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Todos los capítulos de La Niñera del DIABLO: Capítulo 101 - Capítulo 110
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Capítulo 101 — El hombre que sostuvo su mundo cuando tú lo hiciste pedazos
Capítulo 101 — El hombre que sostuvo su mundo cuando tú lo hiciste pedazosNarrador: —Yo no sabía que ese dinero estaba marcado, tienes que creerme, Diablo —soltó Miranda, hundiendose en el sillón —No sabía…Roman golpeó el respaldo a los costados de su cuerpo con ambas manos, haciendo temblar el mueble.—¡Mientes! —rugió—. ¡Claro que lo sabías! ¡Sabías perfectamente de dónde salía ese dinero! Sabías lo que pasaba si lo tocabas… ¡por eso justamente lo hiciste! —Miranda se estremeció, pero no bajó la mirada. Roman se acercó a ella con una furia contenida, oscura, tan densa que parecía llenar el aire del despacho. —Lo que no sabías… —continuó con voz baja, pero llena de veneno —Lo que no supiste jamás… es que yo siempre tengo un seguro. Siempre. —La miró con un od*io seco, sin dramatismos, solo una certeza cortante. —Tenía algo con qué negociar. Algo para salvarme si todo se venía abajo. Y lo hice. Sobreviví, aguanté lo suficiente como para ver caer al que me quiso borrar… y ocupar su
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Capítulo 102 —Todo temblaba otra vez
Capítulo 102 —Todo temblaba otra vezNarrador:—¿Y sabes qué es lo peor, Diablo? —murmuró Miranda, clavándole la mirada con los ojos brillantes de rencor —No fue solo que mataste a quien yo amaba. No fue solo que me lo arrebataste como si fuera bas*ura. —Se acercó un poco más, sus palabras saliendo envenenadas, apenas un susurro, pero cargadas de fuego. —Fue que después de eso… me raptaste. —Roman no se movió. —Me metiste en esa casa tuya. Me encerraste como si fuera un trofeo roto. Como si yo te perteneciera. Me hiciste tuya a la fuerza una y otra vez hasta que ya no sabía quién era. Hasta que ya no me reconocí frente al espejo. Dijiste que era por amor. Dijiste que lo hacías para “protegerme”. Pero fue por lo mismo que lo mataste a él. Porque eres un mal*dito monstruo. Porque eres el Diablo, y tomas todo lo que se te antoja, aunque todo lo que tocas… se quema. —Su respiración estaba agitada, las manos crispadas a los costados. —¿Quieres que Sasha sepa eso también? ¿Quieres que sepa
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Capítulo 103 —Lo que me está matando...
Capítulo 103 —Lo que me está matando...Narrador:Aylin no se movió. Roman estaba ahí, parado frente a ella, con los hombros tensos, la mirada perdida y el rostro de un hombre al que la noche entera le había pasado por encima.—Por favor —murmuró él, apenas —Solo un momento.Ella se hizo a un lado, con el corazón retumbando en la garganta y Roman entró.No tocó nada, no preguntó si podía quedarse. Caminó hasta el centro de la sala y se quedó ahí, como si no supiera cómo empezar, como si no supiera quién era.—Anoche… no dormí —dijo al fin, con voz grave —No podía. No después de lo que pasó. —Aylin no dijo nada. Solo lo observaba. Sabía que estaba por decir algo importante. Algo que dolía. Y entonces lo soltó. —Miranda está viva.El mundo de Aylin se quebró en un silencio seco.—¿Qué…?Roman levantó la mirada. Ya no tenía dónde esconderse.—Miranda. La madre de Sasha. La mujer que todos creen muerta. La que Sasha llora cada año. La que tú también creíste una sombra del pasado…Hizo una
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Capítulo 104 —Su Diablo
Capítulo 104 —Su DiabloNarrador:Roman la miró. Y por primera vez… no se escondió detrás del poder, del control, del nombre que todos temían.Solo fue él. Con las defensas bajas, con el pecho roto, con el corazón en carne viva.—Lo que me está matando… —murmuró —es la idea de perderte. —Aylin contuvo el aliento. —No es la culpa, no es el miedo, eres… tú. —Avanzó un paso. No la tocó. Solo la sostuvo con los ojos. —Tú, tu voz en mi oido, tus pasos por los pasillos, tu forma de calmar a Sasha. La manera en que me miras cuando crees que no te estoy viendo. El pu*to silencio de esta casa sin ti. —Su voz se quebró apenas. —Me jodiste, Aylin. Y no me arrepiento. —Un instante, solo uno, pero entre ellos… el mundo se detuvo. Aylin no dijo nada. Ni una palabra. Solo lo miraba. Y aunque por fuera no se movía, por dentro… su corazón retumbaba con tanta fuerza que le costaba respirar. Roman lo notó. Notó ese temblor contenido. Ese miedo. Esa pregunta muda. Y entonces, fue él quien rompió el silen
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Capítulo 105 —Me diste una hija...
Capítulo 105 —Me diste una hija...Narrador:Aylin tenía la cabeza apoyada en el pecho de Roman, su respiración aún agitada y su cuerpo desnudo, cubierto solo por el calor de él. El aire olía a piel, a se*xo, a deseo satisfecho pero todavía palpitante. Roman le acariciaba la espalda con los dedos, lento, con una ternura que contrastaba con la brutalidad con la que la había amado minutos antes. Era como si ese gesto simple fuera su manera de recordarle que estaba ahí, que no iba a desaparecer, que no iba a huir más.Ninguno de los dos hablaba. No hacía falta. El silencio entre ellos ya no dolía. Ahora era paz. Roman bajó la mirada y la encontró observándolo, con los ojos húmedos, pero en calma. No había reproche. No había rabia. Solo esa forma suya de mirarlo que siempre lo desarmaba.—¿Estás bien? —murmuró él, con voz grave.Aylin asintió y luego dibujó un leve “sí” con los dedos sobre su piel.—Estoy donde quiero estar —susurró, y Roman cerró los ojos como si esas palabras fueran más
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Capítulo 106 —No lo correcto, sí lo necesario
Capítulo 106 —No lo correcto, sí lo necesarioNarrador:Aylin giraba la taza entre las manos, en silencio. La comida seguía servida, pero apenas habían probado bocado desde que la conversación tocó el nombre prohibido.Roman no dejaba de observarla. Sabía que ella pensaba algo más, que lo medía en su cabeza antes de soltarlo, que se debatía entre hablar o callar. Hasta que finalmente, sin apartar la mirada del borde de la taza, lo dijo.—¿Puedo opinar sobre Miranda?Roman parpadeó, sorprendido. Se enderezó un poco en la silla y la miró con atención.—Sí. Sobre todo, sobre ella, sobre Sasha, sobre mí, sobre lo que quieras. Desde ahora puedes opinar sobre lo se te dé la gana. No voy a volver a dejarte fuera. No más decisiones por mi cuenta, no más secretos. —No dudó. Le tomó la mano sobre la mesa y la sostuvo firme, como si esa fuera su promesa.Aylin tragó saliva. Subió la mirada. Había algo en sus ojos que lo inquietó: no era rabia ni dolor. Era madurez. Era conciencia. Y eso dolía má
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Capítulo 107 —Sobre todo lo malo de mi
Capítulo 107 —Sobre todo lo malo de miNarrador:Roman se quedó en silencio unos segundos más, observando la puerta cerrada como si todavía pudiera sentir la presencia de Miranda contaminando el aire. Pero en cuanto giró la mirada hacia Aylin, todo su mundo se redujo a ella.Se levantó despacio, sin apuro, como si no quisiera romper la tensión que flotaba en el despacho, y caminó hacia donde ella estaba. Aylin no se movió, lo dejó acercarse, pero sus ojos lo seguían con una mezcla de firmeza y ternura que lo desarmaba.Cuando Roman llegó hasta ella, no dijo nada. Solo alzó la mano y le acarició la mejilla con una delicadeza imposible de imaginar en un hombre como él. Luego la atrajo contra su pecho, envolviéndola con ambos brazos, apretándola como si necesitara fundirse en ella para poder respirar. La besó en la frente... en la sien... en la mejilla.Y luego en los labios. Un beso lento, profundo, lleno de alivio, de gratitud, de amor contenido y desbordado al mismo tiempo.—Te amo —s
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Capítulo 108 —El Diablo me da paz
Capítulo 108 —El Diablo me da pazNarrador:La noche había caído sobre la mansión Adler con un peso distinto. Afuera, el silencio se estiraba como un susurro, pero dentro del dormitorio principal… se respiraba algo más. Una calma expectante. Un suspiro contenido. Una pausa antes del incendio.Aylin se encontraba de pie junto a la ventana, envuelta en una bata de algodón claro que apenas le rozaba los muslos. Su cabello húmedo aún caía en mechones sobre la espalda. Roman la observaba desde la cama, recostado con el torso desnudo y el pantalón bajo en la cadera. Tenía un codo apoyado contra la almohada y los ojos fijos en ella como si necesitara esculpirla en la memoria.—Ven —dijo él, apenas un murmullo ronco que rompió el aire.Ella se giró despacio, lo miró… y no dijo nada. Caminó hacia él sin prisa, sin ruidos, como si el piso se deshiciera bajo sus pies. Cuando llegó a la cama, Roman estiró la mano y desató el nudo flojo de su bata, dejándola deslizar hasta que la prenda cayó al su
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Capítulo 109 —La función estaba a punto de comenzar.
Capítulo 109 —La función estaba a punto de comenzar.Narrador:Amelia sirvió el desayuno en la cocina. Sasha ya estaba sentada junto a Aylin. Roman tomó un sorbo de café, dejó la taza en la mesa y miró a la empleada.—Amelia, déjanos solos un momento.Ella asintió en silencio y salió, cerrando la puerta detrás. Roman los miró a ambas.Roman se inclinó apenas hacia la mesa y dejó la taza de café sobre el plato con un gesto calmo, pero firme. Miró a su hija, que untaba mantequilla en una tostada sin prestarle demasiada atención, y luego dirigió una mirada breve a Aylin, quien ya sabía lo que venía.—En realidad… nosotros queremos hablar contigo, Sasha.La adolescente alzó la vista de inmediato. Se quedó quieta, con el cuchillo suspendido en el aire y los ojos muy abiertos. Parpadeó, como si el aire de repente pesara distinto.—¿Hice algo malo?Su voz salió un poco más aguda, alerta. Miró a uno y a otro, como si esperara un regaño inminente.Roman negó con suavidad.—No —dijo enseguida,
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Capítulo 110 —Miranda era Julieta y Julieta era encantadora
Capítulo 110 —Miranda era Julieta y Julieta era encantadoraNarrador:El trayecto hasta la mansión había sido silencioso. Miranda había pasado la mitad del camino mirando por la ventanilla, como si reconociera cada árbol, cada curva del sendero. Como si nada hubiera cambiado. Como si todo sí lo hubiera hecho.Dominic manejaba con una sola mano sobre el volante, la otra descansando en el apoya brazos. No había música, no la saludó al subir, no le ofreció conversación. Y ahora, mientras el portón neg*ro comenzaba a abrirse frente a ellos, habló por primera vez.—¿Sabes lo que me molesta más de ti, Miranda?Ella giró la cabeza con lentitud, manteniendo la compostura.—Ya vas a sacar tu libreta, imagino —respondió con voz suave.Dominic sonrió, pero sin humor.—No me vengas con ironías... —soltó un resoplo —lo que más me molesta; es cómo te crees tus propias mentiras.Ella no se inmutó.—No he venido a discutir contigo, Dominic.—Claro que no. Has venido a jugar a la madre arrepentida. A
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