Todos los capítulos de CASADOS POR ERROR. MI DESCONOCIDA ESPOSA: Capítulo 171 - Capítulo 180
180 chapters
171. UNA VISITA INESPERADA
Gerónimo la estrechó con fuerza, asegurándole que tenía muchos hombres que cuidaban de él. Le prometió que nunca más andaría solo para que no volviera a suceder lo de hoy. —No tienes que preocuparte, cielo mío —prometió, besando su frente—. Y en cuanto salga, enfrentaré a tu papá. Viviremos juntos a la vista de todos. Nos casaremos como debe ser, mi cielo.—¿No podemos irnos a vivir a otro país que no sea Italia, donde nadie me conozca? —preguntó ella, buscando escapar de ese mundo que la aterraba.—Si eso es lo que quieres, lo haremos —contestó Gerónimo—. Pero no me hace feliz vivir longe da minha família. Aun así, estoy dispuesto a hacer cualquier sacrificio.—¿Sacrificio, amor? —preguntó ella, notando una gran tristeza en la mirada de su esposo.
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172. LOS PADRES DE CRISTAL
Cristal se asombra cuando su padre la atrapa en sus brazos y la estrecha fuertemente contra su corazón. Ella, sorprendida, también lo abraza con fuerza y, sin saber por qué, se echa a llorar desconsoladamente. —¿Por qué lloras, Agapy? Nada te va a pasar, papá te protegerá, linda, vamos, no llores más —la acaricia su padre sin dejar de hablarle con cariño. Pero Cristal había estado tan asustada por todo lo que había vivido en los últimos tiempos, y quizás durante todos los años separada de sus padres, que sentirse de nuevo protegida en los brazos de su papá la hacía sentir débil y revivía las incontables veces en que, cuando era niña, corría a refugiarse en esos brazos. Y lloraba aún más.Stavri, al verla así, la comprendió y también la abrazó, con los ojos lle
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173. LA APROBACIÓN DE LOS SUEGROS
Stavri observa con atención, notando la sinceridad en la voz de Gerónimo, y cruza una mirada con su marido que parece suavizarse ante las palabras del joven.—Lo único que puedo prometer es que haré todo lo posible para mantenerla a salvo y feliz —afirma Gerónimo—. Sé que eso no cambia el pasado, ni borra mis errores, pero estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario por ella. Ella es mi familia ahora.El Greco baja un poco la guardia, comprendiendo el peso de las palabras del joven Garibaldi. Las rivalidades entre familias mafiosas no son asunto menor, pero ahora son familia.—¿Sabes quiénes te tendieron esa trampa? —pregunta el Greco nuevamente.—Creo que son los hombres de Jarret, el ex de Cristal —contesta, mirando a su suegro—. Lo digo porque eran parecidos a los que estaban en el juzgado; vestían igual.—¡Tenía que haberlo a
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174. EL JEFE DE LOS GARIBALDI
Jarret sonríe enigmáticamente mientras asegura que los Garibaldi son solo fama, y ya lo verá. Los conoce y los ha estudiado muy bien.—Si los estúpidos de tus hombres hubieran seguido mis órdenes, a estas horas Gerónimo Garibaldi sería historia —dice con rabia contenida.—¿Qué piensas hacer? ¿Tienes un plan? —pregunta el segundo, dándose cuenta de que no podrá cambiar la opinión de su jefe.—Siempre tengo un plan —responde mirando por el retrovisor, sin ver a nadie—. Se te olvidó la prometida de Gerónimo. Estoy seguro de que ella me ayudará a raptar a Cristal.—Tú sabrás, pero no creo que tu padre Vittorio se ponga feliz al ver el auto que le enviaste a tu hermano —observa el segundo, mirando la carretera.—Pero mi hermano sí, y muy pronto papá será
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175. FELICES POR ESTAR JUNTOS
Fabrizio colgó y llamó al doctor Rossi, quien enseguida le contestó. Lo puso al tanto de la situación y le aseguró que se encargaría de arreglarlo con el Don de la Cosa Nostra. No obstante, llamó a varios de sus hombres para que custodiaran el cuarto de Gerónimo al tiempo que contactaba al Greco.Con cada acción, Fabrizio se adentraba más en el peligroso entramado de su mundo. La protección de Gerónimo era su prioridad, y la seguridad de Cristal no se quedaba atrás.—Hola, Fabrizio —saludó el Greco, extendiendo su mano.—Yiorgo, necesito tu ayuda —dijo Fabrizio mientras le estrechaba la mano—. Los manos negras de la Cosa Nostra quieren a tu yerno y me temo que intentarán atrapar a tu hija. ¿Tienes un buen escondite donde ponerlos?—¿Un escondite? —preguntó el Greco, preocupado.—Sí
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176. EL ATENTADO
En ese momento, las sombras de sus preocupaciones parecían desvanecerse; su amor era tan grande y puro que parecía que podían lograrlo todo.—Pero, cariño, mira, estás todo vendado, y cuando me duermo, siempre termino encima de ti. Me acostumbraste muy mal —Cristal hizo pucheros mientras le reprochaba eso.—No lo hice; me gusta que duermas encima de mí, cielo —y metió su cabeza entre los senos de Cristal, quien se sonrojó por completo.—¡No hagas eso, cariño! —exclamó, tratando de apartarse.A pesar de que deseaba continuar con esa intimidad, Cristal sabía que no podían hacerlo mientras él estuviera herido. Gerónimo, todavía sentado en la cama, no dejaba que Cristal, que se encontraba entre sus piernas, se alejara.—¿Por qué no? —preguntó, volviendo a hundir su rostro en el pecho d
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177. EX PELIGROSOS
El doctor Luigi, con ayuda de Enzo, rápidamente comenzó a examinar a Cristal, con el rostro lleno de concentración y preocupación.—No, tío, revísala aquí mismo. Cielo, amor, Cielo, despierta —la llamó aterrorizado por primera vez en su vida Gerónimo, haciendo que todos lo miren.Luigi guardó silencio ante la mirada de terror de Gerónimo y, ayudado por Enzo, buscaron entre la espesa cabellera de Cristal hasta encontrar una leve herida. El tiempo parecía haberse detenido. La familia permanecía inmóvil, esperando, temiendo. El profundo amor que unía a Gerónimo y Cristal subrayaba la urgencia de cada segundo que pasaba, mientras Luigi atendía a Cristal con la dedicación propia de alguien que sabía que cada vida era preciosa y única.—No es nada, la bala solo le rozó —dijo al fin—.
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178. LA VALIENTE CRISTAL
Stavri observaba a su hija con sorpresa y orgullo. La transformación de Cristal a través de las pruebas y luchas recientes era innegable. La joven que había dejado su hogar inocente y despreocupada había regresado con una voluntad y determinación renovadas.  —¿Le diste dos cachetadas? ¡Ja, ja, ja! Eso es mi Cielo, tienes que defenderte. Ni ella ni nadie tiene el derecho de ofender a mi señora —rió Gerónimo, feliz al ver a Cristal molesta y decidida a defender su lugar como esposa.  —A lo mejor por eso me mandó a matar. ¿No crees? —preguntó Cristal.  —Puede ser, Céu mío —estuvo de acuerdo Gerónimo—. También cabe la posibilidad de que haya quedado algún familiar de ese viejo que eliminó tu papá y que quería que fueras suya.  —No creo, mi yerno —
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179. EN LA MISMA PÁGINA
Gerónimo asintió, tomando ambas manos de Cristal entre las suyas. Su mirada no solo prometía amor, sino también una protección incuestionable. En ella se reflejaba no solo un hombre enamorado, sino un estratega dispuesto a enfrentarse al mismísimo infierno por ella.—Lo primero será mantenernos unidos —agregó Gerónimo con calma—. No podemos darnos el lujo de perder ni un segundo más pensando en lo que pudo ser. Ahora es el momento de concentrarnos en lo que debe ser.Stavri lo escuchaba de pie, con los brazos cruzados, como reflejo de un pensamiento siempre calculador. Cristal la conocía bien y sabía lo que significaba aquel gesto.—¿Qué estás pensando, mamá? —preguntó al notar el silencio de Stavri.—Que Gerónimo tiene razón —dijo finalmente Stavri—. Los Greco y los Garibaldi han deci
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180. EL ATENTADO A MAXIMILIANO
El Greco pasó la mano por su cabello, con una expresión que combinaba incredulidad y furia. Fabrizio lo miraba, esperando una respuesta sin apresurarse. Sabía muy bien lo que significaba que intentaran matar a uno de los suyos, especialmente a su preciosa hija. Había estado en su lugar muchas veces.—Mi ex socio Evripídes ha convencido a la mitad de mis hombres y, según el espía, han estado hablando de dar un golpe donde más me duela —explicó finalmente el Greco—. Y eso son mis hijos. Están apuntando a mis hijos, Fabrizio.—Está bien, le diré a Fabio y Carlos que pongan a todos nuestros hombres en alerta —respondió Fabrizio de inmediato, decidido a ayudar a su nuevo socio y a su familia—. Pero tenemos un serio problema. ¿Cómo sabremos quiénes están contigo y quiénes no?—Deja que lo solucione con mi segundo, Fabrizio —respondió el Greco rápidamente—. Es cierto, es un poco complicado. Te avisaré cuando sepa; por ahora, que tus hombres sigan comportándose de manera hostil con los míos,
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