:El fuego seguía ardiendo frente a ellos, lanzando sombras que bailaban sobre el suelo y las paredes. Y en medio de esa luz temblorosa, Desirée seguía mirando sin ver, atrapada en el recuerdo de aquel reloj en la pecera, de unas manos que alguna vez fueron firmes, de una mirada que supo explicarle el tiempo.Y entonces, como si la verdad se deslizara sin permiso por sus labios, susurró:—En ese entonces me sentía amada. —Cédric giró el rostro hacia ella, pero no la interrumpió, solo escuchó. —Por él, por… —hizo una pausa breve, apenas audible— incluso por Charlotte. —No era una acusación, ni una queja; era una pérdida. Algo que se le había ido tan lento que ni siquiera había notado cuándo desapareció del todo. Ella tragó saliva, manteniéndose quieta. Pero el temblor en su voz ya estaba ahí. —Recuerdo una tarde —continuó, con la voz baja, quebrándose de a poco —Había llovido, y yo estaba empapada. Me metí en la casa corriendo, riéndome, con los zapat
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Capítulo 57 —Me destruiste el alma
Capítulo 57 —Me destruiste el almaNarrador:Cédric respiraba agitado, todavía de rodillas sobre la alfombra, con las manos apoyadas en el suelo a cada lado del cuerpo de Desirée. Tenía el torso cubierto de sudor, el cabello húmedo y desordenado, y la piel ardiendo al tacto.Ella yacía debajo de él, desparramada, con el pecho subiendo y bajando lentamente, los muslos aún temblorosos y los ojos cerrados como si quisiera retener el eco de lo que acababan de hacer.Después de unos segundos, él se dejó caer de espaldas, a su lado, con una risa baja, apenas un respiro cargado de agotamiento y euforia.—Necesito algo de beber —murmuró, llevándose una mano al rostro.—Tráeme algo a mí también —dijo Desirée, sin abrir los ojos —Algo frío. O me vas a tener que recoger en cucharita del suelo.Cédric se incorporó, lento, con ese cuerpo de hombre que ya había sido tallado a besos y mordidas por ella. Se acercó a la pila de ropa desordenada y, sin pensarlo demasiado, se puso solo la sudadera negra
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Caplitulo 58 —Puedes insultarme con razón
Caplitulo 58 —Puedes insultarme con razónNarrador:Cédric seguía tendido junto a ella, aún con el pulso lento, pero con la mente más desvelada que nunca. Desirée respiraba tranquila, como si no acabara de arruinarle la estabilidad emocional a través del cuerpo.El fuego seguía crepitando frente a ellos, pero el calor más fuerte estaba entre sus cuerpos, todavía.Él la miró de reojo. La sudadera le cubría apenas las piernas, y aún así, su silueta parecía brillar bajo la luz anaranjada del salón. Ella sostenía su segunda botella de cerveza como si nada, como si no acabara de comérselo vivo.Cédric tragó saliva. Bajó la mirada a su propio cuerpo, luego a la curva de la cadera de ella. Y suspiró.—Me hiciste jurar que no te tocaría —murmuró, más para sí mismo que para ella.Desirée giró el rostro hacia él. Una sonrisa lenta, peligrosa, le curvó la boca como si llevara veneno dulce entre los dientes.—Y cumpliste —dijo, mientras dejaba la botella a un lado —Más o menos.Y entonces, con la
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