**Mikail**Entré en la habitación con sigilo, como si el silencio fuera lo único que aún me pertenecía. La noche estaba fría, pero el calor que irradiaba su cuerpo, aún dormido en la cama, bastaba para abrigar todo el maldito palacio.Lyra.Estaba allí, acurrucada sobre su costado izquierdo, con los labios entreabiertos y el ceño ligeramente fruncido. Incluso dormida parecía llevar una carga. Me acerqué despacio, con una mano extendida como si temiera que al tocarla, ella se desvaneciera.Algo en mi pecho se estremeció. No era deseo. Era otra cosa. Algo más profundo, más crudo.—Ya pronto se va a solucionar, dame tiempo, Lyra —le susurré al oído.Ella murmuró algo ininteligible, su cuerpo se agitó levemente, como si una pesadilla la envolviera en sus garras. Me dolió. Me dolió no saber si yo era la causa de ese tormento.Le acaricié la mejilla con suavidad, y sus párpados temblaron antes de volver a cerrarse. Le dejé un beso en la frente, me quedé ahí unos segundos más, como si eso
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