Capítulo 33. Una lección
Para todos ya es evidente la respuesta. La expresión en el rostro de Aria, su silencio, su incomodidad... todo delata una verdad que no puede esconder. Y Erika lo sabe. —¿O tal vez tu miedo está en admitir… —susurra Erika con una sonrisa venenosa— ...que estás enamorada de alguien que no te eligió? ¿De alguien que solo quiso calmar su lujuria contigo y luego te dejó por otra?El golpe es certero. Como una daga que atraviesa el centro de su pecho. Todos se callan. Incluso las amigas de Erika se quedan inmóviles, quizá sorprendidas por la violencia de sus palabras. Nestor se inclina hacia Aria, dispuesto a sacarla de allí si es necesario. Pero ella no se mueve. —¿Eso es, Aria? —insiste Erika, más baja, más cruel—. Ese hombre te utilizó y ahora no sabes cómo lidiar con eso, ¿verdad? ¿Por eso viniste aquí y vives encerrada en esa cabaña?Las lágrimas que Aria contuvo por tanto rato finalmente escapan. Se pone de pie, en silencio, sin responder, sin mirar a nadie, y se aleja. Camina con
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