La atmósfera en la cabaña estaba cargada de tensión, el aire impregnado con la mezcla de deseo y complicidad. Alejandro y Luciana se miraban fijamente, el silencio entre ellos tan pesado como un velo que cubría el resto del mundo. La luz tenue de las velas jugaba sobre sus rostros, iluminando cada detalle, cada expresión, cada pequeña chispa en sus ojos.Alejandro dio un paso hacia ella, su mirada más profunda, más intensa. Luciana lo observó, sintiendo que su corazón latía más rápido con cada segundo que pasaba cerca de él. De repente, algo cambió en el aire, algo que no necesitaba palabras. Sus cuerpos parecían atraídos por un magnetismo que ni ellos podían controlar.Con una sonrisa traviesa, Alejandro la rodeó con sus brazos, la atrajo hacia su cuerpo y, sin previo aviso, la besó. Un beso apasionado, pero tierno, que comenzó suave pero pronto creció en intensidad. Luciana, sorprendida al principio, correspondió el beso con la misma fuerza, sus manos buscando sus cabellos, su rostr
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