Capítulo 30. Celos en la oscuridad
Irina se vio en una encrucijada, claro que quería que Alex confesara sus crímenes, pero el hombre estaba muy mal, no buscar ayuda para él era algo inhumano. —Después me dirás lo que sea, déjame ir por ayuda. —James, él… Irina no pudo moverse, tomó a Alex por el rostro. —Dime Alex, ¿qué pasó con James? El cuerpo de Alex temblaba incontrolablemente, cada estremecimiento lo recorría como una onda sísmica. Su respiración se convirtió en jadeos desiguales, cada uno atascado en su garganta como si una mano invisible le apretara la tráquea. Su rostro estaba ceniciento, desprovisto de todo color, y sus ojos estaban muy abiertos por el terror, las pupilas dilatadas en oscuros charcos de miedo. Escuchaba la voz de Irina muy lejos, sintió las palmadas en sus mejillas. —Alex, no te desmayes por favor, ¿qué ibas a decir? —Ryan —masculló Alex. Irina frunció el ceño, no entendía qué tenía que ver su hijo. —Es James, Alex. Dime que me ibas a decir de James —pidió Ir
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