Por la tarde de ese mismo día, cuando Isabela salió de su empresa, que fue al anochecer, vio el coche de Daniel parqueado en frente, cuando la vio salir, salió del auto y fue hacia ella, Isabela no lo detuvo, permitió que se acercara a ella, pero antes de que hablara, le lanzó una bofetada que retumbó en el aire nocturno. —¡Entiende de una vez por todas que ya no quiero verte, me fastidia tu presencia, me frustra tu cinismo de esperarme! ¡Entiende que no quiero saber de ti, que ya no me importas! —Isa… —¡Que ya no me digas así! —lo fulminó con la mirada, mientras rugía. —Estás así porque ella te visitó… pero déjame decirte que nada de lo que dijo es cierto, que ella y yo ya no estamos casado… —Fue exactamente eso lo que dijo —expuso Isabela con irritación—. Pero no me importa, ni siquiera me importa si sigues casado, porque tú eres parte de mi pasado. —Isa… eso no es cierto… tú, tú me amas. —¡Te amaba, Daniel! —rugió super molesta— Ya no te amo, ya no me importas,
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