Esa era la situación de Sofía.Durante todo el camino, evitó mirar hacia donde estaba Alejandro. Alejandro notó que Sofía andaba distraída y le preguntó con cierta curiosidad:—Sofi, ¿no que te parezco muy guapo?—Entonces, ¿por qué no me has volteado a ver en todo el camino?A Sofía se le encendieron las orejas al escucharlo. Le vino a la mente el momento incómodo en Altamira Desarrollos.«Pero lo dije sin pensar, ¿por qué tiene que estar recordándomelo a cada rato?»Sofía le lanzó una mirada de fastidio a Alejandro.—Por muy guapo que seas, ya te he visto muchas veces. De tanto verte, uno se acostumbra, ¿sabes? Ya me aburriste.Dijo, algo ofensiva y sin medir sus palabras.Alejandro se detuvo en seco al escucharla y la observó con una expresión indescifrable.Sofía, sin percatarse, siguió de frente, perdida en lo suyo.«Me molesta que siempre saque a relucir solo mis momentos incómodos.»Al llegar al carro, Sofía se dio cuenta de que Alejandro no venía a su lado.Se volteó, extrañada
Alejandro aprovechó un instante para respirar y dijo esas palabras.Antes de que Sofía pudiera procesarlo, la mano de él cubrió con suavidad sus ojos.Al segundo siguiente, Alejandro volvió a inclinarse sobre ella.Sin darle respiro, sus labios atraparon de nuevo los de ella.Sus cuerpos se entrelazaron en el asiento trasero del carro......Inmobiliaria Panorama.Cuando Sofía regresó, una compañera de un escritorio cercano la vio y se acercó, con la intención de preguntar cómo había ido lo de Altamira Desarrollos.Pero entonces notó los labios de Sofía, muy rojos e hinchados.No pudo evitar exclamar.—¡Sofi! ¿Qué te pasó en la boca? ¡Se ve súper inflamada!La colega era una muchachita adorable de cara redonda, un poco escandalosa a veces, pero muy trabajadora y responsable. Era un encanto de persona.Siempre compartía sus golosinas o algo rico con Sofía.Sofía le tenía bastante aprecio.Se tocó los labios; el simple roce le dolía.Su mirada se endureció ligeramente mientras respondía
La reconoció de inmediato. Tenía una vaga imagen de ella.Si no le fallaba la memoria, era la mujer que había visto de compras con Javier Ortiz. Carmen Soto, creía que se llamaba.Sofía Vargas recordó entonces la mirada repulsiva que le había dirigido Javier aquel día y sintió una oleada de náuseas.Apartó la vista, perdida en sus cavilaciones.«¿Acaso Carmen pretende vengar a Javier?», se preguntó.Era casi cómico. No podía creer que alguien realmente apreciara a un tipejo como Javier.Aunque, pensándolo bien, tenía sentido.Probablemente, entre ellos dos solo existía un acuerdo de conveniencia, cada uno obteniendo lo que quería del otro.Sofía sacudió la cabeza, decidiendo no darle más vueltas al asunto.Justo cuando llegaba el gerente de proyecto, Sofía presionó la tecla Enter por última vez, hizo clic en guardar y dejó el archivo en el escritorio de la computadora.—Sofía, ¿puedes venir a mi oficina, por favor?—Claro, ahora voy.Sofía se levantó y siguió al gerente hasta su oficin
—Sofía, tienes que creerme, de verdad que no me interesa para nada adueñarme del proyecto de Altamira Desarrollos. Si tú lo consigues, a mí también me va a dar mucho gusto, ¡te lo juro!Sofía observó a Elena, apretó los labios y, con expresión seria, le dio unas palmaditas en el hombro.—Elena, tranquila, entiendo perfecto lo que quieres decir. Llevamos ya un tiempo trabajando juntas, sé perfectamente quién eres.Al oírla, Elena la miró con los ojos llenos de lágrimas.Ella siempre había sido la que se desvivía por todos en la oficina.Era amable y servicial; si había que cambiar el garrafón de agua o imprimir algún documento, todos recurrían a ella.Pero una vez, cuando se perdió algo en la oficina, algunos la señalaron de inmediato.Aquello hizo que su confianza en los demás se resquebrajara.Cuando preguntó por qué, la respuesta que le dieron la dejó perpleja.Le dijeron que, precisamente por llevarse bien con todos, era quien más oportunidades tenía de haberlo tomado.En ese instan
Al día siguiente, Sofía llegó a la oficina.Apenas se instaló en su escritorio, sintió que desde el lugar de Carmen le llegaban miradas furtivas, casi constantes.Sofía esbozó una sonrisa casi imperceptible.Encendió la computadora y se sentó con aparente naturalidad, fingiendo no percibir las miradas que venían de aquel lado.Carmen respiró aliviada.Estaba revisando los archivos de la memoria USB; eran todas las propuestas elaboradas por Sofía.«Espérate, Sofía. En cuanto modifique un poco estos archivos, serán míos.»Carmen se regodeaba en su plan: «Quiero ver tu reacción cuando presente mi propuesta en la junta.»«Delante de todos, ni el gerente de proyecto va a poder defenderte.»Elena Gómez percibió la insistencia con que Carmen miraba, giró su silla hacia Sofía y susurró:—Oye, Sofía, ¿no sientes que Carmen anda medio rara hoy?—¿Por?Sofía fingió ignorancia.—Pues... —Elena vaciló un instante—. Es que como que no deja de verte.Sofía se encogió de hombros con levedad.—Son sus
Para colmo, la mujer ni siquiera se disculpó. Se limitó a esbozar una sonrisa burlona, con un gesto de desdén en los labios.A Carmen Soto le bastaba pensar en el proyecto que llevaba en la memoria USB para que una oleada de satisfacción la invadiera.Estaba a punto de quedarse con ese contrato, de desplazar a Sofía Vargas. ¿Qué podía inquietarla?Dentro de la empresa, podría hacer prácticamente lo que quisiera.Siendo sinceros, si conseguía ese proyecto, se convertiría en una pieza clave para Inmobiliaria Panorama.Así que, ¿qué más daba chocar con Sofía Vargas? No era nadie importante.¿Y qué si no se disculpaba?—¡Qué tipa! —exclamó Elena, indignada—. ¡Te choca y ni siquiera pide perdón! ¡Es el colmo!—¡No! Voy a buscarla para ponerla en su lugar. ¡Carmen es una grosera!Elena, furiosa, se arremangó las mangas, lista para ir a confrontar a Carmen.Sofía la detuvo justo a tiempo, negando con la cabeza.—Tranquila, Elena. No vale la pena por gente así. Además, tenemos la reunión para
Sofía Vargas guardó silencio, apoyando el mentón en la mano derecha mientras observaba a Carmen Soto con aire indolente.De vez en cuando alzaba la mirada, como una gata persa, distinguida pero relajada.Carmen estudió con detenimiento la expresión de Sofía. Al verla tan serena, tan imperturbable, no pudo evitar apretar los puños.«De acuerdo, Sofía, maldita», pensó. «Disfruta tu momento ahora, que pronto te quedarás sin palabras».«A ver qué cara pones cuando vean que no tienes propuesta. Sin eso, ¿qué vas a valer tú ante el gerente?».Carmen caminó hacia el frente con seguridad y aplomo, la barbilla ligeramente alzada, como un gallo de pelea, muy valiente y con aire triunfal.A Sofía la escena le pareció sumamente cómica.Cuando Carmen conectó la memoria USB al computador y el contenido de la propuesta apareció en pantalla, un destello de comprensión cruzó los ojos de Sofía.«Lo sabía».«Era Carmen quien le había robado la propuesta».Sofía apenas reaccionó; se limitó a alzar una cej
—Porque no estás a la altura de esta propuesta.Sofía Vargas se puso de pie con calma, su delicada cara impasible. Observaba el escándalo de Carmen Soto como quien mira a un payaso de circo haciendo piruetas.Carmen apretó los puños, fingiendo indignación.—¿Qué quieres decir con eso?Su expresión se crispó.—¿Será que te da envidia mi propuesta y por eso dices esas cosas? ¡Qué mezquina eres, Sofía Vargas!Al principio, ver a Sofía levantarse intimidó a Carmen. Pero de inmediato recordó que ya había copiado todos los archivos de Sofía. Y, sobre todo, que ella había presentado la propuesta primero. «No importa cuánto se enoje», pensó Carmen. «Quien habla primero, gana».El gerente de proyecto también miró a Sofía, que mantenía una expresión segura. Su mirada se agudizó mientras sopesaba la situación.—Sofía, ¿quieres decir que...?—¡Señor director! —lo interrumpió Carmen con un chillido—. ¡Sofía está difamando a una compañera! ¿Por qué le sigue el juego? ¿O es que acaso usted y ella tie