—Sofía, tienes que creerme, de verdad que no me interesa para nada adueñarme del proyecto de Altamira Desarrollos. Si tú lo consigues, a mí también me va a dar mucho gusto, ¡te lo juro!Sofía observó a Elena, apretó los labios y, con expresión seria, le dio unas palmaditas en el hombro.—Elena, tranquila, entiendo perfecto lo que quieres decir. Llevamos ya un tiempo trabajando juntas, sé perfectamente quién eres.Al oírla, Elena la miró con los ojos llenos de lágrimas.Ella siempre había sido la que se desvivía por todos en la oficina.Era amable y servicial; si había que cambiar el garrafón de agua o imprimir algún documento, todos recurrían a ella.Pero una vez, cuando se perdió algo en la oficina, algunos la señalaron de inmediato.Aquello hizo que su confianza en los demás se resquebrajara.Cuando preguntó por qué, la respuesta que le dieron la dejó perpleja.Le dijeron que, precisamente por llevarse bien con todos, era quien más oportunidades tenía de haberlo tomado.En ese instan
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