Las horas de la noche avanzaban lentamente, pero Iván no podía dejar de moverse, inquieto, en su oficina. Cada paso que daba parecía más pesado, como si las decisiones que estaba tomando lo estuvieran llevando más cerca del borde del abismo. La tensión que sentía era palpable, y aunque había planeado cada movimiento con meticulosidad, la incertidumbre seguía siendo su compañera. La traición que había descubierto dentro de su propio círculo, la sombra que lo acechaba desde dentro, era el tipo de amenaza que no podía subestimar.Sabía que en su mundo, los enemigos no solo venían de fuera. Las traiciones, las manipulaciones y las mentiras formaban parte del tejido que mantenía todo en pie. Pero lo que lo hacía aún más peligroso era la red de engaños que Montalvo había tejido en torno a su imperio. Durante años, había sido un maestro en la estrategia, pero incluso los mejores podían ser cegados por las apariencias.En el despacho, junto a la gran mesa de roble, Iván repasaba los informes
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