Joaquín Estaba hablando con Amy y Samuel cuando la puerta de la oficina de la directora se abrió, y Camila y Nathan, salieron juntos. Nathan tenía la mirada perdida en el suelo, avergonzado, y Camila parecía agotada. Ella me miró y, por un segundo, supe que iba a pedirme ayuda antes de que dijera una sola palabra.—Joaquín, ¿puedes llevarnos a casa? —preguntó, su voz resignada y agobiada.Asentí de inmediato, aunque estaba a punto de decir que, por supuesto, no necesitaba pedirlo.—Claro que sí —le dije, tratando de sonar calmado.Fue entonces cuando Camila notó a Samuel de pie junto a Amy. Él, siendo astuto, dio un paso adelante y se presentó con una sonrisa amigable.—Hola, soy Samuel, amigo de Amy —dijo, estirando la mano para saludar a Camila.Ella lo miró con el ceño fruncido, podía ver que estaba sorprendida de verlo allí, y luego le estrechó la mano con una expresión que intentaba ser educada, pero delataba que estaba preguntándose qué hacía este chico aquí.—Mucho gusto, Sam
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