Aysel abrió los ojos, recordando a Lyon herida, ella liberándose de Radolf y yendo hacia su compañero que estaba perdido mucha sangre, y con ellos se le iba su vida, oró pidiéndole a la Diosa que no lo quitará, que ahora que era suyo, no podía perderlo, sus manos se volvieron calientes, pero no quemaban, ese calor cubrió la herida de Lyon, cuando volvió abrir los ojos, había sanado, y el corazón de él latía con fuerza, sintió los ojos pesados y todo fue oscuridad.—¡Lyon! —comenzó a llamarlo esperando verlo a su lado en su cama, pero no fue así, al ver el lugar no lo reconocía —¡Lara! —ahora fue turno de su amiga, pero ella no apareció ¿Dónde estaba?Intentó ponerse de pie, pero no pudo moverse sus manos y pies estaban amarradas a la cama. Percibió un olor nauseabundo, giró la cabeza a un lado y ahí estaba un hombre de cabello blanco sentado en una silla, con las manos entrelazadas apoyadas en los reposa brazos, su mirada fría de ojos negros profundos la observaban sin perder ningú
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