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Todos los capítulos de La Baronesa de la Mafia: Capítulo 31 - Capítulo 38
38 chapters
Las cartas sobre la mesa (2da. Parte)
La misma nochePalermo, SiciliaAdlerMi padre siempre decía que una partida de ajedrez no acaba con un jaque mate, sino cuando lo repetís. Porque en el mundo real —y en este juego sucio que jugamos— nadie se rinde con la primera amenaza. Aunque todo parezca indicar que arrinconaste a tu adversario, la verdad es que él ya está cinco movimientos adelante, buscando el punto ciego, la grieta en tu defensa, el momento exacto en que vas a confiarte. El tablero nunca se detiene. Y quien lo olvida, pierde. Eso, más que una metáfora, es una maldita regla de supervivencia.En la mafia no basta con ser más fuerte. No alcanza con tener más hombres, más armas, más dinero. La fuerza bruta es útil, sí, pero limitada. Lo que de verdad sostiene un imperio es la estrategia. La capacidad de ver más allá del golpe inmediato. De entender que tus enemigos no están dormidos, ni muertos, ni satisfechos. Están redefiniendo sus jugadas mientras tú celebras tu victoria. Están contando tus pasos, espiando tus r
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Las cartas sobre la mesa (3era. Parte)
Unos días despuésSiracusa, SiciliaCarloUn error, un mal paso, hablar de más, bajar la guardia… todo eso se resume en fracaso. Pero no te confundas: el fracaso no es lo peor. Lo verdaderamente jodido viene después. Las consecuencias. Las putas consecuencias que no perdonan. No importa si fue un desliz, una mala noche, una traición mal calculada. El infierno no necesita excusas para abrirte las puertas.Te crees intocable, hasta que alguien decide recordarte que no lo eres. Y cuando eso pasa, ya es tarde. Porque en este mundo no hay advertencias, solo lecciones con sangre. No es paranoia, es supervivencia. Cada mirada, cada silencio, cada gesto de más o de menos… todo importa. No se trata de vivir, se trata de no morir. Hay una diferencia. Y cuando la entiendes, ya es porque viste morir a los que no lo entendieron.Es entonces cuando la regla se te graba como hierro caliente en la piel: toda acción tiene un efecto. No es filosofía barata, es ley de la calle. Es la única ley que manda
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El infierno desatado (1era. Parte)
El mismo díaPalermo, SiciliaOrianaUna regla en el mundo de la mafia: nunca perdones una ofensa. Quien se atrevió a tocarte, a desafiarte, a ensuciar tu nombre, debe pagarlo. Con sangre, con miedo, con pérdida. No importa cuánto tiempo pase. No importa cuántas manos se tiñan en el proceso. El castigo debe llegar, porque si eres débil, todos —absolutamente todos— se vuelven carroñeros. Primero te miran con lástima. Luego con desprecio. Después te pisan. Y ese error… solo se comete una vez. Porque la debilidad, en este mundo, es una bala sin aviso. Una condena silenciosa. Un viaje directo al cementerio.Recuerda que somos animales salvajes donde el más fuerte sobrevive, donde debes defender tus territorios para permanecer arriba, y eso se obtiene con sangre. Es una ley tácita entre demonios. Una norma que no se escribe, pero se graba en la piel con fuego y traición.¿El truco? No es evitar a los demonios. Es convertirte en uno de ellos. O mejor aún… crear tu propio infierno. Que tiem
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El infierno desatado (2da. Parte)
El mismo díaEn algún lugar de PalermoCarloDicen que en la guerra y en el amor todo se vale para obtener lo que deseamos, pero yo añadiría algo más: se necesita agallas, motivación y un plan osado. No basta con resistir, ni con demostrar que aún respiras después del golpe. No. Se trata de devolver cada humillación con precisión quirúrgica, de hacer que cada burla se convierta en una herida abierta en quien se atrevió a subestimarte. No hablamos de simple revancha: hablamos de justicia a tu manera. Cruel, personal, definitiva.Esto no es para débiles. Acá no caben los escrúpulos, ni la piedad. Nada de eso. Te vuelves un cirujano del alma ajena: buscas grietas, debilidades, miedos… y los usas. Porque si tú sufriste, ellos también lo harán. Y no de cualquier forma: deben caer de rodillas, con la boca llena de sangre y el orgullo hecho trizas.¿Venganza? Sí. Y no me da vergüenza decirlo. Porque cuando te lo arrebatan todo, cuando te pisan, cuando te traicionan, lo único que te queda es
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El infierno desatado (3era. Parte)
El mismo díaPalermo, SiciliaOrianaHay diferentes tipos de dolores, lo sabemos. El del desamor te parte en silencio, te deja vacía, rota por dentro. El de la ausencia es un eco que se arrastra, que duele lento, como una sombra que no se despega del alma. El de la incertidumbre te roba el sueño, te deja con mil preguntas clavadas en la garganta… Pero hay uno que los supera a todos.El miedo a perder a tu hijo. Ese no solo te hiere: te destruye. Te arranca el aliento, te paraliza, te hace sentir como si el mundo estuviera a punto de colapsar sobre ti. Es una angustia que no cabe en el cuerpo, que te oprime el pecho como si un monstruo se hubiese instalado ahí dentro y no te dejara respirar. No hay consuelo. Ninguna palabra basta. Ningún abrazo cura. Ni siquiera las promesas de que “todo estará bien” logran calmarte, porque en ese momento no puedes creerle a nadie.Solo hay una imagen capaz de devolverte el alma al cuerpo: ver a tu hijo a salvo. Sentirlo entre tus brazos. Escuchar su l
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El infierno desatado (4ta. Parte)
El mismo díaPalermo, SiciliaAdlerPara muchos, el matrimonio es una sentencia disfrazada de ceremonia; una cadena dorada que brilla bajo las luces, pero aprieta el alma con los años. Una condena pactada por costumbre, por miedo a la soledad, o por cumplir con un guion que ni siquiera escribieron. Otros lo viven como un contrato silencioso: yo te doy esto, tú me das aquello; una sociedad de mutuos beneficios donde el amor es apenas una cláusula opcional. Y luego están los que lo creen un acto sagrado, un salto de fe donde el amor venció al miedo y el alma encontró su reflejo en otra. Esos… son los afortunados.Ellos encontraron a quien los eleva con una sola mirada, a quien hace latir el corazón como si fuera la primera vez, a quien basta con un roce para calmar las tormentas y una palabra sincera para silenciar los ruidos del mundo. No es suerte. Es amor correspondido. Es decisión. Es entrega.Porque al final, lo verdaderamente hermoso no es casarse. Lo hermoso es hacerlo enamorado.
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Mi vida contigo (1era. Parte)
Casi un mes despuésPalermo, SiciliaOriana Alguien dijo una vez: “la vida son momentos, pruebas, desafíos que te pueden quebrar o hacerte más fuerte, pero está en ti lograrlo”. No es una frase hueca, porque la vida no te avisa, no te prepara, no hay instrucciones. Empiezas el viaje con una maleta llena de ilusiones y esperanzas, y sin darte cuenta, vas sumando golpes, pérdidas, decisiones difíciles.A veces crees que puedes con todo. Otras… solo quieres rendirte, pero a pesar de ello aparece alguien …alguien que toca tu alma, alguien que te sujeta la mano con fuerza, alguien que sea vuelto indispensable en tu vida, y ya no hay vuelta atrás. Lo único que queda es confiar.Porque la vida, pese a todo, tiene su encanto. Porque el amor, ese amor verdadero, es una apuesta a la felicidad. Y quien pretende vivir sin él… solo sobrevive. Se convierte en una sombra. En un eco vacío.En lo personal, quise rendirme muchas veces, quise tirar la toalla. Pero aprendí a esconder el miedo detrás de
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Mi vida contigo (2da. Parte)
Unos días despuésSan Petersburgo, Catedral de San IsaacAdlerAlgunos dicen que regresar de la muerte es un milagro. Tal vez lo sea. Pero después de estar ahí, en ese umbral frío y oscuro donde nada te pertenece, donde no tienes más que el eco de tus propios errores, entendí que el verdadero milagro no es abrir los ojos otra vez. No. El verdadero milagro es volver a los brazos de quien amas.Eso le da sentido a todo el dolor, a cada cicatriz, a cada segundo de agonía. No es simplemente sobrevivir… es querer vivir. Vivir de verdad. Con hambre. Con sed de esos momentos que antes dejabas pasar como si fueran eternos. Ahora cada palabra, cada mirada, cada gesto, pesa distinto. Se graba en la piel, en el alma, como un tatuaje invisible.Empiezas a escuchar las voces con más atención, a leer los silencios, a sostener las miradas un segundo más largo. Descubres lo valioso de una mano que te roza sin querer, de una risa compartida, de un abrazo que no necesita razones. Aprendes que el tiempo
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